Yolanda Álvarez sacó ayer un pañuelo blanco, del mismo color que su camisa, para limpiarse las lágrimas durante le homenaje. En la octava planta del pozo Nicolasa quedó la vida de su marido, José Ignacio del Campo, cuando ella acababa de cumplir 29 años. Tenían una hija de tres: "Le eché mucho en falta, lo recuerdo todos los días". Su hija es ahora una joven alta, morena y guapa. Ayer la abrazaba muy fuerte.