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Historiador

El pequeño Ujo de Pérez Galdós

El escritor grancanario bautizó a uno de los personajes de su novela "Nazarín", publicada en 1895, con el nombre de la localidad mierense

Aprendí en la Facultad de Historia que cuando en cualquier excavación se encuentra una lápida de época romana y en ella se puede leer una inscripción latina con un nombre indígena, eso da pie a considerar que quienes se asentaban en aquel lugar se llamaban de esa forma. Lo creí -como tantas otras cosas que más tarde resultaron erróneas- sin cuestionarme las enseñanzas de aquel docto lugar. Hasta que un verdadero arqueólogo me explicó una tarde que no tenía por qué ser siempre así, y me puso como ejemplo las esquelas actuales donde si el nombre del difunto se acompaña con el apodo de "el gallego", "el minero" o "Piñeres" por ejemplo, se hace precisamente para señalar que el hombre vivía lejos de su origen en Galicia, la cuenca minera o ese pueblo allerano.

Con este argumento podríamos suponer que cuando en una novela aparece uno de sus personajes bautizado con nombre geográfico es que el autor se inspiró en alguien que conoció realmente en ese lugar, o que sabía o le contaron que era de allí.

El caso es que Leo Saiz, andando como siempre detrás de las cosas de su pueblo, me avisa de que Benito Pérez Galdós quiso bautizar con el nombre de Ujo a uno de los protagonistas de su novela "Nazarín", publicada en mayo de 1895, lo que nos hace pensar en esta localidad mierense, o también en la remota posibilidad de un apellido, que al parecer existe, y que según la heráldica viene de una de las familias que participaron en la repoblación de Pamplona a fines del siglo XII e incluso contó con un vástago relativamente ilustre en la expedición de Pedro de Ursúa, que salió de Lima en febrero de 1559 para buscar El Dorado.

Eso nos da pie a que le dediquemos está página, porque aún en el caso de que nos equivoquemos y este nombre no tenga nada que ver con el de la localidad mierense, nunca está de más recordar al gran escritor, sobre todo en estos tiempos de mediocridad cultural, y con él también a Luis Buñuel, quien recreó "Nazarín" en 1959 iniciando la trilogía completada con "Viridiana" y "Tristana", como sabemos quienes crecimos con el cine.

La verdad es que el Ujo de Galdós tiene una apariencia física tan lamentable que en un concurso de feos le sacaría muchos puntos al Quasimodo que Victor Hugo hizo vivir en las torres de Notre Dame de París, pero nosotros no lo podemos cambiar. Me parece que esta descripción es suficientemente expresiva:

"La primera impresión que producía al verle era la de una cabeza que andaba por sí, moviendo dos piececillos debajo de la barba. Por los costados de un capisayo verde que gastaba, semejante a las fundas que cubren las jaulas de machos de perdiz, salían dos bracitos de una pequeñez increíble. En cambio, la cabeza era más voluminosa de lo regular, feísima, con una trompa por nariz, dos alpargatas por orejas, unos pelos lacios en bigote y barba, y ojuelos de ratón que miraban el uno para el otro, porque bizcaban horriblemente. Su voz era como la de un niño, el habla bárbara y maliciosa.

Le llamaban Ujo, palabra que no se sabe si era nombre o apellido, o las dos cosas juntas. Los que entraban en la iglesia, sin tener noticia de aquella lastimosa equivocación de la Naturaleza, quedábanse aterrados, viendo avanzar a tres cuartas del suelo una cabeza de gigante, y creían que era algún demonio escapado del retablo de las Ánimas benditas".

¿De dónde sacó el autor de los Episodios Nacionales este nombre? Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que en "Nazarín", junto al principal protagonista -el sacerdote Nazario Zaharín-, destacan dos mujeres, Beatriz y Andara, esta última una prostituta cuyo nombre también nos interesa.

Al parecer, Galdós pudo inspirarse para su elección en el relato de un zaragozano llamado Juste y Garcés, quien en 1875, veinte años antes de nuestro libro había publicado un relato llamado "La Osa de Andara" basado en la leyenda popular de una especie de "mujer-osa", que "habita en El Grajal y Mancondio, en verano, y las cavernas de la entrada de Ujo, a la entrada al desfiladero de La Hermida, conforme se va acercando el invierno". Los topónimos de El Gramal y Mancondio sí se encuentran actualmente en el macizo de Ándara, uno de los tres que integran los Picos de Europa, pero, que sepamos, lo más parecido a Ujo que puede escucharse en la zona es la denominación de "ujero" para denominar a las cuevas y eso no nos dice nada.

Lo cierto es que don Benito tuvo que saber a la fuerza de esta leyenda porque frecuentó la zona de los Picos y Santander para verse con Lorenza Cobián, una asturiana con la que mantuvo una relación que daría como fruto a la única descendiente que el novelista reconoció con sus apellidos.

Conoció a aquella mujer sirviendo de modelo al pintor Emilio Sala, amigo e ilustrador de alguno de sus Episodios Nacionales y ejerció con ella el papel de Pigmalión, empeñándose en que aprendiese a leer, pero la fatalidad pudo con Lorenza Cobián, quien tuvo una desgraciada muerte, ya que una depresión extrema la llevó a arrojarse a las vías del tren en una estación madrileña. Fracasó en su intento de suicidio, pero fue detenida y finalmente pudo acabar con su vida ahorcándose en un calabozo del Gobierno Civil.

Volviendo a lo nuestro, un especialista -el profesor Peter Bly, director de los "Anales galdosianos" y secretario de la Asociación Internacional de Galdosistas (vean que curioso el desacuerdo en los dos adjetivos)- sí pensó en el pueblo de la Montaña Central y lo tuvo en cuenta en una edición de "Nazarín" en 1991 aclarando en una nota al pie que "Ujo es el nombre de una aldea en Asturias".

Es difícil saber que fue lo que movió la inspiración de Pérez Galdós para dar este nombre a una de sus criaturas literarias más extremas, pero si seguimos esta pista podemos encontrar un apoyo en alguna de las expresiones que pone en su boca, en las que parece que se utiliza el asturiano oriental... que también se verse como el habla rural de Cantabria o simplemente un castellano deformado: "Pues vengo a decirvos que vos vaigáis"; "!Dirvos, dirvos de aquí, y si no, veráislo!"; "A lo que diba"; "¿Quiés más?".

Lo que está claro es que el autor canario no tuvo piedad con su criatura: "Las dos veces que ella y Beatriz habían estado en la iglesia con Nazarín, vieron en ella al más feo, deforme y ridículo enano que es posible imaginar. Era también mendigo, y en la calle le encontraban, siempre que ejercían la mendicidad. Entraba y salía el tal en las casas ricas y pobres, como Pedro por la suya, y en todas era objeto de chacota y befa.

Le arrojaban los mendrugos de pan para verlos rebotar en su cabeza enorme; le daban los andrajos más grotescos para que en el acto se los pusiera; le hacían comer mil cosas inmundas, a cambio de dinero o cigarros, y los chicos del pueblo tenían con él un Carnaval continuo. Iba el pobre a la iglesia para descansar de aquel ajetreo fatigoso de su popularidad, y allí se estaba a las horas de misa o de rosario, arrimado a un banco, o al pie de la pila de agua bendita".

Por un motivo que otros sabrán, Galdós siempre procuró evitar las referencias directas a Asturias -algún día nos detendremos a escribir sobre "Marianela" y la ubicación de las minas de Socartes-, pero si se comprueba que el pequeño Ujo de "Nazarín" lleva su nombre por el pueblo de muestra cuenca, esta sería la segunda vez que don Benito Pérez Galdós se habría acercado a Mieres, pues ya les he contado en otra ocasión que en el capítulo 8 del episodio "El 7 de julio", fechado en octubre de 1876 uno de sus personajes afirma tener aquí un negocio que le proporciona buenos beneficios:

"-¿Y las dos herrerías de Mieres?

-También las conservo. ¿Pues qué, las habría de vender? No las daría por cinco mil duros."

En la novela, quien hace esta afirmación rotunda es el asturiano Anatolio Gordón un muchachote corpulento y rubio que pertenece a la Guardia Real, pero está a disgusto con esta tropa y piensa abandonarla para casarse con su prima Solita. Ahora, comprenderán que ponga el punto final porque no sé cómo he pasado de Galdós a la Guardia Real y no quiero acabar hablando de desfiles militares.

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