Oviedo,

Ángel FIDALGO

Nibias y Roxil son nombres de dos nuevos vinos asturianos cien por cien ecológicos, de Ibias, para más señas, y que tienen en Oviedo su trampolín para lanzarlos por España. El hostelero entreguín Vicente Merino, entusiasta de la plaza San Miguel de Oviedo, donde se asienta con sus caldos en La Moderna, y dinamizador de esta zona con múltiples actividades a lo largo de todo el año, piensa que a la crisis hay que hacerle frente creyendo en iniciativas que se puedan vender a un precio competitivo.

Hace unas semanas se presentaba en este periódico otra singular iniciativa, la de la primera cerveza elaborada exclusivamente con escanda asturiana y también totalmente ecológica en Ca Beleño. Algo se está moviendo en Oviedo.

La historia de hoy empezó en el año 1032, con los viñedos de los monjes del monasterio de Corias, en Cangas del Narcea, y el ciclo se cierra ahora en la plaza ovetense de San Miguel. El hostelero Vicente Merino y su socio Víctor Chacón, sin miedo a la crisis económica, se embarcaron en la aventura de hacer vino con uva autóctona, una de ellas aseguran que es única en el mundo.

Partieron de la bodega de Chacón Vuelta, en Degaña, donde hasta ahora se estaban haciendo sólo blancos con 6.000 kilos de uvas, que daban para unas 5.000 botellas. Como marca le pusieron Nibias, porque la mayoría de los viñedos están en el pueblo de Uría, en Ibias. Cultivan en total 2,5 hectáreas y en otro pueblo, el de Fecos, se dedican al albarín blanco, una uva autóctona que solo la hay en Cangas del Narcea.

En junio confían en sacar al mercado cuatrocientas botellas de tinto verdejo. Será la prueba que les indique según los resultados si van por el buen camino. Y como no quieren dar puntada sin hilo recurrieron a la fermentación maloláctica en barrica de madera, como se hacía en el sur de Francia. Se trata de una técnica con la que el ácido málico que se encuentra en la pulpa de las uvas se transforma químicamente en ácido láctico.

Ahora, comenta Merino, están en el proceso de clarificaciones, técnica que ejecutarán a la vieja usanza, es decir, con clara de huevo. La pequeña producción lo permite. Además, las botellas de Magnun, las de litro y medio, las embotellarán a mano e irán lacradas y numeradas. Para las de setenta y cinco centilitros emplearán el método industrial tradicional de envasado.

«Y con este vino, que podríamos decir que está hecho en casa, iremos a participar en los concursos nacionales para pasear el nombre de Oviedo y de Asturias con un sólo objetivo: ofrecer calidad y singularidad», resumió Merino.

Y es que con una producción de cuatrocientas botellas, añadió, «no podemos buscar dinero, solo la excelencia que la da un trabajo bien hecho, y si todo va bien el año que viene la producción será mayor, y si no, quedará el trabajo bien hecho».

El hostelero y también bodeguero apostó por tirar por el vino de Asturias y por nuestra uva autóctona, la del verdejo tinto, por la que apuesta desde el CSIC la investigadora de Cangas del Narcea Carmen Martínez, que es toda una autoridad en la materia», comentó Merino.

El hostelero ovetense insiste en que este verdejo «no lo hay en ningún lugar del mundo», y que gracias al enólogo francés Gregori Pérez, que se formó en Burdeos, «le estamos sacando sus mejores cualidades».

¿Hay nicho de mercado? La respuesta de Merino no se hace esperar. «En el caso del vino blanco logramos bajar el precio a la mitad reduciendo costes primero en la recolección de la uva y después en la elaboración y el embotellado, pero con el objetivo de mantener siempre la calidad».