Langreo,

Miguel Á. GUTIÉRREZ

Carlos Álvarez-Nóvoa sólo se había subido a las tablas del teatro de La Felguera -la población que lo vio nacer, en 1940- en homenajes y actos institucionales, para entregar o recibir premios. Hoy, a partir de las ocho y cuarto de la tarde, pisará el escenario como actor, metido en la piel de uno de los personajes emblemáticos surgidos de la imaginación de Valle-Inclán. La obra, «La noche de Max Estrella» es una producción del Centro Andaluz de Teatro y el Centro Dramático Gallego, ideada a partir de «Luces de Bohemia».

El actor langreano, residente en Sevilla, presentó la obra en la jornada de ayer tras un encuentro que mantuvo con la alcaldesa, Esther Díaz. El intérprete -premio «Goya» al actor revelación en 1999 por su trabajo en la película «Solas»- reconoce que su debut teatral en el concejo le produce una «emoción especial» que supone un «sueño cumplido». «La ilusión de mi vida era actuar en mi pueblo, en La Felguera. Después de 50 años de hacer teatro ya he pasado por el Palacio Valdés, el Jovellanos y el Campoamor, pero en La Felguera no había estado porque eran montajes escénicos de gran formato o por razones de otro tipo; ya pensaba que no iba a poder hacerlo nunca», explicó Álvarez-Nóvoa, que se comprometió a «dar lo mejor de mi trabajo ante mis paisanos».

Para Álvarez-Nóvoa «Luces de Bohemia» es «la obra fundamental del teatro español contemporáneo» junto a «La Casa de Bernarda Alba» y un claro ejemplo de la utilización del esperpento como «método fustigador» de la sociedad. El vínculo con Max Estrella viene de lejos. Interpretó al personaje por primera vez hace 30 años y fue el tema elegido para su tesis de licenciatura en la carrera de Filología.

«La noche de Max Estrella» -una forma «inédita» de acercarse a «Luces de Bohemia», según remarca el intérprete langreano- supone un montaje de contrastes: nunca Álvarez-Nóvoa estuvo tan solo y a la vez tan acompañado sobre el escenario y nunca una escenografía aparentemente austera comunicó tantas cosas. «Las luces, las imágenes y los sonidos que hay en escena tratan de reflejar lo que el poeta ciego ve en su interior y lo que oye», resalta el actor de La Felguera, para añadir a continuación. «Sobre el escenario estoy solo, aunque arropado por las voces grabadas de 20 actrices y actores que leen los textos de la obra. Yo debo darles respuesta y encajar los tiempos, por lo que no puedo perder la concentración ni un segundo».

Las imágenes son obra de la pintora gallega Pilar Millán y componen una doble proyección, frontal y de fondo, de «un mundo de imágenes que quieren sugerir lo que está en la cabeza del ciego; son abstractas y expresionistas, no pretende ser realistas de ningún modo», apunta Álvarez-Nóvoa. Las luces y la música terminan de completar la atmósfera de la representación. «Intentar recrear el mundo interior del poeta no se ha hecho nunca», apostilla el actor langreano.