Mieres del Camino,

José Ángel GAYOL

El escritor Roberto García ofreció ayer en la Feria de Mieres una charla sobre la vida y la obra del narrador y poeta Howard Phillips Lovecraft. El ponente quiso responder a la pregunta de ¿quién era Lovecraft?. Para Roberto García, «las biografías sobre esta figura adolecen de ciertas construcciones artificiales sobre quién era en verdad. Siempre fue más un personaje que una persona. Él se llamaba a sí mismo un caballero del siglo XVIII, y Lovecraft inventó para los demás lo que los demás querían que él fuera».

La charla se enmarcó dentro de la programación del Club LA NUEVA ESPAÑA en las Cuencas y estuvo organizada por «FIMI Project». Lovecraft es uno de los mejores autores de la historia de la Literatura, pero su vida está llena de matices. «Era un personaje tremendamente contradictorio», reconoció el ponente, que dio un repaso a la vida del autor de «Providence», desde su infancia con un padre internado en un psiquiátrico y una madre histérica que cuidó de Lovecraft con cariño obsesivo, y que lo vestía como una niña porque había querido tener una hija y no la tuvo. Una figura importante fue su abuelo, que le dio un cultura amplia en cuestiones filosóficas, históricas y literarias. Sin embargo, su abuelo murió a los once años, por lo que quedó en manos de su madre. Esta mujer se preocupaba en exceso por pequeñeces. Lovecraft se interesó por la astronomía y también desde muy temprano empezó a escribir y a publicar relatos. Entró en la adolescencia con una crisis nerviosa y estuvo cuatro años sin hacer nada. Su madre estaba encantada. De está época salió con varias conclusiones. La primera fue que él era «dinero viejo» y no debía trabajar porque eso era de nuevos ricos. En segundo lugar, comenzó a colaborar con periódicos de aficionados, un medio de comunicación que tuvo un cierto auge, y que consistía en redes de publicación en las que las personas se intercambiaban artículos periodísticos. Este sistema precursor de los actuales blogs motivó que Lovecraft tuviera una enorme red de contactos. Entre ellos había numerosos escritores. Viajó a varias ciudades para conocer a sus contactos y a asistir a conferencias y congresos.

Fallecida su madre, en uno de los viajes conoció a su mujer, Sonia. Se casaron, pero Lovecraft pronto se dio cuenta de que no encajaba en el mundo. No mantenía sus trabajos, su mujer ganaba más y eso le molestaba, denigraba su propia obra, carecía de habilidades sociales, con el crack de 1929 entraron en un periodo de decadencia... Divorciado de su mujer, advierte que ha tirado su existencia. Le diagnostican un cáncer, pero no acude al doctor porque piensa que «un caballero no debe ir al médico». La enfermedad, al fin, acaba pronto con su vida, «una vida que Lovecraft consideró desperdiciada», resumió Roberto García.