Para qué sirven los libros? Ésta puede ser una pregunta recurrente en la celebración del Día del Libro. Hay respuestas esperpénticas: para llenar estanterías, para aparentar cultura, para encender chimeneas... Otras sesudas: para adquirir conocimientos, para desarrollar la imaginación, para estructurar la mente... Yo me conformaría con encontrar respuestas a preguntas que hoy mismo, en el quinto año triunfal de la crisis del ajuste, nos sumen en la zozobra. Por ejemplo: ¿Por qué baja la temible prima de riesgo el día que se conoce que la caída del PIB en el trimestre es la prevista para todo el año? ¿Por qué se mantienen las medidas cuyos efectos son el hundimiento de la economía de un país hasta provocar el brote de la pobreza y la desesperanza? ¿Por qué a los políticos les gustan tanto los sobresueldos, sean o no legales? ¿Por qué la única propuesta que en el marasmo de la recesión se le ocurre al PSOE es la reforma del Senado? ¿Acaso no hay otras alternativas? Para encontrar respuestas, merece la pena leer.