León,

Andrés VELASCO

Miles de personas recibieron ayer, en pleno centro de León, a la marcha del carbón. La de ayer ha sido, hasta la fecha, la etapa más dura para los 160 mineros de Asturias y León desde que comenzaran la ruta el pasado viernes. Temperaturas de más de 35 grados les han acompañado en las más de seis horas de caminata entre la localidad de La Robla hasta el centro de León, cuyo corazón y el de sus vecinos, conquistaron con su entrega.

A su llegada a la primera gran capital de la ruta, los caminantes tuvieron que variar el itinerario previsto, ante las prohibiciones de la Policía Local para llegar por el camino establecido inicialmente, ya que podía acarrear un caos de tráfico. Eso sí, los mineros ya comenzaron a recibir el calor de los vecinos desde la entrada a la ciudad. También se acercaron a mostrar su apoyo muchas otras personas desde las distintas localidades leonesas cuyo futuro depende del carbón, como Fabero o Villablino. Y como no, muchos asturianos, en su mayoría familiares, amigos y compañeros, quisieron estar allí con ellos para que sigan sintiendo que «en su lucha no están solos». El grueso de la muchedumbre que quiso rendir pleitesía a los trabajadores les estaba esperando en los aledaños de la Diputación de León. Previamente, los mineros había rodeado la Catedral y bajado por la calle Ancha, una de las principales arterias de la zona cultural y de ocio de la ciudad. Precisamente allí, un pasillo humano se dejaba las manos aplaudiendo a los mineros, en dos filas, que caminaban hacia el palacio de Los Guzmanes.

Emotivo fue el saludo que tuvieron en esa calle y solamente separados por las rejas de los ventanales de la Diputación con los mineros encerrados en el interior del Palacio. A su paso, aplausos recíprocos y gritos de ánimo entre unos y otros, aderezados por la tremenda ovación que no cesó ni un instante por parte de los congregados en León para homenajear a los mineros. Los petardos también resonaban de lo lindo. Ya son expertos en estas lides y el ruido atronador acompañó como cada jornada la llegada de la marcha del carbón.

Tras dar una vuelta a la plaza de Santo Domingo, los mineros volvieron a la entrada de la Diputación, donde finalizarían la quinta etapa. Todavía permanecieron allí unos minutos para recibir el calor de la gente y las palabras de ánimo de los encerrados, que les respaldaron para seguir «directos a Madrid».

Extenuados, los trabajadores fueron en autobús hasta el polideportivo de Margarita Flores, donde pasarán la noche tras cedérselo el Ayuntamiento de León. Lo que la Corporación leonesa, auspiciándose en la crisis no concedía a los trabajadores era la cena, como venían haciendo en las últimas localidades de llegada en la ruta. Finalmente, todos los concejales decidieron poner ellos mismos dinero de su bolsillo para que los mineros tuvieran una cena y un desayuno caliente.

Además, León está en plenas fiestas de San Pedro, aunque los mineros no tenían previsto aprovecharlas demasiado. «Algo veremos, pero no estamos como para salir de fiesta, nos ocupan muchos problemas y el cansancio ya se hace notar tras un día duro como el de hoy», comentaban.

La etapa de ayer fue la más dura hasta la fecha de todas las que llevan realizadas. Salieron pasadas las nueve y media de la mañana desde La Robla, ya con una temperatura alta, de más de 20 grados, que hacía presagiar la que se les venía encima. En la jornada de ayer también tuvieron que cambiar la ruta prevista y evitaron la caminata por la carretera Nacional 630, por que se hacía imposible encontrar pueblos o parajes con sombra.

Como alternativa, y pese a rodear un par de kilómetros, los mineros fueron por la CL-623 y por otras vías comarcales. Tras alguna parada para hidratarse, los trabajadores se detuvieron a comer en la localidad de Lorenzana, donde también les dio tiempo a hacer un descanso prolongada antes del último tramo de la etapa hasta León.

Durante todo el día fueron varios los mineros que tuvieron que visitar la ambulancia. El calor en el asfalto, con temperaturas superiores a los 50 grados, hizo mella en los pies de los mineros. Ampollas, rozaduras y contusiones fueron los inconvenientes más repetidos entre los marchantes. Eso sí, a León llegaron todos. Cansados, pero todos. Además, de nuevo volvieron a recibir visitas de ciudadanos anónimos, como u grupo motero de Gijón, que les acercó tabaco, comida y bebida. También de los trabajadores regulados de Arcelor, que quisieron estar con los mineros.

Para hoy tienen otra larga etapa por delante, aunque, al contrario que en anteriores jornadas, madrugarán para ponerse en ruta. Está previsto que la salida sea en torno a las siete mañana para evitar un par de horas o tres de calor. Tendrán por delante más de 30 kilómetros de etapa hasta la localidad de Villamañán.