Gaitero

Mieres del Camino,

Inquieto por naturaleza, el gaitero y cantante Berto Varillas (Gijón, 1969), imparte estos días en Mieres el taller de tonada a la gaita, un seminario que tiene el objetivo de mejorar la afinación de la voz a la gaita destinado a la cantadores de música asturiana. Su interés por la música tradicional le viene desde bien pequeño, aunque no fue hasta los catorce años cuando se planteó en serio su futuro como instrumentista. A lo largo de estos años, Varillas ha grabado más de una veintena de discos a través de los números proyectos musicales en los que ha participado, con uno de ellos, la Asturiana Mining Company, logró el año pasado el premio al «Meyor Cantar», un galardón más que sumar a una larga lista y que, como reconoce, son muy necesarios para seguir en la cresta de la ola.

-¿Son la tonada y la gaita dos amantes inseparables?

-Son complementarios, la asturianada se suele acompañar con la gaita, un instrumento tradicional al cien por ciento, pero también junto a otros, como el piano o la guitarra. La nueva generación de cantantes de tonada admiran a otros ya de antaño, como Nina Busdonga, que fueron modernos en su época porque cantaban acompañados de una guitarra o de un piano.

-¿Cuál es el objetivo del taller que imparte en Mieres?

-La finalidad es ayudar a los cantantes en el acompañamiento con gaita. He trabajado en numerosos certámenes como gaitero oficial y siempre noto que algunos cantantes, sobre todo los nuevos o los que no tienen mucha experiencia, tienen problemas con aspectos como la afinación. Me doy cuenta sobre todo en los ensayos previos, cuando intento ayudarlos a elegir una gaita más apropiada desde el punto de vista del tono, y cuando se lo digo se quedan algo descolocados, pero es la realidad. Lo malo es que nunca hay tiempo para verlo con calma y con este taller estamos viendo si podemos mejorarlo.

-¿Cómo está el panorama de la tonada?

-En la actualidad hay muy pocos cantantes de tonada profesionales que puedan vivir de ello salvo dos o tres que pertenecen a la nueva generación de la tonada. Cosa distinta es que complementen su trabajo con la enseñanza o con diferentes facetas de la música, aquí se enmarcan cantantes como Anabel Santiago, que da clases en la Escuela de Música Tradicional de Oviedo. Entre las clases y los conciertos se pueden ganar la vida. Lo mismo ocurre con Héctor Braga, que tiene varias facetas simultáneas. Ahora bien, también hay muchos otros que tienen gran afición y le dedican todo el tiempo del mundo de una manera muy profesional.

-¿Está en auge la tonada?

-Lleva años en auge. Con la transición política hubo un resurgir de la música tradicional, no sólo de la tonada, también de la gaita que se recuperó, pasó de ser un instrumento prácticamente desaparecido a crearse escuelas en toda la región con músicos que están viviendo profesionalmente de ello. En la actualidad estamos un poco aletargados a causa de la crisis, pero sigue habiendo mucha afición tanto de la gaita como de la tonada, pero sigue habiendo mucha afición, tanto de intérpretes, como de aficionados, semiprofesionales y profesionales.

-¿En qué estado se encuentra el desarrollo de la gaita?

-Pues al igual que el resto de la música tradicional, está un poco adormecido porque no hay perres, a pesar de ello, sigue con la inercia que traía desde su resurgimiento. Sin embargo, que los ayuntamientos no tengan dinero para ayudar a las asociaciones culturales o las escuelas con bandas de gaitas está haciendo que desaparezcan muchas de estas iniciativas. Otras, en cambio, siguen resistiendo a golpe de riñón.

-Aún así, la gaita ha tenido un reconocimiento internacional con músicos como Carlos Núñez o José Ángel Hevia.

-Es cierto que son dos personas que se beneficiaron de esa eclosión de la gaita y el hecho de que hubiese mucha gente practicando este instrumento hizo que lograran un importante apoyo. Aquí hay que diferenciar la parte folclórica y el show business donde se encuentran ellos, que ya convierte la música en un producto, si bien ambos pudieron hacer lo que quisieron, tampoco fue al cien por ciento, porque en las discográficas siempre hay una persona que vela por las tendencias y por el hecho de que puedan gustar a un público más amplio, que te limitan mucho. Sí es cierto que le deben mucho a ese resurgimiento de la gaita, sin él, dudo mucho que pudieran haber salido adelante.

-¿Los conoce personalmente?

-Sí, Carlos Núñez es una persona con un talento desorbitado, impresionante. También José Ángel Hevia, al que conozco desde guaje y puedo decir que hay poca gente con la capacidad de trabajo que tiene él. Además de eso, también tiene talento porque, si no lo hubiera, no habría llegado donde está. Creo que los primeros sorprendidos de su éxito fueron ellos mismos, no lo esperaban y, es más, todavía hoy lo mantienen, sólo hace falta ver la agenda de Carlos Núñez, con conciertos programados para los próximos seis meses en los cinco continentes. Pero es que es un gran virtuoso e intérprete, domina dos instrumentos claros como la gaita y las flautas, y además es un gran empresario y productor, conoce perfectamente cómo organizar y crear espectáculos del interés de un colectivo cada vez más amplio en el mundo. Yo podía haber estado también ahí como ellos, aunque en mi caso me faltó un poquitín de determinación.

-Aún así, ha publicado más de una veintena de discos y ha formado parte de un buen número de bandas y grupos, por no hablar de su faceta como profesor, ¿se considera una persona inquieta?

-Mucho, también por obligación, cuando acabé el Bachillerato no me apetecía meterme en la Universidad porque no había nada que me llamase la atención. Si hubiera habido magisterio por música quizá, pero la música en el magisterio de entonces se limitaba a aprender a tocar la flauta. A esto se le suma que el auge de la música tradicional me pilló siendo adolescente, además mi padre, que falleció hace un par de años, era artesano de la gaita y eso me marcó la pauta en todo momento. Sabía que había mucho trabajo por hacer, una ardua investigación porque toda la sabiduría de la música popular se hallaba en la cabeza de las personas y había que sacarla. También viví el nacimiento de las bandas de gaitas y había que dirigir alguna y hacer las veces de profesor. Con la tonada y el folk, con los que también estoy ligado, pasó igual, hasta luché para que la gaita entrase como un instrumento más en el contexto sinfónico a través de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias. Había mucho que hacer.

-¿Cómo fue su relación con la gaita?

-Tengo una cultura autodidacta, aunque entré en el Conservatorio porque había aspectos que necesitaba. Me enamoré de la gaita en un momento en el que era un instrumento denostado, cutre. Sin embargo, soy muy cabezón y yo no lo veía de esa manera, sino con grandeza, veía la importancia que tenía en Escocia y en otros lugares y me preguntaba por qué en Asturias no ocurría lo mismo.

-¿Cuándo se inició en el instrumento?

-Como autodidacta llevaba tocando desde los once años, pero el instrumento no me picó de verdad hasta los catorce, fue a partir de la participación en un festival internacional de baile en Cádiz al que acudió acompañando a un grupo folclórico. Yo tenía una gaita que no tenía una afinación concreta, a la antigua usanza, y me encontré con otro grupo de baile gallego que llevaba un cuarteto con dos gaitas, tambor y bombo que sí estaba afinado. En ese momento me di cuenta de que era lo mío y a los pocos meses estaba matriculado en el Conservatorio.

-Acaba de recibir el premio al «Meyor Cantar» con su grupo, la Asturiana Mining Company, ¿los premios son necesarios en su profesión?

-Como en todo, la publicidad siempre es algo básico porque hoy en día hay que competir con mucho. Son importantes hasta para dar clases a los nenos, porque el hecho de que la gente te conozco, que vea lo que haces, te da dignidad. Además, a las personas que nunca oyeron una gaita o sí la oyó en el pueblo como fondo de una banda sonora de la fiesta le sorprende mucho oírte en serio.

-¿En qué proyectos anda metido en la actualidad?

-Pues estoy intentando retomar la actividad del taller artesano de mi padre. Pedí una excedencia en la escuela donde doy clases, me lie la manta a la cabeza y ahora estoy con la pretensión de intentar lanzar la primera serie de gaitas de ese taller en año y medio.

-¿Cree en la formación para llegar a ser gaitero?

-Es necesario estudiar, en el Conservatorio de Música están impartiendo cursos a nivel incluso de grado medio, si bien no estoy muy de acuerdo con el proyecto curricular de la gaita, en mi opinión no está suficientemente trabajado porque no se hizo la inversión necesaria para impartilo bien, ni para crear buenas adaptaciones, ni en orquestar para que la gaita sea el instrumento protagonista respecto al resto de instrumentos del Conservatorio. Aún así, lo importante es que esté ahí y lo consideren como un instrumento más. También hay que tener claro qué se quiere ser en la vida, para ser un buen intérprete no necesitas ciertas cosas que se aprenden en el Conservatorio, pero si quieres ser un profesional, hay materias como la armonía o la conservación que vienen muy bien. También están las escuelas de música municipales, pero los objetivos son distintos, el Conservatorio busca la profesionalización y la escuela una enseñanza lírica con calidad, pero enfocada a que la gente se divierta y lo pase bien mientras aprende.