Que me perdonen, pero no lo comprendo. Ya saben que en Tapia de Casariego hay un buen tomate montado con lo de la mina de oro de Salave. Por muy bonito que lo quieran pintar, destrozo medioambiental habrá -si tienen un momento, miren en internet las imágenes de satélite de la mina de oro de Belmonte de Miranda y fácilmente llegarán a la misma conclusión.

Está claro que en la balanza hay que cargar tanto los perjuicios como los beneficios que la explotación reportaría. Pero a lo que no acabo de hallarse explicación es al motivo de que la empresa que busca y extrae oro asturiano sea canadiense. En una región de tradición minera, ¿no seríamos capaces de hacerlo nosotros? Porque no cabe la menor duda de que si los canadienses están aquí tan interesados en ampliar su actividad es debido a que hay beneficio, sustancia, chicha; que se gana dinero, vamos. Me parece lamentable.

Nos condenamos a nosotros mismos a ser siempre empleados, a trabajar para otros. Ya lo hicimos en los tiempos de las grandes empresas públicas y ahora insistimos con las multinacionales extranjeras. En Asturias, la iniciativa privada es prácticamente inexistente. Y la pública es sumamente perezosa. Es nuestro oro el que sale de las minas y preferimos que los grandes beneficios se los lleven los de fuera en vez de poner los medios para que se queden aquí. Me cuesta creer que seamos tan necios y tan insistentes en la necedad. Lloramos amargamente por la minería del carbón mientras que mostramos total indiferencia por otras actividades económicas que se desarrollan ante nuestras narices y que engordan las arcas de empresarios venidos de lejos. No tenemos ningún control sobre la siderurgia, a mayor gloria del anglo indú que utiliza el futuro de los trabajadores asturianos como moneda de cambio para sus intereses. El resto de la actividad industrial más reseñable es toda de titularidad extranjera.

En definitiva, más que resignados, los asturianos nos conformamos en el papel de curritos, mandados, siempre a las órdenes de alguien, habiendo renunciado a encabezar el aprovechamiento de las riquezas que esta tierra puede ofrecer. Que piensen, inviertan y arriesguen otros, que con una paga nos basta.