El origen de la fiesta del Carmín de Felechosa, que se celebra todos los lunes después de la romería del Carmen de El Pino, se remonta a principios del siglo pasado. Cuenta la leyenda que un grupo de mozos, que volvían de festejar la celebración de la localidad vecina, se quedaron toda la madrugada cantando a los pies de un hórreo de Felechosa. Así nació una romería que ha sabido conservar la tradición y que tiene como protagonistas a los jóvenes del pueblo. Ellos son los encargados de llevar a la Virgen en procesión, de portar el ramo y de amenizar la jornada hasta altas horas. Ayer volvieron a hacerlo con las mismas ganas de siempre.

La fiesta en Felechosa comenzó poco antes del mediodía, con el sonido de las gaitas de la banda El Gumial. Los componentes de la agrupación pasearon por las calles de la localidad para animar el ambiente y avisar a los vecinos del inicio de la procesión. El paso, como marca la tradición, salió de Barro Baxo para terminar en la ermita de la Virgen de la Antigua. "Este año hay mucha gente gracias al buen día que hace", señaló Gabino Tejón, un veterano de la fiesta que esperaba la salida del paso entre el público. Junto a él estaba Mari Carmen Mejido, una mujer que no recuerda haberse perdido el Carmín en su vida.

La fiesta continuó con la misa en honor a la Virgen del Carmen, oficiada por el párroco Marcos Cuervo. El sacerdote destacó el "excelente ambiente de colaboración" que se respira en el pueblo de Felechosa y alabó la labor de los vecinos, "que han sabido mantener a lo largo de los años sus tradiciones".

La puya del ramu estuvo encabezada por Juan Andrés Bonilla. El "puyaor" forma parte de la familia "del relojeru", muy ligada a las fiestas del Carmín. De hecho, su tío Manuel Díaz es un habitual de la romería y a sus 86 años de edad sigue viajando desde Madrid a Felechosa para no perdérsela.

Los actos religiosos dieron paso a la sesión vermú, que terminó con la comida tradicional en las casas. El plato más típico de la fiesta del Carmín es el panchón, un postre allerano elaborado con pan de escanda, manteca y azúcar. Por la tarde, los niños pudieron disfrutar de las atracciones y de un programa de juegos tradicionales que se completó con un festival de humor para toda la familia con el monologuista Cellero y el dúo "Más que dos".

La verbena comenzó a medianoche y estuvo amenizada por "Beatriz y su acordeón" y la orquesta "Tekila". Fue el momento para que los mozos del pueblo se divirtieran, después de un día trabajando para que todo estuviera en orden durante la romería. Además, tal y como marca la tradición, cuando terminó la verbena fueron por las casas pidiendo los restos de panchón para desayunar en grupo. "Es la parte más guapa de la fiesta, a mí es lo que más me gusta", señaló Mari Carmen Mejido. La allerana se pasa cada año unas cuantas horas entre fogones para tener panchón abundante y "ofrecérselo a la chavalería".