Mieres / Langreo,

Andrés VELASCO

Este muerto está muy vivo. Pese a que alguna parte de la esfera política tanto en España como en la Unión Europea, vean un futuro funesto a la minería y se empeñen en ir preparando el ataúd para su funeral, la Agencia Internacional de la Energía (IEA, en sus siglas en inglés), un prestigioso organismo formado por 28 países (entre ellos España y Estados Unidos) prevé un crecimiento del 65 por ciento de la utilización del carbón en los próximos 25 años.

En su memoria ejecutiva del año 2011, que conforma un resumen de los estudios y las publicaciones que anualmente realiza el organismo, creado en 1974, vaticina que, en el año 2035, el carbón habrá adelantado al petróleo como «combustible dominante en el mix energético mundial». La Agencia de la Energía también valora que el mineral ha cubierto «cerca de la mitad del incremento de la demanda mundial de energía en la última década». Por ello, resolver la incógnita de si esta tendencia cambiará en los próximos años resulta para la IEA «una de las cuestiones más relevantes para el futuro de la economía mundial», en lo que respecta a la energía. En el informe, basado en investigaciones privadas del organismo, se vaticina que la utilización mundial de carbón aumentará en la próxima década de forma considerable, situándose situándose en un 25% respecto al de 2009.

La Agencia Internacional de la Energía dedica también un análisis a China, cuyo consumo de carbón representa prácticamente «la mitad de la demanda mundial». En este capítulo, esta entidad señala que el plan quinquenal 2011-2015 del gigante asiático incluye una drástica reducción en la intensidad de la energía y las emisiones de carbono, lo que a juicio de la IEA supone «un factor determinante para los mercados mundiales de carbón». En este sentido, apunta que el año 2009, con la explosión de China como importador neto de carbón, «conllevó una subida de precios y nuevas inversiones en otros países exportadores como Australia, Indonesia, Rusia y Mongolia». El organismo alerta de igual forma de que cualquier mínimo cambio en la política china de la demanda o de la oferta podría desencadenar cambios en los mercados con países que están invirtiendo en la actualidad en minería.

El informe ejecutivo de la IEA también hace referencia a las nuevas tecnologías de captura y almacenamiento de CO2, de las que afirma que a pesar de que su desarrollo supondrían «un impulso a las perspectivas del carbón a largo plazo», también existen «considerables escollos» para la puesta en marcha del despliegue de centrales eléctricas más eficientes que usen estos nuevos sistemas. En el documento, la agencia explica que implantar instalaciones de almacenamiento y captura de C02 en las nuevas centrales eléctricas supondrían «unas inversiones relativamente modestas», si bien su implantación en las plantas existentes para mejorar su eficiencia ambiental sería «mucho más onerosa».

En todo caso, en el escenario de nuevas políticas, la tecnología de CO2 debería comenzar a jugar un papel importante a finales del período de 25 años estudiado, si bien el organismo también alerta de que si este sistema «no se extiende ampliamente durante la tercera década de este siglo, supondrá una extraordinaria carga sobre otras tecnologías de baja emisión de carbono para alcanzar un nivel de emisiones acorde con los objetivos climáticos mundiales».