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Chemari, la alegría de Laviana

José María González, uno de los fundadores del Descenso Folclórico del Nalón, improvisó un larguísimo primer pregón de la fiesta haciendo como si lo leyera de un rollo de papel higiénico

Arriba, la carroza de Llorío en Puente de Arco, en el desfile de ayer. A la derecha, José María González, en el puente de La Chalana.

Luisma DÍAZ

Cruzando el puente de La Chalana, José María González mira al río Nalón, sigue adelante con su camino y reflexiona: "Hay tantos Descensos Folclóricos como gente ha participado en la fiesta". Cada edición, cada embarcación y cada estado de ánimo influyen en la percepción de una fiesta que, al contrario que otras muchas, no surgió por un sentido religioso ni deportivo. "El Descenso es gente divirtiéndose en el desfile por la carretera, es gente divirtiéndose bajando por el río y es gente divirtiéndose en el prau de La Chalana". El espíritu lúdico de la fiesta es el que ha permitido que sobreviviera durante cuarenta y siete ediciones, desde aquella cada vez más lejana primera vez, en 1968, cuando sólo unos pocos "locos" con ganas de juerga el día de la jira de las fiestas del Otero de Pola de Laviana decidieran echarse al río. Ahora, en el Descenso Folclórico, cuyo último episodio se escribió ayer, participan más de 40 carrozas y 1.800 personas.

Uno de los primeros recuerdos de muchos lavianeses que empezaban a vivir la fiesta del Descenso es la figura de un hombre espigado, ataviado con montera picona, en el puente medieval de la localidad de Puente d'Arcu. Con sus palabras, el pregonero permitía a las embarcaciones adentrarse en las aguas del Nalón en busca de su destino, La Chalana, bajo cuyo puente los navegantes, que con gran esfuerzo empujaban sus carrozas, entonaban el "Chalaneru", canción que rememora el pasado en el que para atravesar el río había que subirse a una barca.

En 1968, en el primer Descenso, Chemari acabó eligiendo su destino, que lo llevaría a leer el pregón ante cientos de personas durante más de 40 años. "Éramos pocos, unos 35, los participantes". "Nos dijeron que en el prau de la jira había poca gente" y entonces, "como yo no hablo", entró en una pequeña tienda, compró un rollo de papel higiénico y empezó a hablar delante de todos los que esperaban por la salida. "Improvisé todo, hablé de los pueblos por los que pasaba el Nalón, del Ayuntamiento..., mientras lo hacía iba desenrollando el papel". En ese momento, un amigo recién llegado avisó de que aguas abajo, en el prau, ya había gente y que muchos esperaban saber "qué era lo que se tramaba". "Tiré el papel al agua, pero unas chicas de Gijón lo cogieron antes y me dijeron, 'pero no tien nada escrito', con cara de asombro".

Las primeras ediciones no fueron fáciles, y la fiesta corrió peligro de desaparición, pero los jóvenes lavianeses siguieron "tirando por ella" durante años, implantando tradiciones como el premio a la mejor embarcación, la Sopera, inspirada "en la Ensaladera de la Copa Davis" y en las ganas de la gente de tener "una copa grande de la que poder beber a gusto". El impulso definitivo a nivel regional le llegó un año gracias al periodista Juan José Plans, fallecido este año, y que era director de TVE en Asturias. "Se contactó con él, y gente de la organización apareció hablando, disfrazada con sábanas, a modo de emperador romano, como Nerón, con ramas de olivo en la cabeza", relata Chemari. Esta surrealista intervención, en la única televisión que se podía ver, "surtió efecto" y logró que "empezasen a participar" carrozas de todos los lugares de Asturias, "Gijón, Tineo, Grao, Candás..., también de Madrid. Allá donde hubiera uno de Laviana, cogía a sus amigos y el día del Descenso venían con su embarcación". La folixa fluvial acabó emancipándose en 1992 de las fiestas patronales y pasó a celebrarse siempre el sábado siguiente a las celebraciones de la Virgen del Otero.

Con tantas jornadas de fiesta a sus espaldas y tantas palabras pronunciadas para impulsar el Descenso y ensalzar su espíritu eminentemente lúdico y libre, hace ya tres años que decidió hacerse a un lado. "Estoy vieyu, la gente joven tiene que moverse y darle un nuevo aire a la fiesta", algo que se está haciendo con la llegada a la organización de la nueva Asociación de Amigos del Descenso Folclórico. "Aquí hubo relevo generacional. V amos, lo que también deberían hacer los políticos".

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