Mieres del Camino,

J. VIVAS

«Chorthippus cazurroi». Así se denomina al saltamontes asturleonés que están estudiando en la Unidad Mixta de Investigación en Biodiversidad (UMIB), con sede en el edificio de investigación del campus de Mieres. Descubierto en 1898 por el naturalista Ignacio Bolívar y Urrutia, no debe su apellido «cazurroi» a su procedencia, sino a Manuel Cazurro, discípulo del naturalista. Su interés, tal y como destaca la investigadora de la UMIB, Paola Laiolo, «es que es una especie autóctona que, a pesar de haber sido descubierta en el siglo XIX, aún no se había estudiado».

La investigación, encabezada por Laiolo, también cuenta con el apoyo de los investigadores José Ramón Obeso y Juan Carlos Illera, ambos miembros también de la UMIB. Los tres llevan estudiando este saltamontes de alta montaña desde hace un año y su interés radica en cómo estos ortópteros se han podido adaptar a climas fríos, ya que tradicionalmente se desarrollan en zonas tropicales. Asimismo, Laiolo aseguró que estas especies «pueden ser buenos centinelas para el estudio del cambio climático». Una investigación muy relacionada con otra que también lleva a cabo la investigadora de la UMIB centrada en las aves de alta montaña de la cordillera cantábrica para conocer si la vida de estos pájaros es más longeva en función de la altitud en la que se asientan comprobando, además, su comportamiento con respecto al cambio climático. De hecho, la investigación del saltamontes surgió al estudiar las presas de estas aves de alta montaña, ya que los ortópteros servían como alimento.

La investigadora destacó que estos saltamontes, que se encuentran en un estado óptimo a 2.000 metros de altitud, «son una buena especie modelo para estudiar el fenómeno de aislamiento en alta montaña». Laiolo señaló que las zonas más altas de los picos son como islas para estos insectos, «y es interesante saber cómo han llegado de un pico a otro, a pesar de que tienen unas alas muy cortas». Su corto periodo de vida también es un inconveniente a la hora de estudiar estos saltamontes. «Los primeros adultos se encuentran a finales de julio y a finales de octubre se mueren. Eso sí, antes ponen sus huevos, que se desarrollan en la tardía primavera», explica la investigadora. El equipo de la UMIB ha capturado varios de estos ortópteros para criarlos en el laboratorio, así como sus huevos, imitando las condiciones que tienen en la alta montaña. De momento, y al estar la investigación en un estado inicial, «tendremos que esperar hasta el año que viene para conocer los resultados», explica Laiolo.