La incidencia de las especies invasoras en Australia es tan grave que el país "ha perdido un centenar de especies locales en los últimos doscientos años". Así lo afirmó Brendan Wintle, profesor de Ecología de la Conservación en la Universidad de Melbourne, que acudió a Mieres para ofrecer una conferencia dentro del ciclo organizado por la Unidad Mixta de Investigación en Biodiversidad (UMIB), con sede en el campus universitario de Barredo. Además de estudiar la influencia de las especies invasoras, Wintle también se dedica a hacer modelos estadísticos de distribución de especies y ha trabajado con el demonio de Tasmania, al que han detectado un problema de cáncer de piel que puede llevarlo a la extinción.

Wintle asegura que el problema de las especies invasoras en su país "es muy grave". Explicó que el centenar de especies locales que se han perdido son "pequeños mamíferos que no tienen respuesta antidepredador para animales como el gato y el zorro, que han sido introducidos por los europeos en Australia". La pérdida de especies no es el único problema, ya que los invasores también están destruyendo el hábitat, con lo que conlleva otros problemas para la población. Wintle, en concreto, ha desempeñado su labor en un parque donde se analizó la amenaza del zorro. "Trabajé en el diseño de zonas protegidas para establecer el área que había que delimitar en base a la distribución de las especies, para mantener a los depredadores fuera se construyeron vallas en torno al área protegida", explicó.

Otro de sus trabajos lo llevó hasta Sudáfrica, donde ha tratado de predecir la evolución de un bioma en función del cambio climático. "Analizamos las especies y le decimos a la administración en qué tiene que invertir para proteger este hábitat de cara al cambio climático, sabiendo que, además de los animales, también está la agricultura, los incendios y otros condicionantes", destacó Wintle, que añadió que "hago análisis de decisiones, le digo a los gestores cuánto cuesta cada intervención y cuál será el beneficio ambiental".

Estos modelos utilizados en Sudáfrica o Australia también forman parte de la labor de Brenda Wintle. "La administración me pide mantener un área protegida, pero que se haga con el mínimo coste, son análisis de coste y beneficios", destacó. Eso no sólo se aplica a animales, también ha otro tipo de seres vivos. El profesor explicó que algunas zonas forestalews "se eliminan todos los árboles y se plantan es especie provechosas, pero hemos analizado una serie de técnicas y prácticas para la explotación de la madera que no presentan una gran alteración de la biodiversidad". Así, la idea es "dejar que algunas áreas crezcan de forma natural, y ahí se podía preservar el hábitat".

Por último, el profesor aludió a su trabajo con el demonio de Tasmania, una especie que está desarrollando un cáncer de piel debido a su comportamiento que lo está llevando a la extinción. La labor, en este caso, ha sido erradicar la especie enferma en algunas islas de Australia y se han reintroducido animales sanos. El problema aquí es el coste. "Los demonios de Tasmania tienen que estar un mínimo de dos años en cautividad, siendo alimentados y con sus correspondientes controles sanitarios, lo que tiene un coste de 10.000 dólares por animal", destacó. "Tenemos disponibilidad económica para introducir cincuenta demonios de Tasmania, pero hay que tener cuidado, porque si los introducimos de forma temprana corren peligro de contagiarse, y perderíamos 500.000 dólares", señaló Wintle. La solución tampoco es esperar demasiado, ya que "se incrementa el coste de cada ejemplar y pierden instinto animal y variabilidad genética, por eso tenemos que averiguar cuál es el momento más adecuado para introducirlos con el mínimo coste".