De nuevo llevamos otro sobresalto con nuestra minería del carbón como consecuencia de la decisión del ministro Soria de enviar su propuesta a Bruselas sin perder ni un minuto dialogando con los sindicatos. La presidenta del PP de Asturias avala públicamente esta posición y acusa a los sindicatos de elegir la pancarta en lugar de optar por el diálogo. Si no estuviera tan reciente el último conflicto de la minería del carbón, esta demagogia podría encontrar algún eco, pero a tenor de lo sucedido esta primavera pasada, dichas manifestaciones se descalifican por si mismas.

Pero vayamos al meollo del asunto. No es cierto que exista ninguna exigencia de la UE para cerrar la minería en 2018, el Tratado CECA expiró en el año 2002, lo que si ocurre es que ni el gobierno anterior hizo bien los deberes a este respecto, ni el comisario de la competencia don Joaquín Almunia, ha contribuido lo más mínimo en aclarar este embrollo, que poco tiene que ver con las exigencias de la UE.

No pretendo distraerme ni distraer a nadie con el análisis de algunos errores cometidos en el último conflicto minero, porque ya son hechos consumados, pretendo más bien propiciar cierto ambiente de resonancia porque es posible articular una alternativa a la problemática actual, si consideramos la importancia que este hecho tiene para Asturias y para las cuencas mineras. Tenemos dos opciones: resignarnos hasta ver el final en el año 2018 o razonar si son posibles otras alternativas en un mundo que a todas luces no permanece estático, porque hasta las piedras se mueven.

En la UE, se empiezan a replantear la cuestión energética como un hecho de primordial importancia y ello sin profundizar en cual va ser el devenir futuro de países productores de carbón como Polonia, Chequia, etc. La Agencia Internacional de la Energía, nos indica por otra parte, movimientos similares en el ámbito mundial según su último informe publicado a través de su órgano de difusión oficial World Energy Outlook.

Así, Alemania ha revisado recientemente sus previsiones energéticas proyectando la construcción de nuevas centrales térmicas de carbón en detrimento de la energía nuclear, Japón se replantea este asunto en términos similares, por poner dos ejemplos equidistantes geográficamente en nuestro planeta, pero ambos países ocupando puestos relevantes en el liderazgo económico de este mundo de economía globalizada.

Voy a hacer uso del folleto que he recibido este mes de mi compañía suministradora de electricidad junto al recibo de tarifa eléctrica. La producción de energía eléctrica producida en España durante el año 2011 se distribuye como sigue: 19,8% energía nuclear, 2,5% fuel-gas, 31,1% renovables, 12,2 % cogeneración, 17,6% gas natural y 15,6 % carbón.

Por cierto, las energías renovables según el propio sistema eléctrico, son las causantes del déficit tarifario que ha multiplicado por dos nuestro recibo de la luz, pero en este tema tan romántico sobre el cambio climático, prefiero no entrar por el momento, simplemente me quedo con un dato fácilmente verificable: garantizar la capacidad de suministro eléctrico de nuestra industria, depende en buena medida de lo que ocurra en Oriente Próximo, que es la zona más inestable y más conflictiva del planeta.

¿Resulta o no resulta estratégica nuestra producción autóctona de carbón? Nuestro carbón autóctono se encuentra concentrado fundamentalmente entre Asturias y León donde curiosamente se concentra también el parque termoeléctrico nacional, porque la central térmica de Escucha en Teruel, cerró el pasado 31 de Diciembre.

Si esta es la realidad, ¿porque razón no resulta interesante profundizar en las posibilidades de considerar una reserva estratégica de la que se beneficiaría el conjunto del estado español? El pretexto sobre la diferencia de coste entre carbón autóctono y carbón importado, resulta tan endeble como asegurar que los precios actuales del carbón importado, permanecerán inamovibles a tenor de las previsiones de un incremento considerable del consumo de carbón a escala mundial hasta el año 2030, con unos precios que son la resultante de las fluctuaciones del mercado incluido el flete de transporte.

Sigo adelante con mi razonamiento. Ya se que para el PP hablar de nacionalización es un concepto ideológico, del mismo modo que se que al PSOE, esta palabra de nacionalización, le produce también cierta sensación de vértigo, pero veamos esta posibilidad no como una cuestión ideológica, sino como algo que resulta útil a España.

Prosigamos en el razonamiento. Las concesiones mineras, solamente son concesiones, porque desde la época de Jovellanos, los minerales del subsuelo son propiedad del estado español y por tanto no hay nada que expropiar.

Cualquier conocedor de la minería del carbón sabe que el precio de venta o de compra de una mina de carbón se evalúa fundamentalmente por la cuantía de la subvención que percibe de los Presupuestos Generales del Estado, y esto es así porque la minería del carbón es un sector que canaliza subvenciones y ahí justamente radica el negocio.

El volumen total de las subvenciones que percibe la minería del carbón de los Presupuestos Generales del Estado se distribuye entre empresa pública y empresa privada. Resulta útil verificar como se distribuye cuantitativamente y cualitativamente este volumen de recursos del estado.

¿Por qué tiene que resultar descabellado cuando las concesiones mineras son propiedad del estado, y las subvenciones para su funcionamiento proceden de los Presupuestos Generales del Estado, concentrar en la empresa publica HUNOSA la reserva estratégica de la única fuente de energía autóctona de nuestro país? Por supuesto con una HUNOSA, bien gestionada y cuando un gestor sea un inútil, expulsarlo al mundo.

No se alarme nadie, no estoy emulando a Evo Morales, simplemente estoy situando la disyuntiva en que nos encontramos: aguardar resignadamente hasta el 2018, y sálvese quien pueda, si lo asiste una prejubilación, o por el contrario, encarar el problema y pelear por presentar una alternativa creíble y por tanto posible.

No es tan descabellado. Con el gobierno del PSOE Minas de Figaredo fue anexionada al sector público, cuando la familia Figaredo consideró que no le interesaba el negocio y en el primer gobierno del PP, el entonces secretario de estado para la energía don Nemesio Fernández Cuesta, nos hizo a los sindicatos una propuesta para incorporar en el sector público a la Minero Siderúrgica de Ponferrada.

Desconozco las razones que llevaron después al gobierno del PP a dar marcha atrás, pero la propuesta existir, existió, como existió también un intento similar con Mina de la Camocha, y si alguien tiene dudas, las puede despejar cotejando esta afirmación con alguno de los gestores en la empresa pública y con otros cargos institucionales del gobierno de entonces.

Articular una alternativa de esta índole, pondría fin a la incertidumbre que no cesa, permitiría generar de nuevo ilusión para tener un referente por el que pelear y de conseguirlo, Asturias y las cuencas mineras, sin despreciar otras alternativas, podrían hacer realidad la tan anhelada reindustrialización.

No seré yo quien apunte quien debería liderar esta alternativa, pero seguramente que la persona mas adecuada no es el ministro Soria, tan conocedor del sector industrial de nuestro país, que me recuerda a la reportera que cubría cierta información deportiva en los mundiales de fútbol, cuando le preguntaron por el entrenador de la selección, «Del Bosque», y respondió taxativamente que a ella le molaba más la playa.