Las VIII Jornadas Culturales "Joaquín Rodríguez Muñiz" dieron cabida a la charla titulada "La vida y la ciencia: mirando al futuro", a cargo de Carlos López Otín, catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Oviedo. El acto estaba organizado por el Ayuntamiento de Aller y la Sociedad de Humanitarios de San Martín, con la colaboración del Club ALA NUEVA ESPAÑA en las Cuencas, y fue introducido por Esperanza del Fueyo, presidenta de Humanitarios. López Otín trató de explicar lo que es la vida, "un acontecimiento extraordinario, en algún lugar del multiverso, y gracias a unas moléculas elegantes y bellas". "Los números de la vida nos dicen que estamos construidos por 100 billones de células y 100.000 millones son neuronas, dentro de las cuales hay un ADN que está construido por tres mil millones de piezas en cada neurona", añadió para hacer ver la vida con el fin de conseguir que todos vivamos mejor.

La charla de López Otín comenzó partiendo de lo más lejano a lo más cercano, desde el origen de las galaxias al contenido de las moléculas. "En un momento dado, apareció el oxígeno, un gas muy venenoso, que llevó a una simbiosis entre bacterias grandes y pequeñas que generaban energía, y así se constituyeron sociedades celulares. Estas sociedades unían unas células con otras y así surgieron también los organismos pluricelulares. Podemos pensar que estamos ante un acontecimiento extraordinario, pero hacía falta algo para que la vida fuera completa: la muerte. La vida necesitó inventar la muerte para ser posible", señaló. "En las moléculas de ADN hay un código que combina cuatro letras -ATCG- cuyo secreto se descifró hace unos sesenta años. Ha sido el comienzo de una época que ha supuesto un cambio radical en cómo explicamos la vida, ya que estos procesos ocurren exactamente igual en todos los seres vivos. Estos mecanismos de reproducción padecen, sin embargo, ciertos problemas: cada vez que copiamos nuestro material genético, y eso es algo que hacemos muchas veces cada día, se cometen errores, como alteraciones en los sistemas de comunicación, resistencia a la muerte celular programada, divisiones descontroladas... Estos riesgos llevan a la pérdida de la armonía celular y, a la larga, se produce la enfermedad. Por ello, entender la vida es entender el genoma", explicó.

En 1990, comenzó el proceso para descifrar el genoma humano, y llevó quince años. En 2004, se descubrió el orden en el que, en la especie humana, se componen los elementos de nuestro código. Reconstruimos así veinticinco mil genes. ¿Qué hemos aprendido con esto? "Lo primero es que nos sirve para saber qué nos hace humanos. Por esa razón el laboratorio de la Universidad de Oviedo ha participado en el descifrado de diversos genomas. Por ejemplo, el gen FOXP2 está en otros animales, pero dos cambios en este gen son los que nos permiten hablar. Otras mutaciones han motivado el crecimiento del cerebro hasta tres veces su tamaño de partida, y ello ha ayudado a que no sólo dependamos de la evolución biológica sino también de la evolución cultural. Por otro lado, en el genoma habría lo que se conoce como DNA basura o lado oculto de nuestro genoma. Efectivamente, había varios genes que sirven para sintetizar RNA. Y hemos empezado a entender por qué somos distintos y por qué tenemos tres o cuatro millones de diferencias. Son polimorfismos y ello determina nuestras capacidades, nuestras predisposición a enfermedades, o nuestra capacidad para algún talento... Pero no somos tan deterministas como se pueda imaginar, porque al mismo tiempo hay un dialogo con el entorno, dando lugar a cambios epigenéticos, de los que somos responsables y hace que partes del genoma se expresen o no. Y, finalmente, está el metagenoma. Hay millones de bacterias, virus o parásitos que interpretamos como dificultad para la vida, pero muchos de ellos son decisivos para que podamos vivir. La suma de nuestro genoma más el genoma de los organismos que nos habitan lo llamamos metagenoma".

Carlos López Otín habló sobre los trabajos más recientes de su laboratorio y en otros centros de investigación de todo el mundo de forma coordinada para solucionar problemas de salud. "Toda enfermedad tiene una lógica que debemos entender; si lo conseguimos habremos comprendido para curar", dijo. Por eso, habló de la lógica molecular del cáncer. "Unas células se vuelven egoístas y se niegan a morir. Después de años de investigaciones hemos llegado a la conclusión de que es fruto de la acumulación de daños en el genoma y en el epigenoma. Para estudiar estas mutaciones y cambios decidimos estudiar el genoma como algo completo, en vez de cada gen por separado. La tecnología nos permite hoy descifrar el orden del genoma de cualquier persona en una noche. Empezamos por el cáncer de mama, la leucemia, el cáncer de cerebro... de forma consensuada con otros centros científicos. Nosotros nos comprometimos a descifrar en cinco años el genoma de quinientos pacientes con leucemia y hace dos años y medio conseguimos los cuatro primeros genomas, los cuatro primeros pacientes. Fue un compromiso que España adquirió con el mundo. Las primeras conclusiones fueron que cada paciente y su cáncer son únicos, con más de mil daños en el genoma. Fueron conclusiones importantísimas. Pero como teníamos que descifrar quinientos, cambiamos la tecnología, aprovechando las ventajas que se fueron desarrollando en este tiempo y en el año siguiente hicimos cien genomas. Las nuevas conclusiones llevaron a confirmar que el cáncer es algo complejísimo. Hoy tenemos analizados más de cuatrocientos genomas y ya sabemos cuáles son los que mutan con mayor frecuencia, hemos identificado también dos nuevos genes que intervienen en el cáncer de laringe, trabajamos en el tratamiento de enfermedades raras o buscamos las claves del envejecimiento", repasó López Otín, que no pudo evitar quejarse de la poca atención social y económica que recibe la ciencia en nuestro país.