Mieres / Langreo,

A. V. / E. P. / J. V.

«Una acción épica» en la historia de la minería. Así calificaba ayer el secretario general del SOMA-FITAG-UGT, José Ángel Fernández Villa, el encierro de los mineros en los pozos Santiago y Candín de Aller y Langreo, respectivamente.

El dirigente sindical aseguró que su acción «ha marcado un hito en la historia del movimiento obrero tras 50 días de encierro a 600 metros de profundidad». El sindicalista indicó que la protesta «ha logrado sensibilizar a la opinión pública y desencadenar nuevas acciones de respuesta ante la intransigencia difícilmente justificable del Gobierno, que de no rectificar condenará la pervivencia del sector, tanto de la empresa pública como de las privadas, y el futuro de las propias comarcas mineras, con los efectos para la economía y el empleo que ello acarrearía».

Asimismo, Fernández-Villa destacó «la convicción y compromiso de los trabajadores en una acción tan significativa y emblemática como es un encierro en la mina». Por ello, indicó que finalizan su protesta «con orgullo, dignidad y la cabeza bien alta, sabiendo que han defendido legítimamente lo que corresponde, que no es otra cosa que el cumplimiento del Plan del Carbón, así como el plan de la empresa pública». También hubo palabras para los familiares y compañeros de los encerrados «que han compartido su sufrimiento desde el exterior y no han dejado de darles apoyo y ánimo».

El sindicalista también defendió la necesidad de acabar ayer con el encierro de cincuenta días «por salvaguardar su integridad física y que no tengan consecuencias en el futuro». Para Fernández Villa, que hablaba en nombre del resto de su sindicato, «son más importante ellos», dando cuenta del «sentimiento solidario y humanista de la clase obrera. No permitiríamos que pusieran en riesgo su salud».

A los encerrados en el pozo Candín les recordó su encierro en Barredo, iniciado el 24 de diciembre de 1991, y aseguró que «los resultados se vieron a medio plazo». «Habéis removido conciencias», les señaló.

«Salen estos valientes», aseveró, dirigiéndose a los cuatro mineros que habían vivido 50 días a 600 metros de profundidad «pero otros han entrado».