Se hizo público estos días que el Ministerio de Protección Ciudadana de Grecia podrá alquilar a sus agentes de policía para recaudar fondos que contribuyan a equilibrar los gastos de equipamiento de las fuerzas de seguridad. Con este medida, por ejemplo, se podrá contratar los servicio de un agente por treinta euros a la hora. Una muestra que revela una asfixiante coyuntura económica

No hay duda de que la literatura es un eficaz instrumento para contar al mundo la dura realidad griega. Y ese es el propósito de Petros Márkaris en su última novela «Con el agua al cuello», cuya trama se desarrolla en el sofocante verano de 2010, en una Grecia que está al borde de la bancarrota, sumida en una brutal crisis económica y paralizada su capital con manifestaciones, huelgas, protestas, enfrentamientos.

La novela es también una biografía de Atenas y un símbolo de la cultura griega, que se utiliza como una especie de fondo escenográfico e histórico de un tenebroso presente. El protagonista de este interesante relato policíaco es el teniente Jaritos, un comisario irónico y escéptico que investiga los asesinatos de individuos que pertenecen a un «sistema financiero enfermo». Son crímenes con arma blanca, lo que resalta el contraste entre las víctimas, que representan el prototipo más moderno de capitalismo, y el arma blanca de tiempos ancestrales.

Los créditos indiscriminados habrían sumido a medio país en una falsa abundancia, pervirtiendo ciertos valores, como la austeridad, muy arraigados en la sociedad griega. De 1981 en adelante, con la entrada en la Unión Europea, comenzaría en Grecia el período de las falsas ilusiones: «Un día nos fuimos a dormir con un sueño y nos levantamos con una pesadilla y nos estamos dando cuenta de lo que tenemos que pagar por esas falsas ilusiones». La supervivencia cotidiana supone casi un milagro para los más desfavorecidos. Los griegos han perdido además el control de su sistema político. Un sistema al que no se pueden enfrentar y que no pueden cambiar.

El descomunal costo de los Juegos Olímpicos de 2004 celebrados en Atenas fue otra de las causas determinante de la grave crisis griega. Se derrocharon entonces fondos de forma irresponsable, acarreando unas deudas que acabaron de hundir al país en la miseria. Por aquellos gastos desenfrenados fueron cayendo los gobiernos sucesivos. Hasta llegar a la desesperada situación actual.

En la novela de Márkaris se aprecia asimismo una evidente solidaridad entre los países del sur de Europa más debilitados frente a los centroeuropeos mejor situados. Por eso abundan los gestos amistosos hacia España. Por ejemplo, es sorprendente el diálogo de Jaritos con su yerno sobre las preferencias de comprar un coche fabricado en España y no otro de origen alemán. Así como el incondicional apoyo del policía y su familia a la selección española de fútbol en la final de la Copa del Mundo en la que venció a Holanda.

«Con el agua al cuello» es una metáfora de un presentismo que agobia a las naciones europeas más afectadas por la crisis. Dentro de una Unión Europea enfrentada y sin rumbo. Un panorama en el que Grecia haría de cortafuegos evitando la expansión del incendio hacia otros países próximos. Sería por tanto la antesala de la inmediata suerte de España. De cualquier modo, parodiando a un célebre actor cómico, seamos optimistas: las cosas ya no pueden empeorar mucho más.