En este caso no me voy a referir a los que los respectivos clubes dan a sus socios o seguidores, aunque sea de penalti injusto en el último suspiro, sino más bien a las que casi todos tienen a la hora de gastarse alegremente millones y millones de euros, que a uno ni le va ni le viene, salvo cuando se descubre un pastel en el que absolutamente casi todos están inmersos. Sale a la luz estos días datos que aún estando ahí larvados desde hace años, cada ejercicio que pasa siguen engordando, y como la cosa nos afecta a todos, pues uno piensa que el Estado debería de poner coto y meter mano de una puñetera vez a esta tomadura de pelo con tintes de aberración.

Según quienes plasmen la cifra total de la deuda, esta se mueve en parámetros de entre tres mil y cinco mil millones de euros -no se les ocurra multiplicar por pesetas, pues la cifra marea- en su conjunto, ¡casi nada! Pero lo sangrante resulta cuando la deuda con Hacienda -que por lo visto no somos todos- llega a los 752 millones, amén de quedar sin cuantificar el débito con la Seguridad Social.

Precisamente todo ello en época que los demás mortales ya tenemos a la puerta la anual «confesión» de la declaración de la renta, con la plena seguridad de que no vamos a poder escaquear ni un miserable euro, con circunstancia incluida que si tienes algún fleco pendiente te embargan rápidamente hasta la ropa interior, con lo cual esta permisividad, o dejar hacer a su libre albedrío, resulta un agravio comparativo imposible de entender, o asumir, por parte de los que con mayor, o menor alegría, obligatoriamente cumplen estrictamente lo que la Ley les marca.

Allá penitas con las entidades particulares que les financian, sus motivos tendrán para ello, aunque en algunos de los casos no sean muy claras, pero cuando los impagos afectan al bien general -léase a nosotros- resulta imposible la comprensión de dejadez de las autoridades de turno, que año tras año dejan pudrirse la situación.

Lo único que faltaba en este tiempo de recortes salvajes, y perdida de derechos, donde el cinturón ya resulta un lujo, no es otra cosa que al final se les condone la deuda, y lo digo porque algo se está moviendo en este sentido. Sería un escándalo morrocotudo.

Como añadido habría que decir que la unión de todos ellos ejerce una dictadura feroz en defensa de sus sacrosantos intereses, con acuerdos de franjas de partidos a todas las horas en diversas cadenas de TV, con lo cual hace tiempo que están literalmente hundiendo a los más débiles que militan en todas las categorías inferiores, que a duras penas pueden sobrevivir pese a su evidente función social.

La conclusión final no puede ser otra que el que quiera gastar los euros de su bolsillo, actuando de figurón para sus propios intereses, pues bien, pero habrá que decirle que no se salte a la torera lo que los demás españoles de infantería debemos cumplir a rajatabla.

Caso contrario, la Hacienda pública tan rígida con quien quiere, que les embargue hasta el último ladrillo de sus estadios, o en su defecto los bienes de los responsables.