El día veintiséis de junio de 2014, en el nuevo hospital Álvarez Buylla de Mieres, nació nuestro primer y único hijo. Somos Susana e Iván, los padres de Nicolás Vallejo Rebollar.

Somos nuevos en esto y hemos estado muy nerviosos tanto en los días previos al parto como en los días posteriores. Traer un niño al mundo no es fácil y algunas personas nos decían que fuéramos por lo privado, que nos iban a tratar mejor que en lo público.

Las instalaciones están impecables. Todo nuevo, prácticamente a estrenar. Nada que decir sobre ello.

Desde el primer momento, en cada revisión, en monitores, en las ecografías cada profesional con el que hablábamos nos tranquilizaba y le quitaba hierro al asunto. La sonrisa estuvo presente en todos los momentos previos al parto. No hubo una mala cara, una mala contestación, un mal gesto todo lo contrario; ¿necesitáis algo?, ¿cómo te encuentras?...

Tras el nacimiento la preocupación fue aún mayor. No pasaban veinte minutos sin que alguien se acercara a la habitación a preguntar por la criatura, a ver el estado de la madre, a mirar si se necesitaba algo

Ellos son trabajadores y podrían ir, hacer su trabajo e irse. Pero lo que han hecho en estos días va mucho más allá. El calor humano con el que hemos sido tratados no se paga con dinero. No cobran por atenderte con una sonrisa, no cobran por transmitirte esa tranquilidad, no cobran por tratar a tu hijo recién nacido como si fuera suyo y sin embrago así lo hacen.

Celadores/as, médicos/as, ginecólogos/as, enfermeros/as, auxiliares, personal de seguridad espero no olvidarme de nadie al deciros: Muchísimas gracias por hacernos tan fáciles estos días, por hacer vuestro trabajo con una sonrisa, por cada segundo de tiempo que habéis empeñado en nosotros y por demostrar que la sanidad pública es inigualable.

Tal vez no podamos devolveros el favor nunca, pero si algún día nos necesitáis para algo aquí estaremos. Susana e Iván, padres de Nicolás Vallejo Rebollar, alias el de los cinco kilos.