Recordando el título de la suite sinfónica de Mussorgsky, «Cuadros para una exposición», podemos tomarlo aquí para iniciar esta serie de artículos en los que me propongo un acercamiento a los diez cuadros que integran la peculiar pinacoteca que alberga el salón de Plenos del Ayuntamiento de Laviana; ayuntamiento ciertamente agradecido a sus hijos ilustres a los que dedica un espacio noble que, recíprocamente, se ennoblece con tales retratos.

Tal pinacoteca se compone de diez cuadros en los que figuran retratos de otros tantos hombres ilustres de Laviana, en los que se hermanan y de alguna forma conciertan el pensamiento y la literatura, la teología y la filosofía, la política y la historia. Los nombres de José María Morán, Zeferino González, Mariano Menéndez Valdés, Ramón Martínez Vigil, Norberto del Prado, Armando Palacio Valdés, Graciano Martínez, Maximiliano Arboleya, Emilio Martínez y Emilio Barbón -enumerados por orden cronológico de nacimiento- son una excelente muestra de lo que pudiéramos llamar intelectualidad salida de Laviana. Ninguno de ellos, sin embargo, salvo Emilio Barbón, ejerció sus responsabilidades laborales ni creativas en Asturias, pues Emilio Martínez pasó los últimos años de su vida en Laviana, pero cuando ya se había hecho un nombre fuera de nuestro concejo y regresaba buscando el descanso del guerrero en los lares primigenios.

Es, pues, un conjunto muy variado y muy representativo de la historia de Laviana. Indagando sus biografías, acercándonos a algunos de sus libros, de materias tan diversas como la historia o la literatura, la teología o el derecho, podremos alcanzar algo del devenir histórico de este concejo cuyas raíces, como las de todos los pueblos que se precien, se hunden por igual en la historia que en la leyenda, rescatando de ambas puntos de vista que amplían el horizonte cerrado de la mera cronología o la simple especulación.

Ahora bien, aunque hemos visto más arriba que las biografías de los retratados cubren un espacio temporal que va desde 1804, fecha del nacimiento del padre Morán, a 2003, en que murió Emilio Barbón, las fechas en que los cuadros se incorporaron a las paredes del Salón de Sesiones son muy otras y de cadencia muy irregular, siempre en función de motivaciones municipales que la mayor parte de las veces se nos escapan y no hemos podido averiguar, salvo en los casos de Maximiliano Arboleya y Emilio Martínez, cuyos cuadros se colgaron en su día con motivo del centenario de su nacimiento. El de Emilio Barbón fue una iniciativa personal de Miguel Ángel Lombardía que quiso contribuir así a homenajear al que había sido el primer diputado salido de Laviana. Y el resto obedecen o bien a razones que actualmente desconocemos o bien a iniciativa de algún pintor concreto que daba así salida a alguna de sus obras, contribuyendo de paso a ir perfilando la galería y en algún caso satisfaciendo el deseo del propio Consistorio.

En tal sentido, no sabemos si fue el Ayuntamiento el que recurrió a Prado Norniella, a la sazón muy conocido como retratista, o fue el propio pintor el que se dirigió al Ayuntamiento ofreciendo su obra, pero lo cierto es que los tres primeros retratos que se cuelgan en este Salón de Sesiones se deben a sus pinceles: Armando Palacio Valdés, Ramón Martínez Vigil, ambos fechados en 1907, y Mariano Menéndez Valdés, que está fechado el 1 de enero de 1919.

Cuando años más tarde, en 1926, el pintor de Graciano Martínez Luis Zeferino Gutiérrez se dirigió al Ayuntamiento lavianés ofreciendo el retrato de fray Graciano Martínez, se acuerda aceptarlo «siempre que dicho pintor D. Zeferino Gutiérrez se comprometa a retocar los tres cuadros existentes en el salón de sesiones».

Años más tarde, cuando toma posesión la primera corporación democrática tras la guerra civil, en 1979, y ante el deplorable estado de los cuadros, se acordó enviarlos a restaurar al Museo de Bellas Artes de Asturias, donde se hizo una meritoria labor que llegó a incluso a reparar los desgarrones que habían sufrido al menos un par de lienzos.

Se trata, pues, de una colección de diez retratos, todos ellos reseñados brevemente en la página web municipal, donde figura lo más granado de la intelectualidad lavianesa y donde a la vez se reúne una buena colección de pintores. Ninguno de primerísima fila, pero sí eficientes retratistas, que, al cabo, es de lo que se trata, como son los casos de José Prado Norniella, Luiz Zeferino Gutiérrez, Dionisio Muñoz de la Espada, Paulino Vicente y el lavianés Luis Antonio García Alonso, Laga; además de Miguel Ángel Lombardía, que no es precisamente retratista al uso y que en el cuadro de Emilio Barbón que él mismo donara al Ayuntamiento hace un recreación expresionista del personaje.

Para terminar, una nota, para desmentir siquiera de pasada una información equivocada de José Barrado Barquilla, quien en su biografía de Martínez Vigil, publicada en 1996 bajo el título Fray Ramón Martínez Vigil, O.P. (1840-1904), Obispo de Oviedo sitúa a éste al lado de «otros célebres lavianeses» que enumera: «los seglares Menéndez Valdés, Palacio Valdés, García Jove; los sacerdotes Maximiliano Arboleya, Luciano L. y García-Jove; los agustinos Valdés Noriega, Aurelio Martínez, Celso G. Morán y los dominicos Norberto del Prado, José Mª Morán y el Cardenal Zeferino». José Barrado, que pasó por Laviana para elaborar esta biografía, seguramente no tomó nota en su momento de cuántos retratos y de quiénes había exactamente en lo que él llama Sala de Juntas del Ayuntamiento de Pola de Laviana y a la hora de redactar su monografía se acabó guiando por el índice del libro de Emilio Martínez Suárez, Laviana, hombres, paisajes y letras (Gijón, 1985), que incluye semblanzas de estos dieciséis, lo que con seguridad llevó al padre Barrado a «alargar» la lista de quienes realmente tenían sus retratos colgados de las paredes del Salón de Sesiones del Ayuntamiento de Laviana, y que son estos diez que se vienen enumerando -en la relación de Barrado falta obviamente Emilio Martínez, incorporado más tarde- y que engrosarán la serie que se inicia con esta quizás innecesaria introducción.