Los hermanos Lumiere, al inventar el cine (1893-1896) no imaginaron ni en sus mejores fantasías la repercusión extraordinaria que en los años siguientes registraría en el mundo su invento. La primera exhibición de cine en España sería en Madrid en 1896 en el Hotel Rusia en la calle San Jerónimo. En Oviedo en el café Pasaje en 1900 se conocerían las primeras imágenes del revolucionario descubrimiento. Posteriormente surgirían el cine Fandiño y el teatro Celso.

Los primeros locales improvisados como salas de cine en los albores del pasado siglo eran antiguo cafés o cafés-teatros que fueron reconvertidos para la proyección cinematográfica. Incluso en la posguerra se utilizaron los locales más variopintos, bajos de edificios, garajes y hasta barracones. En Tapia de Casariego se proyectaban películas en el salón de plenos del Ayuntamiento

l El cine en Laviana. En Laviana existía el antiguo teatro Colón, donde se proyectaban películas. Posteriormente, en 1909, pasaría a llamarse Canelo y diversas compañías teatrales de cierto rango lo visitaban. El sábado 6 de setiembre de 1930 se inauguraba el Cinema Moderno con el título «Marinero a la fuerza» y la comedia frívola «Cuidado con el teléfono». Dos meses más tarde, en noviembre, surgirían las primeras protestas del público por la baja calidad de la programación y al mes siguiente la empresa adquiría una radiogramola para satisfacción de los aficionados. El cine continuaba con la mejora de las instalaciones y en enero del siguiente año -1931- se instalaría la calefacción y aún faltaba la mayor innovación: el cine sonoro qué sería la gran novedad en el otoño del citado año.

El Cinema Moderno servía para otra clase de espectáculos y así en el verano de 1931 los famosos «Cuatro Ases» ofrecerían un recital de canciones asturianas. El diario «El Carbayón» de fecha 25 de febrero de 1932 se refiere al cine «Madrid», con ocasión del celebrado estreno de «Horizontes Nuevos», suponemos que se trata de un error tipográfico y que corresponde al «Moderno».

En la posguerra, en la primavera de 1943, se inauguraría el Gran Teatro Maxi, con sala de baile y teatro, amplios camerinos y un equipo de proyección sonora de «primer orden». Uno de los teatros-cines mejor dotados de la provincia y que durante décadas sería santo y seña del cine en Laviana. No obstante, no estuvo exento de polémicas, y al igual que ocurriera con el Moderno en 1930, en febrero de 1955 la empresa del Maxi fue centro de críticas por la falta de calidad de las cintas y por un exceso de venta de localidades y el uso de sillas supletorias. En Barredos existió la sala de cine Peñamayor en los años 50.

l El cine en Aller. Caborana y Moreda mantuvieron durante mucho tiempo por su proximidad, apenas un kilometro, cierta rivalidad cinematográfica, más acusada en los años 40 y 50 de la pasada centuria. El cine Olimpia de Caborana, propiedad de Antonio Rodríguez Palacios se había fundado en 1924 y tuvo como teatro-cine un protagonismo notable. Entre sus estrenos más sobresalientes destacó «Bajo las nieblas de Asturias» el 2 de abril de 1927. Unas fechas más tarde, el 27 de mayo, la actuación de la compañía teatral de Valeriano León y Aurora Redondo, pareja en la vida real y en el teatro, ponían en escena la obra de Arniches «Es mi hombre» con un éxito arrollador. La implantación de la novedad sonora fue otro hito importante en la vida del cine, exhibiéndose el primer título en el nuevo sistema «La llama sagrada». Otro impacto del cine coincidió con la proyección de la primera versión de «Ben Hur» el 25 de marzo de 1933. Este mismo año se anunciaba por la empresa titular su deseo de traspaso.

El Olimpia para su tiempo era un cine moderno. Con un equipamiento técnico notable y avanzado, durante muchos años fue un emblema singular de Caborana. Se reinauguraría el 25 de noviembre de 1952 siendo propietario Ángel González.

Por su parte Moreda albergó uno de los locales de cine más modernos de Asturias en 1906, probablemente en el café Colón, pero no tenemos constancia documental. En abril de 1910 la prensa regional se hace eco de las proyecciones cinematográficas en el citado café con cintas alusivas a la guerra de Melilla y otras de carácter religioso. En marzo de 1918 la película «Mancha roja» atrae a numeroso público. El 12 de mayo de 1922 el diario «La Prensa» de Gijón da cuenta de la reinauguración de la sala Pabellón Ideal propiedad de Máximo Álvarez con la película «La novia número 13». En los años siguientes Pabellón Ideal continuaría con su actividad. Según algunas fuentes, en 1927 se fundó el Teatro-Cine Moreda pero no disponemos de datos sobre el mismo. En septiembre de 1931 se inaugura el Teatro-Cine Covadonga propiedad del Sindicato Minero Católico dotado con 350 butacas. El cine sonoro se estrenaría en aquel otoño con la película alemana titulada «Namba».

En la posguerra la empresa Laca Pardo asumiría la programación. Posteriormente surgirían las ya conocidas salas del cine Carmen promovida por el párroco Eloy Martino en locales de Educación y Descanso a principios de los 50 y más próximo el cine María Eugenia (1965-1989) propiedad del conocido actor asturiano José Suárez muy vinculado a Moreda por su matrimonio con una moredense.

Hubo otros locales en el municipio que no llegaban, ni de lejos a la categoría de salas de cine. En Cabañaquinta estaba el cinema Velasco propiedad de José Díaz Velasco. En la sala de baile de La Panera en Collanzo recuerdo proyecciones de películas. René Baizán titular de La Panera llevaría el cine a varios pueblos de la zona alta del concejo en locales improvisados y años más tarde desembarcaría en la propia industria del cine como productor. En un local anexo a la iglesia de Piñeres existía otro cine auspiciado por la parroquia. En Bóo el Peñalva ofrecía ya una imagen más acorde de sala cinematográfica.

Punto de inflexión en la historia de la cinematografía a finales de la década de los 20 del pasado siglo fue la llegada del cine sonoro. El primer título sería «El cantor de jazz», estrenada en España en 1929. En los ambientes cinematográficos, actores, directores, productores, etc. había cierta reticencia a la novedad sonora que pronto se disiparía. Sí había una moralidad muy estricta y la censura durante mucho tiempo se mostró implacable suprimiendo imágenes, diálogos y dictando decisiones cómicas como las ocurridas en Carcante (Navarra) en el cine de la localidad, en el llamado «gallinero», donde existían dos filas de butacas diferenciadas con carteles que separaban los sexos «asientos» y «asientas» o en Huelva donde las parejas que se «sobrepasaban» en las butacas eran obligadas a abandonar la sala, se citaban sus nombres y eran multadas.