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Un hospital a la carta

El Álvarez Buylla participa en un programa de alimentación pionero en el que los pacientes sin dieta restringida podrán elegir el menú

Un hospital a la carta

No es un tres estrellas Michelin, pero el Hospital Álvarez Buylla de Mieres se empieza a parecer a un restaurante para los pacientes. Y es que el centro sanitario mierense comenzará en septiembre con un plan de alimentación para los usuarios, que podrán elegir, si su estado de salud se lo permite, hasta tres menús diferentes. El proyecto, pionero en España según los responsables sanitarios, ha salido directamente desde la Consejería de Sanidad del Principado a través de la Dirección General de Salud Pública. Y el nuevo Álvarez Buylla no ha dudado sumarse. Y ha podido hacerlo entre otras cosas, gracias al servicio de cocina del hospital, que gestiona una empresa externa aunque todos los platos se elaboran dentro del centro sanitario de Nuevo Santullano.

El director de atención sanitaria del área sanitaria VII -que incluye los concejos de Mieres, Lena y Aller-, Juan Saavedra, explicó que "el Principado ha elaborado un proyecto que incluye diversas dietas saludables, en las que el paciente podrá elegir qué comer". Con este tipo de comida, las autoridades sanitarias tienen varios objetivos. El primero y primordial, como se presupone en un hospital, es el de que estos alimentos ayuden a recuperar la salud al paciente. Además, los menús se programarán de forma que sean sanas y compensadas. Y por último, que tengan un componente educativo.

Precisamente este último valor, el educativo, es uno de los que más énfasis necesitan. "A mucha gente que ha estado ingresada se le escucha decir que 'si me lo dan en el hospital para comer es que tiene que ser bueno'", asegura Juan Saavedra, que agrega que "es por esto que debemos tener especial cuidado para que los usuarios que hayan tomado como referencia para su alimentación lo que se les ha dispensado en el hospital mantengan una buena dieta".

El programa entrará en vigor en el Álvarez Buylla en las próximas semanas, y para ponerlo en marcha, el hospital cuenta con un secreto fundamental, que no todo el mundo puede conocer: la cocina. Un espacio que a priori podría parece que no es esencial para un hospital, pero que supone uno de los puntos neurálgicos de la actividad. De echo, de allí salen ya las bandejas preparadas para los pacientes, correctamente identificadas con la dieta que cada uno va a recibir. El trabajo ha de ser preciso, como el de un cirujano. Porque cualquier fallo en la dieta de un paciente puede provocar daños en su salud.

La cocina está en la planta -1 del hospital. Los alimentos se cocinan todos allí, nada llega desde el exterior, no hay catering. Cuenta con varias cámaras frigoríficas, en las que la comida está separada para evitar contaminaciones cruzadas. Y también con espacios aislados para el tratamiento de los alimentos en crudo. La plantilla es de unas veinte personas divididas en dos turnos.

Uno de los secretos está en la organización del trabajo para que a cada habitación lleguen los alimentos correspondientes por prescripción médica. El proceso comienza en el momento en el que el paciente ingresa en al Álvarez Buylla. Su médico decide entonces que tipo de dieta debe llevar, algo que se registra en un ordenador. La orden llega a la cocina, que tiene un listado con etiquetas de todos los pacientes y la dieta que deben ingerir diariamente. Durante la mañana, las cocineras van preparando los diferentes platos para los menús, todos ellos diseñados y aprobados por la Consejería de Sanidad. Preparan platos para los pacientes sin restricciones, para los que necesitan comida sin sal o para los que necesitan dietas blandas o líquidas. Y en torno a las 12.30 horas -se sirve más o menos a la una de la tarde-, comienza el baile.

Alrededor de una cinta transportadora, las cocineras se colocan tal y como si fuera una cadena de montaje mecánica. Una de ellas ejerce de portavoz, y va cantando, como si de una chica del colegio de San Ildefonso se tratara, lo que se va a preparar para el paciente: "Dieta blanda, 1.500 calorías". La primera en la cadena coloca la bandeja, y a partir de ahí va corriendo por la cinta y las demás van aportando los alimentos. Automáticamente se cierra, se coloca la etiqueta con la habitación y el tipo de dieta y se lleva al carro de transporte lista para ser servida.

Pese a que a partir de septiembre va a haber más oferta, el plan de alimentación para los pacientes seguirá siendo el mismo. Es decir, habrá dietas convencionales, para personas que no tengan ninguna restricción alimenticia, y luego específicas, que pueden ser para diabéticos, para pacientes con insuficiencia renal o cardiaca u otro tipo de patologías. "Todo seguirá igual para estos pero para los usuarios que no tengan problemas, habrá mucha más variedad", según explicó Saavedra. Los pacientes, tendrán tres opciones de primer planto, tres opciones para el segundo y otras tres para el postre. El equipo médico preguntará a los pacientes sobre la dieta que quieren cada día, y será la que finalmente las sirvan.

En estos momentos se están acabando de diseñar los menús para que cada paciente pueda elegir los platos que desea comer. Eso sí, todas las combinaciones tendrán algo en común, y es que serán saludables y compensadas. "La dieta que todos deberíamos comer incluiría entre un 40 y un 50 por ciento de hidratos de carbono de absorción lenta, del 20 al 30 por ciento de proteínas y un 20 al 30 de grasas no saturadas". Los menús que se comenzarán a servir en el hospital tendrán esas características. "Serán platos compensados y saludables, y que en la medida de lo posible no tengan alimentos con mucho con colesterol, ni ácidos grasos saturados...", explicó Juan Saavedra.

Los pacientes destacan ahora el sabor y el olor de la comida del centro. "No huele a hospital, no sabe a hospital", aseguran algunos. La estrella Michelin está más cerca.

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