Robles agradeció el «sacrificio» realizado por David, José Abelardo, Carlos y Darío y de manera muy especial a sus familias. Con medidas como ésta, señaló, «hemos conseguido remover a los ciudadanos a nivel nacional que dicen que no podemos soportar estos recortes». Estos cuatro trabajadores del sector, prosiguió, «han antepuesto los intereses de todos por encima de los suyos».

A continuación, tomó la palabra el secretario general de FITAG-UGT, Antonio Deúsa, que les agradeció «lo que habéis hecho», con lo que lograron «convertirse en referente». «Hoy es un punto seguido en la lucha porque no vamos a parar» y «vamos a llegar hasta el final», dijo.

La última intervención fue la de David García Fariza, el encerrado que abandonó en primer lugar la jaula ayer, y que no aguantó hasta el final del acto para abrazarse a su esposa. En nombre de los cuatro encerrados agradeció a todos aquellos que asistían a su salida del pozo y a los que les transmitieron sus ánimos durante el encierro. «Tenemos a compañeros ahí dentro y tenemos que seguir luchando unidos y defender nuestros derechos», apuntó García Fariza antes de abandonar la explanada hacia el botiquín y posteriormente a un centro hospitalario para realizar un reconocimiento médico. Junto a ellos estuvo Jesús Roberto García Irazusta, que inició con ellos el encierro pero que tuvo que abandonarlo aquejado de una crisis de ansiedad. Aunque no quería estar en el estrado, sus compañeros no le dejaron marchar.

El encierro concluyó en los dos pozos después de que la comisión ejecutiva del SOMA-FITAG-UGT y los delegados de la federación en los pozos Candín y Santiago trasladase a los siete mineros la necesidad de poner fin a esta acción con el fin de salvaguardar su integridad física.

Ahora, la prioridad para estos trabajadores es intentar normalizar lo antes posible su vida familiar y con los compañeros, según explican varios médicos con trabajo vinculado al sector. Los expertos aconsejan no «apabullarlos» ya que han pasado un amplio periodo aislados, sin contacto físico con sus familiares y con su entorno.

Fueron siete semanas en el interior de un pozo, a 600 metros de profundidad, donde las 24 horas se hacen largas y la ausencia de luz exterior impide diferenciar el día de la noche. Esta situación puede generar, indican los sanitarios, problemas físicos y psíquicos. Entre los primeros la atrofia muscular a pesar de que en el interior de la explotación se haya realizado mucho ejercicio físico. Es importante también que realicen una revisión ocular además de la protección al salir del encierro. Todos estos problemas físicos se pueden recuperar en un par de semanas.

Los expertos recomiendan una revisión médica que incluya un examen psicológico porque «en estos casos siempre hay gente que sale más fuerte y otros menos».