Esto de la Semana Santa, ¿es tópico o típico? Jo, es que con el paso del tiempo, pongamos entre década y década, el final de la Cuaresma ya no sé si es algo vacacional, trivial e insustancial, o, por el contrario, persiste en ser un momento o lapsus religioso, hasta diría de gran devoción, recogimiento y, con la obligada Pascua para el católico, un acto de penitencia, confesión de sus deslices e imperfecciones, arrepentimiento y comunión. Es decir, dos momentos y dos situaciones bastante diferentes que, en algunos casos y como reza el dicho, «los extremos se tocan» -y no los extremeños, que también pudiera ser-.

Naturalmente, mis años también discurren pero no de diez en diez, sino más bien de veinte en veinte, como en el parchís, «y tiro porque me toca», porque cuando no lo pueda contar en el juego ni en la vida real?, otro vendrá que sí lo hará y bastante mejor que un servidor de ustedes. Pero todo esto es pura retórica, ya saben, por esa tangente de la que me salgo bastantes más veces de las pretendidas originalmente. Así que sigamos con lo supuesto desde el inicio: la Semana Santa o la Santa Semana.

Conozco mucha gente a nivel individual que su fervor raya ese cielo en el que creen. Guardan con rigurosidad las normas de la iglesia, ayunos y abstinencias impuestas para esos determinados días de la mencionada Cuaresma, asistencia a las charlas que a tal efecto se llevan a cabo, el recordar con el Vía Crucis las estaciones que conmemoran la vida de Jesús Nazareno, acudir a las procesiones que, algunas, con más o menos ostentación se llevan a cabo en muchas ciudades e, incluso, pueblos de gran tradición?, y no sigo porque muchos de ustedes saben más yo lógicamente de esa?, ¿parafernalia? -quizá deba prescindir de su sentido irónico-, las cosas como son, por de todo hay en la viña del Señor.

El contrapunto está en esa marcha de excursión en dirección contraria a lo expresado en el párrafo anterior; el disfrutar de unos días vacacionales en la playa -renegando si no hace buen tiempo y las nubes tapan el sol-; hay quien se va al pueblo de sus ancestros para ponerse como el Quico -nunca conocí a tal personaje, pero se "jarta"?-; los hay que pillan el primer avión y se van de Centro América para abajo; y, para qué continuar, porque también los tenemos que se quedan en casa muy guapamente, ¡oiga!, y aún no les ha ocurrido nada malo.

Y, para rematar esta?, ¿reflexión de baja estofa?, los hay que aprovechan lo primero y lo segundo, porque tienen esa grandiosa facultad de ir de penitencia a la par que distraerse con esas cuestiones que también suele haber lúdicas -sin ser de juego expresamente-, pero sí «juergueteando» para variar de los momentos más serios.

Al final y si se dan cuenta, las compañías de turismo son las que se llevan el pato al agua y nos dicen qué porcentaje se fue a un lado y a otro, pero siempre en cifras relativas, porque lo absoluto?