El caso de Emilio Barbón Martínez es único en la historia de Asturias y cuenta con muy pocos equivalentes en la España. Había nacido, un 26 de mayo de 1930 en El Rebollusu, en la Cuesta de la Pola, Laviana, de familia humilde que sería represaliada tras la guerra civil y disminuido por una parálisis de nacimiento que le afectaba ambas piernas, por lo que toda su vida hubo de moverse con muletas, o con silla de ruedas en los últimos años. A pesar de estos impedimentos físicos, y dotado de una fuerza de voluntad también fuera de lo común, pudo sobreponerse a todas las dificultades y labrarse una trayectoria personal de todo punto envidiable.

Estudió el Bachillerato en la Academia Calvo, de Sotrondio, a donde se desplazaba en su propia silla de ruedas o en el carro del panadero, y posteriormente la carrera de Derecho en la Universidad de Oviedo, becado por la empresa Duro-Felguera, en la que trabajaba su padre. Una vez terminada la carrera, con un brillante expediente, abrió despacho de abogado primero, en Barredos, donde vivía su familia; y más tarde, en Pola de Laviana, en la muy popular plaza de La Pontona.

Simultáneamente a la apertura del despacho, comenzó a militar en las organizaciones clandestinas del PSOE y la UGT, convirtiéndose al poco tiempo en uno de los pilares básicos de aquella travesía del desierto que supuso el franquismo para el partido político y el sindicato que hubiera fundado Pablo Iglesias. Emilio Barbón desempeñó diversos cargos y responsabilidades en ambas organizaciones durante todos aquellos años, pero sobre todo fue un punto de referencia de la resistencia socialista en las cuencas mineras, en las que se distinguió por su capacidad de relación con interlocutores de distinto signo. Tanto su despacho de Pola de Laviana como su casa de Soto de Agues, en Sobrescobio, fueron lugares a los que acudieron por uno u otro motivo cuantos militaban en organizaciones clandestinas durante la dictadura franquista.

Esta labor clandestina acabó llevándole a la cárcel gijonesa de El Coto, donde permaneció internado del 20 de octubre al 1 de noviembre de 1967; y en 1975, tras una manifestación ante la tumba de Pablo Iglesias en el cementerio civil de Madrid, fue detenido, junto con su esposa Manolita y otros militantes clandestinos, y conducido a la Dirección General de Seguridad, entonces en la Puerta del Sol madrileña.

Fue Secretario General de UGT de Asturias entre 1975 y 1977 y en las elecciones generales de 15 de junio de 1977 resultó elegido diputado en las listas del PSOE asturiano, siendo, pues, el primer diputado con el que contó el concejo de Laviana en el Congreso.

Con Rafael Fernández como presidente, tanto durante el periodo preautonómico como en la legislatura autonómica provisional, de 1982-83, fue Consejero de Relaciones Laborales y Asistencia Social y en 1989, Magistrado de la Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia del Principado de Asturias a propuesta de la Junta General del Principado, jubilándose por incapacidad permanente en 1999.

Son muchas y muy significativas las distinciones a que se hizo acreedor a lo largo de su vida, como la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil, concedida el 31 de julio de 1998 por el Consejo de Ministros mediante Real Decreto 1767/1998; Medalla de la Junta General del Principado de fecha 16-octubre-1992; la Orden del Mérito Constitucional por Real Decreto 1385/1988 de fecha 18 noviembre de 1988; o la Cruz distinguida de la Orden de San Raimundo de Peñafort.

Fallecido en su domicilio de Pola de Laviana el 14 de junio de 2003, el Consejo de Gobierno del Principado de Asturias le concedió la Medalla de Asturias en su categoría de oro y a título póstumo.

Uno de los reconocimientos que se le tributó en vida fue precisamente éste de la colocación de su retrato en el Salón del Sesiones del Ayuntamiento de Laviana; un «retrato» por cierto -y las comillas son imprescindibles para subrayar su singularidad- del pintor langreano Miguel Ángel Lombardía, que acentúa el expresionismo habitual en este artista a través una figura que reinventa al personaje desde una apuesta plástica que esquina su descripción física y huye del parecido habitual en los retratos al uso para centrarse en una figura erguida, de la que han desaparecido las muletas, elevando a la categoría de símbolo lo que parte de una metáfora: un Emilio Barbón alzado físicamente por sus propios medios, al igual que el Barbón real acabó superando sus propias dificultades a base de voluntad y capacidad de sufrimiento.

Miguel Ángel Lombardía, nacido en Sama de Langreo en 1946, se inició como autodidacta a los trece años, para pasar luego por la Escuela de Artes y Oficios ovetense, la Escuela Nacional de Artes Gráficas, y en 1966 en la de Bellas Artes de San Fernando, donde completó sus estudios. Fue becado por distintas entidades e instituciones -Diputación de Asturias, Fundación Rodríguez-Acosta, Ministerio de Asuntos Exteriores...- y viajó por distintos países, residiendo una temporada en la Academia de Bellas Artes de España en Roma. Ha realizado múltiples exposiciones, tanto de pintura como de escultura, a través de las cuales desarrolla un muy personal lenguaje artístico, siempre a caballo de un expresionismo con el que, mediante una figuración de libertad muy acusada, ensaya permanentemente nuevas técnicas de reinterpretación artística de la realidad.

A mediados de los 70 se instaló en el Condao, Laviana, en una finca en la zona conocida como Traslaviesca donde construyó una casa en la que instaló un amplio taller para dar cuerpo a sus propuestas artísticas. Durante su estancia en Laviana, que se prolongó hasta que en los años 80 se trasladó a Madrid, trabó fuerte amistad con Barbón, fruto de la cual es la realización de este retrato, que, en iniciativa personal del propio pintor, fue donado al Ayuntamiento de Laviana para que ser colgado en el salón de sesiones como homenaje al que había sido el primer diputado salido de nuestro concejo.

El 25 de octubre de 1984, en un sencillo acto en el propio salón de sesiones, presidido por el alcalde Arturo Carrio, se descubrió este retrato, con presencia entre otros de Miguel Ángel Lombardía y Emilio Barbón, y posteriormente se celebró una multitudinaria comida de homenaje en el restaurante Canzana, de la localidad del mismo nombre.

Curiosamente, en esa comida participaron tres personas en representación del Comité Ejecutivo del PSOE de Laviana y cuyo importe, al parecer, abonó la organización socialista. Llegada la noticia a oídos de Emilio Barbón, tomó una de las decisiones que le caracterizaron y el 12 de febrero de 1986 mandó una carta certificada y dirigida a la agrupación socialista-PSOE de Laviana, en la que -genio y figura- muestra su disconformidad con dicha decisión: «Según mis noticias, en la última asamblea de esa agrupación, el compañero secretario de Administración dio cuenta del gasto de 6.600 pesetas por la asistencia de tres miembros del Comité Ejecutivo a la comida posterior al acto de presentación en el Excmo. Ayuntamiento de mi retrato donado al mismo por el pintor d. Miguel Ángel Lombardía, el 25 de octubre del pasado año 1985. Como todo ello carecía de matiz oficial, a no ser lo relativo a la recepción del cuadro por la corporación municipal, entiendo que mi nombre no debe figurar en un gasto no obligado para el partido, y considero mi deber resarcirle del producido por un malentendido que ahora, y máxime en el futuro, pudiera dar lugar a especulaciones no gratas para mi persona; por lo que con esta misma fecha envío a esa agrupación por giro postal la referida cantidad de seis mil seiscientas pesetas, con el ruego de que si la pagada fuera mayor, se me comunique para reponer la diferencia». Despide la carta «con saludos socialistas» y en el archivo constan tanto el resguardo del giro postal de la citada cantidad como el de la carta certificada. Como parece ser que se le dieron las explicaciones oportunas, vuelve a escribir el 20 de febrero aceptándolas, pero, añade, «de todos modos, y habida cuenta de que ya he desembolsado la cantidad de seis mil seiscientas pesetas (6.600) aludida en mi carta anterior, la dono a esa agrupación para ayuda de amortización del precio de la Casa del Pueblo».