Mieres del Camino,

C. M. BASTEIRO

La librería Mercantil cerrará próximamente sus puertas y, con ella, buena parte de la difusión cultural de Mieres. La responsable del establecimiento desde hace medio siglo, María Luisa González, ha decidido liquidar la mercancía para jubilarse y, mientras recoge los libros, repasa la historia que ella y su librería, fundada en 1954, han visto desfilar frente al escaparate de la céntrica calle Jerónimo Ibrán.

Fue la madre de María Luisa González la que puso en marcha el negocio. En los años cincuenta, los libros no tenían mucha salida y buscó fórmulas para sacar adelante la tienda. La librería Mercantil era por aquel entonces una especie de bazar, con objetos de decoración y adornos navideños que ponía en el escaparate cada invierno.

Tanto es así que la tienda se convirtió en toda una referencia en la venta de figuras para los belenes, no solo de Mieres, sino de buena parte de la comarca. Para la responsable de la Librería Mercantil, «con este final de la etapa de la librería se va también parte de la riqueza comercial de Mieres, éramos de las únicas tiendas en la zona especializadas en figuras de Nacimiento».

Habla con mucho cariño de su tienda porque con María Luisa González no vale el dicho de «en casa del herrero, cuchillo de palo». Hasta ahora, los libros han sido su vida, la han acompañado siempre. Por eso, para no perder la costumbre y lo primero que hará después de echar el cierre a la tienda, será hacerse socia de la Biblioteca Municipal de Mieres.

Fue a través de la venta de novelas como siguió, muy de cerca, los cambios sociales que se han producido durante el último medio siglo en el concejo. «Antes se leía menos, o por lo menos se compraban menos libros», asegura. En cambio, señala con tristeza que la venta de literatura juvenil ha disminuido «por culpa de las maquinitas, ahora se venden cuentos para niños pequeños pero, en cuanto se ponen con la consola, olvídate».

No todo han sido jarros de agua fría. En los últimos años también ha notado cómo la gente regala novelas con más frecuencia a sus amigos y familiares, algo que recibe con satisfacción. «Lo mejor que se puede regalar a un lector es un buen libro», señala.

Para los que preferían otros productos, la Librería Mercantil fue creciendo con el paso de los años. En la última década se especializó en la venta de material de oficina elaborado con papel reciclado, en revistas y colecciones. Algunos ejemplares terminaron rápidamente en la mano de algún cliente ansioso y otros se devolverán a la fábrica como un sobrante de mercancía.

Le cuesta devolver los libros que no venda, porque María Luisa González lleva más de la mitad de su vida en la Mercantil. Empezó a ayudar a su madre con 17 años y, desde entonces, no ha dejado la librería ni un solo día. Espera con ansia su jubilación, pero tiene sentimientos encontrados. «Por un lado me da pena, pero por otro tengo ganas de descansar y de dedicarme a mi madre. Tiene 102 años y está conmigo en casa», explica con una sonrisa. Mitad nostálgica, mitad ilusionada.