El carbón colombiano que queman las centrales térmicas españolas y que cada vez tiene más peso en el mix energético nacional, en detrimento del mineral autóctono, se extrae en condiciones «cercanas a la esclavitud», «sin tener en cuenta ni respetar los derechos laborales, el medio ambiente o las mínimas medidas de seguridad». Así lo denuncian sindicalistas colombianos exilados en España a causa de su actividad, como Javier Orozco Peñaranda, ex miembro de la central sindical colombiana CUT, y que actualmente es coordinador del Programa Asturiano de Derechos Humanos. «Asturias no puede permitir que cierren sus minas para que las sustituya el sucio carbón colombiano, manchado de sangre», afirmó el sindicalista.

Orozco visitó ayer, junto a Javier Arjona, de la ONG Soldepaz Pachakuti, las instalaciones de Comisiones Obreras (CC OO) del Nalón, en La Felguera. Orozco Peñaranda puso sobre la mesa las «infrahumanas» condiciones de trabajo a la que están sometidos los mineros colombianos. En el país sudamericano, las explotaciones carboníferas son, en su mayor parte, minas a cielo abierto que ocupan ingentes cantidades de terreno. Estas minas, además, las explotan grandes multinacionales, como Goldman Sachs, Drummond o Glencore. «Todas ellas se benefician del terror que desatan contra la gente. Cualquier petición de mejora de los derechos laborales por parte de los trabajadores acaba siendo peligrosa», aseveró Orozco, que indicó que en su país, en unos meses, ya han muerto seis sindicalistas. El pasado 28 de mayo un representante de los trabajadores de Goldman Sachs, Rubén Morón, sobrevivió a un atentado en el que le dispararon. «Se está asesinando a los dirigentes sindicales, y el Gobierno colombiano está mirando hacia otro lado, porque si bien las multinacionales no dejan ninguna riqueza a la población, sí que pagan al Estado», señaló.

Entre las denuncias de los trabajadores se encuentran los bajos salarios, largas jornadas, la ausencia de planes ambientales para atenuar el impacto de las minas en las poblaciones cercanas (donde viven los mineros y sus familias) y el trato «denigrante» a los pueblos indígenas que viven en la zona. Un ejemplo de la destrucción medioambiental de las zonas mineras es que, en los próximos meses, los aproximadamente 2.000 vecinos de tres pueblos (Boquerón, El Hatillo y Plan Bonito van a tener que irse de sus viviendas porque «se las están comiendo los escombros del carbón. Por cada tonelada que se extrae se sacan diez de polvo y escombros que van a parar a las escombreras. Y estos materiales se los lleva el viento, y están afectando negativamente a todas estas poblaciones. Hasta el punto de que la gente que vive en ellas tiene enfermedades respiratorias crónicas», como los mineros.

En el puerto de El Musel se autorizó el desembarco de 600.000 toneladas de carbón de Goldman Sachs, extraído de Colombia, un mineral que se quema en centrales españolas y con el que también «se ha especulado» para ganar aún más dinero. «¿Va a permitir Asturias que se cierren las minas y se venda este carbón?», concluyó Orozco.