Nadie se lo podía haber imaginado un par de meses antes, pero la vida tiene estas cosas. Cándido Barbón, masón, concejal socialista con Manuel Llaneza, revolucionario en 1934, preso y torturado más tarde, combatiente en la Guerra Civil, pero sobre todo asturiano de la Cuenca minera, fue a morir defendiendo la bandera vasca en el frente del Cinturón de Hierro. Ya lo ven, mucha historia para contar en una página, por eso empiezo ya, sin más adornos.

Cándido, hijo de Telesforo Barbón y Carmen Entrago, nació el 25 de julio de 1894, y empezó muy pronto a trabajar en las minas de Turón. Allí pasó su juventud y pudo formar su propia familia, participando muy pronto en la vida política del valle dentro de la Agrupación Socialista, que llegó a presidir en 1918, después de haber sufrido las consecuencias por su activa participación en la huelga revolucionaria que había tenido lugar un año antes, lo que le llevó a dar con sus huesos en el Penal de Cartagena.

Su caso fue uno de los citados por Andrés Saborit en el informe que presentó ante el Congreso de los Diputados los días 24 y 25 de mayo de 1918: «?Los obreros Cesar Suárez, Clemente de Bueno, Benigno García y Cándido Barbón fueron cogidos a diferentes horas; les pegaron durante todo el día; a las once de la noche los sacaron a u despoblado; a Cándido Barbón le hicieron ponerse de rodillas, y haciendo un simulacro de fusilamiento le pusieron un revolver en la sien. Este hombre, este compañero asustado, dicen los mineros que llegó a manifestar algo de lo que quería la fuerza que dijera, y lo que quería la fuerza que dijese era dónde estaba Llaneza, donde estaban las armas?».

Las torturas no pudieron con él, ya que no tardó en volver a la propaganda socialista dirigiendo la publicación mensual «El despertar de Turón», que se comenzó a editar en 1919 y, como otras revistas políticas locales que salieron a la calle en el Mieres de aquella época, tuvo una vida corta: apenas cuatro números. Pero a la vez su inquietud intelectual le hizo buscar nuevos caminos y así llamó a las puertas de la Masonería en la Logia «Argüelles» nº 3 que se había constituido de Oviedo en 1925.

Seguramente llegó hasta allí de la mano de algún compañero socialista, que tal vez fuese el abogado Juan Pablo García, quien iba a ocupar el cargo de Gran Comendador del Supremo Consejo del Grado 33º para España en la década de 1970, o el republicano Joaquín Fernández Riesgo, concejal de esta tendencia en el consistorio que dirigió Manuel Llaneza. Joaquín, también era de Turón y con él y otros vecinos que también se sentaban en la misma logia, pudo formar el Triángulo «Costa» en la localidad minera para evitar así los molestos desplazamientos a la capital.

Este invierno estuve en la Casa de Cultura turonesa dando una charla al alimón con Víctor Guerra, uno de los mayores expertos en estos temas, y él, que ha escudriñado en los archivos más que nadie, ha llegado a la conclusión de que Cándido Barbón fue el único minero iniciado como masón en Asturias, donde sí hubo capataces y otros empleados de las explotaciones pero ninguno más que hubiese llegado a compartir la oscuridad de la galería con la de la «cámara de reflexión». Y no por una cuestión de elitismo, ya que entre los miembros de las logias asturianas encontramos también a jornaleros, obreros manuales y hasta anarquistas de casta como Eleuterio Quintanilla.

Barbón, quiso compaginar su ideal socialista con la membresía masónica y por ello escogió como nombre simbólico el de «Kautsky», para homenajear así a un teórico marxista centroeuropeo. Su elección no fue inocente, ya que se dio en el marco de las disputas que se vivieron con intensidad en el socialismo de la Cuenca minera entre partidarios y detractores de la entrada en la III Internacional. Él se sumó inicialmente a las tesis pro-soviéticas con la Agrupación Socialista de Turón y llegó a ser uno de los primeros dirigentes del Partido Comunista de Asturias. Luego, se enteró de que Moscú consideraba a los masones como «restos de la burguesía decimonónica y como una quinta columna del capitalismo», prohibiendo a sus seguidores la permanencia en la Hermandad y, obligado a elegir, obró en consecuencia y volvió otra vez al socialismo donde no se planteaba este problema.

Sepan, de paso, que, mucho más tarde, cuando se empezó a conocer lo que Hitler estaba haciendo en los campos de concentración alemanes, según el profesor Aldo A. Mola, de la Universidad de Milán, los soviéticos seguían considerando que «los fascistas y nazis que eliminaban a los masones no hacían otra cosa que ahorrarles trabajo a los regímenes comunistas».

Esta es una cuestión que merece un estudio más detallado, sobre todo en España, donde se dieron casos como el Andréu Nin, iniciado en la logia barcelonesa «Adelante» nº 360 y maestro venerable en 1917 de la logia «Justicia» Nº 393, que tuvo que escuchar decir a Trotski opiniones como la de que la masonería no representaba otra cosa que un proceso de infiltración de la pequeña burguesía en todas las capas sociales.

En fin, volvamos a lo nuestro, al 14 de abril de 1931, para ver a Cándido Barbón dirigiéndose a los vecinos, al término de un espontáneo y bullicioso desfile popular de celebración, para proclamar la República y entrar a formar parte, tres días más tarde, de la nueva corporación, junto a Leoncio Villanueva, también compañero del Triángulo Costa. Ambos fueron destituidos tras la revolución de Octubre y pasaron directamente del Salón de Plenos a ser torturados en «El Hachu».

Con la Guerra Civil sabemos otra vez de él, luchando y participando activamente en la resistencia que se vivía en secreto en los barrios obreros de Oviedo. Vean este párrafo que dejó escrito el tránsfuga Oscar Pérez Solís sobre este episodio: «?Y me parece que antes de la ofensiva roja de octubre hubo bastante actividad de este género. Hasta sospecho que vinieron a Oviedo emisarios del campo rojo para dar instrucciones a nuestro enemigo interior sobre lo que debía hacer cuando los sitiadores hubiesen arrollado nuestra resistencia, cosa que ellos se figuraban, tenían al alcance de la mano. Por aquellos días se me dijo -y como es de cajón, puse el caso en conocimiento de la Policía- que a Cándido Barbón, un conocido jefe marxista de Mieres, donde creo que había sido alcalde, se le había visto en Santo Domingo. Por torpeza involuntaria de los que en el primer momento debían haber obrado con inteligencia y rapidez, las activas diligencias de la Policía no dieron el resultado apetecido, pero la impresión obtenida fue la de que, en efecto, el Cándido Barbón, cuya pista se perdió rápidamente, había estado en Oviedo. ¿A qué? Es de presumir».

En efecto, el minero turonés pudo presumir de haber entrado en Oviedo, aunque no desfilando en señal de victoria, como habría deseado. Aquello fue poco antes de que el destino le mostrase inesperadamente una carta marcada. Después de haberse jugado tantas veces el pellejo en Asturias, fue a dejar su vida en un monte del Cinturón de Hierro vasco.

Cándido Barbón Entrago cayó en combate el 12 de junio de 1937 en Larrabetzu, cuando aquel frente sufrió los ataques más duros de la ofensiva franquista. Aquella fue una de las zonas más castigadas por los bombardeos de la «Legión Cóndor» y allí se pueden observar todavía hoy las fortificaciones que atravesaban el casco urbano del pueblo, cuya población civil había sido evacuada hacia la retaguardia en febrero de aquel año.

Para ayudar a la defensa de aquel punto estratégico, el Ejército Vasco (Euzko Gudarostea) fue apoyado por otras unidades del Ejército Popular que llegaron desde Santander y, sobre todo desde Asturias. Dicen que los asturianos no encajaron bien al principio entre los nacionalistas vascos porque defendían una revolución que no era la suya, pero el caso es que muchos, como Cándido Barbón, no dudaron en regar aquella tierra con su sangre.

Si ustedes se acercan alguna vez hasta allí, no dejen de visitar el pinar de Bolumburu y, si pueden, dejen unas flores ante la fosa común donde se encuentran los restos de los milicianos asturianos caídos en aquellos días de la primavera de 1937.

En cuanto a nuestro paisano, ni después de muerto pudo librarse de la persecución franquista, porque la obsesión de los vencedores no se paraba en minucias. En 1948, el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo aún andaba recabando informes para completar el expediente masónico del hermano «Kautsky». Aunque supongo que a él ya no le podría afectar mucho que le multasen y menos aún que le prohibiesen ejercer ningún empleo o cargo de carácter público?