Mieres del Camino,

C. M. BASTEIRO

El encaje de bolillos está recomendado por psicólogos y psiquiatras como una técnica de relajación que ayuda a prevenir el estrés y la depresión. Quien lo diría con el bullicio que había ayer en el recinto ferial de Santullano. La asociación cultural El Biemporqué de Mieres celebró ayer su VIII Encuentro de encajeras de bolillos, que reunió a cerca de un millar de aficionados y aficionadas a la labor de toda España. Esta labor ha ganado muchos adeptos en los últimos años y según la organización del encuentro es un buen entretenimiento para que no desesperen los parados y los que están sufriendo la crisis económica. A juzgar por los asistentes al evento, no entiende de situación económica, de sexo ni de edad.

Buena prueba de ello es Marcos Prieto, un praviano de 11 años que lleva dedicándose a la labor desde que tenía 5. Empezó con su abuela, Mari Noguerol, y ahora ya es todo un experto. Asegura que le «entretiene» y busca tiempo «de debajo de las piedras» para poder dedicarse a la labor. «Mi abuela y mi madre hacen encaje de bolillos, casi se puede decir que lo llevo en la sangre», asegura el joven. Reconoce que es habilidoso con las manos y, por eso, de mayor quiere ser pianista o mecánico. Tanta es la afición que se respira en su hogar que incluso su abuelo, Pepe Prieto, se ha atrevido a iniciarse en el encaje de bolillos. «Empecé poco a poco, porque me aburría en los encuentros a los que iba mi mujer, y ahora ya soy casi un profesional», bromea.

En la misma mesa está Margarita Martínez. Es todo un ejemplo de que nunca es tarde para aprender y, a sus 74 años, está iniciando su formación para poder ser una encajera de bolillos en toda regla. Desde los 16 años hace labores de frivolité, un encaje muy antiguo que, según reconoce, «me apasiona». «También me llamaban la atención los bolillos, pero nunca me había atrevido hasta ahora», señaló Martínez. Por el momento ya está buscando para hacerse con una bolillera, los bolillos e hilos. Según los aficionados, el material para empezar a trabajar tiene un coste de unos 50 euros. pero mantener la labor «no resulta caro».

Fueron las penurias económicas de otra época las que impidieron que la madre de Josefina García, de Bilbao, se iniciara en el encaje de bolillos. Ella lleva más de catorce años dedicándole un rato diario de su tiempo a la labor, que desempeña para «cumplir la asignatura pendiente de mi madre». Acudió ayer a Mieres con un grupo de mujeres de Bilbao que llevan años dedicándose al encaje de bolillos y pasó el día enzarzada en la elaboración de una liga para una novia que se la ha encargado.

Con el paso del tiempo, el encaje de bolillos ha dejado de estar reservado a los adornos del hogar y cada vez se encuentran más aplicaciones a las labores. Entre las novedades de este encuentro, la asociación El Buenporqué mostró en el recinto ferial de Santullano una exposición de encaje checo o moderno, una nueva técnica del encaje de bolillos que permite más aplicaciones.

«Con la llegada de la crisis recomendamos esta actividad, porque además de prevenir el estrés, también ayuda a renovar el vestuario o dar un toque distinto al menaje sin tener que gastar», explicó la presidenta de la organización, Maximina Fernández. A la vez, calificó como «un éxito» la participación y añadió que durante la jornada el recinto ferial acogió a más de dos millares de personas, contabilizando a los participantes y los curiosos que no pudieron evitar dar una vuelta para admirar las creaciones.

«Me dedico al encaje de bolillos para cumplir la asignatura pendiente de mi madre, que nunca tuvo tiempo»

<Josefina García >

Encajera de Bilbao

«Estoy aprendiendo porque nunca es tarde y siempre me ha llamado la atención; creo que me encantará»

<Margarita Martínez >

Aficionada de Pravia de 74 años

«Mi madre, mi abuela y mi abuelo hacen encaje de bolillos, creo que lo llevo en la sangre»

<Pablo Prieto >

Aficionado de Pravia de 11 años