En Morcín todo el mundo va a la hierba. Las labores de segar, secar y empacar los prados son actividades en las que existe una participación de lo más variopinta. Pierre Aynie, artista francés, terminó cautivado por las tierras del concejo hace más de veinte años. «Vine en 1989 para dos días y aquí me he quedado», cuenta. A sus 69 años, es uno más en El Campo, pueblo en el que vive con su esposa. Tal es su pasión, que «el Francés de Peñerudes», como le conocen en el pueblo y alrededores, compuso una canción dedicada al oficio de los segadores: «Todos a la hierba». Según el artista, «todos los que se dedican a esta labor son personas muy valiosas y quería hacer algo que le diera precio a todo esto». La canción, tal y como explica, «tiene color, habla del oficio, de la gente y de los descansos», añade.

Varios vecinos llegan para acompañar a Pierre Aynie en las labores. «Asturias es muy bonito, además hay mucha paz y la gente es muy cariñosa», matiza Aynie, «puedes haber pasado tan solo un cuarto de hora con ellos que ya te tratan en el pueblo como si fueras de su familia». Y añade, «cuando vienes de vivir en un sitio como Benidorm, estar aquí es sumergirte en la paz total». «El Francés» y sus vecinos han segado uno de los prados del concejo de forma tradicional, sin ayuda de maquinaria. «Este es un prado con mucha pendiente, aquí no podemos apoyarnos en máquinas para agilizar», cuenta. Una labor a la que se suma también Adela Suárez, prima carnal de su mujer. Junto a ella se encuentran Amando Fernández, José Antonio Suárez y Manuel Abelardo Suárez, familiares y vecinos del pueblo. Para hacer más amena y refrescante la actividad, Pierre Aynie canta su canción. Entre todos dan vueltas a la hierba para que se vaya secando una vez que está segada. «Tienes que darle mejor la vuelta, este francés no sabe», le dice José Antonio Suárez a Aynie, mientras le muestra cómo desarrollar la labor. Y es que el oficio de segador es constante y exige mucho trabajo. «Ya está todo segado, pero aún queda darle muchas vueltas a la hierba para que se seque», cuenta Pierre Aynie. Una vez que la hierba está bien seca, «de color verde claro, casi blanco», explica, es momento de empacar. «Luego ya viene la empacadora, se recoge y se lleva al pajar», finaliza. Segar un prado de forma tradicional puede llevarles un día entero. «Ayer esto estaba lleno de chavales del pueblo que venían a ayudar, entre todos agilizamos el trabajo», cuenta Aynie halagando la actitud colaboradora de todos los vecinos.

Pero en este concejo no sólo van a la hierba los vecinos, también su alcalde, Jesús Álvarez Barbao. Cuando el regidor morciniego termina su jornada laboral en el Ayuntamiento, se va al campo, se enfunda el uniforme de segador y pasa a ser uno más de los vecinos que en esta época se sumergen en la hierba.

El prado en el que trabaja la familia del alcalde de Morcín es mucho más llano que el de Aynie. Así, pueden usar diferentes máquinas que reducen las horas de trabajo. «Ya está todo segado, ahora el tractor removerá toda la hierba», explica Álvarez Barbao. De esta forma, la labor se hace mucho más llevadera que si se realiza al modo tradicional. Pero, con máquinas o sin ellas, lo que está claro es que en Morcín todo el mundo pone su grano de arena para mantener activo y presente en el concejo el oficio del segador.