El Entrego, J. A.VEGA

Pequeñas historias que terminan siendo parte de la historia con mayúsculas. Eso es lo que ocurre en «El vuelo de la monarca», libro del escritor asturiano Julio Rodríguez, que supone su regreso a la novela tras la publicación en 2006 de «El mayor poeta del mundo», título con el que ganó el X Premio de Novela Mario Vargas Llosa y con el que resultó finalista del Premio Planeta. El acto, organizado por la Asociación Cultural Cauce del Nalón en colaboración con el Club LA NUEVA ESPAÑA en las Cuencas, fue presentado por Consuelo Antuña, concejala del Ayuntamiento de San Martín del Rey Aurelio; Julio Arbesú, de Cauce, y el escritor Asur Fuente, que hizo una amena presentación del autor, llena de guiños y complicidades.

Fuente comentó que leyendo los libros de Julio Rodríguez «dan ganas de ponerse a escribir» y destacó el realismo y la verosimilitud de la historia ambientada en México con «unos diálogos perfectamente estudiados». También señaló la preocupación social que aparece en toda la novela, centrada en las causas y consecuencias de las migraciones, algo que achacó a la profesión del autor, la psicología. Comentó, además, que el libro es un cruce de novelas de aventuras, viajes e historia.

Tomando el testigo del humor y tono desenfado, Julio Rodríguez señaló que utilizó las mariposas monarca como una metáfora, al referirse a las migraciones que la especie hace de México a Estados Unidos y Canadá. La mariposa abandona cada primavera los bosques mexicanos de Michoacán para emprender un largo viaje a la frontera entre Estados Unidos y Canadá. Son necesarias tres generaciones para hacer el recorrido de ida y una cuarta para volver al origen. Rodríguez comentó que eso es lo que le pasa a bastantes personas que tienen que dejar su país, porque «emigrar es vivir una vida que no te corresponde», una vida que en muchas ocasiones te impide volver. Eso es lo que le ocurre a Sico Tomé, un niño asturiano apasionado por las mariposas que, recién terminada la Guerra Civil, embarca por azar en el vapor Sinaia para cruzar el Atlántico e iniciar su propia metamorfosis. Un barco en el que partieron muchos intelectuales republicanos en el año 1939 como el poeta Pedro Garfias.

Preguntado por el intenso trabajo de documentación que se visualiza en la novela, el autor confesó que «siempre estoy leyendo y estudiando para exprimir historias interesantes» y que cuando escribe una novela, todo lo que pasa alrededor se puede incorporar. Señaló su preocupación por los diálogos, «muy reales en el cine, mientras que en la literatura basta con que sean verosímiles», así que cuando él escribe encuentra «un espacio para la sutileza».

Buscando una similitud con los tiempos revueltos que nos toca vivir, Rodríguez destacó que «es probable que muchas personas tengan que volver a emigrar y pedir ayuda».