Dibujante y autor de novelas gráficas

Langreo, Miguel Á. GUTIÉRREZ

El dibujante de Blimea Alfonso Zapico, colaborador de LA NUEVA ESPAÑA, ha presentado recientemente «La ruta Joyce», un «cuaderno de viaje» en formato de cómic surgido a raíz del periplo por Europa que el autor realizó para conocer las ciudades que marcaron la vida de James Joyce, a quien Zapico también dedicó su anterior novela gráfica, «Dublinés».

-¿Qué es La ruta Joyce?

-Es un cuaderno de viaje, la trastienda de «Dublinés», y refleja los viajes que hice para documentarme y fabricar la biografía de Joyce, a la vez que muestra el proceso creativo de la obra.

-¿Cómo es el proceso de documentación de un cómic así?

-No se diferencia mucho de una novela, la verdad. De hecho «Dublinés» está extraído en gran parte de una biografía literaria muy densa y muy completa. Lo que pasa es que yo sintetizo la información y en lugar de escribir los diálogos o describir los escenarios, los dibujo.

-¿Son los escenarios los protagonistas del libro?

-Más que los escenarios, los hechos históricos que ocurrieron en esos escenarios. Éste no es un cuaderno de viaje al uso porque lo más importante no son los grandes edificios, sino los pequeños personajes que los habitaron.

-Es el segundo libro que dedica a Joyce, ¿qué tiene la figura del escritor irlandés para atraerle tanto?

-Joyce es un personaje muy radical y muy pintoresco, con una vida que merecía ser dibujada. Era un tipo con muchos claroscuros, no era un ejemplo de valores tradicionales, pero fue muy generoso al quitarle el protagonismo a los héroes románticos y dárselo al hombre común, a la vida ordinaria, a la gente real. Y esa concepción de la literatura y de la vida fue la que me atrapó.

-En este último álbum también hay un cambio formal, se pasa al blanco y negro, ¿por qué?

-Porque muchos dibujos de «La ruta Joyce» están hechos en un simple cuaderno, con un pincel a tinta negra, sin más parafernalia. Quería que fuera un libro más fresco, más sencillo que «Dublinés», por eso me pasé al blanco y negro puro.

-¿Fue más complejo?

-Al contrario, el dibujo es más rápido, más espontáneo. Fue más complejo de estructurar, eso sí, porque «Dublinés» es una vida ya vivida y no deja lugar a la imaginación. Pero con «La ruta Joyce» al principio no sabía cómo afrontar la narración, no sabía qué contar, no tenía muy clara la dirección hacia la que iría el libro. Al final me dejé llevar y salió esto, de una forma muy intuitiva, y estoy satisfecho con el resultado.

-La obra es un paseo gráfico por las principales ciudades en la vida de Joyce, ¿qué sensaciones le dejaron?

-Dublín es un poco como la Cuenca, se hace familiar. Es húmeda, llueve mucho, la gente habla a gritos y la vida se hace sobre todo en los bares. Y Trieste sigue siendo una ciudad imperial, que no termina de asumir los clásicos clichés de Italia. Es bellísima, muy inspiradora y triste. En París fue interesante descubrir lo que hay más allá del Louvre y la Torre Eiffel, ir a los barrios donde los obreros juegan a la petanca o a las riberas del Sena. Zurich es justo lo contrario que Dublín: una ciudad accesible, con casitas de colores, calles limpias, gente elegante... pero hermética y fría.

-¿Qué anécdotas le han marcado de esos viajes?

-La más sorprendente fue encontrarme el 16 de junio, «Bloomsday», en Dublín, a Ana Cuesta, la vecina de Sama de mi mujer, Manuela, que trabaja allí. Y el día nacional de la Literatura en Irlanda acabamos hablando de Langreo, de la sidra, de Cascos y de no se qué más. ¡Puedes huir de la Cuenca pero no puedes escapar de ella!

-¿Qué nuevos proyectos tiene en mente?

-Después de tanto viaje por Centroeuropa es hora de volver a casa, y estoy preparando una historia que tiene como telón de fondo la Revolución de Octubre de 1934 en Asturias. Una historia larga, que deseaba hacer hace mucho tiempo, y que ahora por fin ya puedo acometer, porque tengo la perspectiva y la documentación necesarias.

-¿Vive el cómic una época dorada?

-Sin duda. El cómic se ha vuelto adulto, la novela gráfica ha revolucionado el medio y abierto el abanico de lectores. Hace diez años nadie hubiera imaginado a un autor de cómic como finalista a Mejor guión adaptado en los premios Goya, y ahí está Paco Roca.

-¿Cuál es la situación del cómic en España y en Asturias?

-En España aumentan los lectores, las ventas, la consideración social, las obras son cada vez más diversas e independientes, nacen las microeditoriales... Es un error compararse con el mercado francés (por ejemplo), y yo soy muy optimista respecto al cómic español. En Asturias ha habido avances importantes, como el Premio Alfonso Iglesias, que reconoce al cómic asturiano. Ruma Barbero o Neto son gente que lucha por el cómic asturiano.