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Donde se siente la berrea

El sonoro cortejo de los venados se ha convertido en un recurso turístico del otoño y la hostelería de las Cuencas organiza excursiones para asistir al espectáculo

Un grupo, en plena ascensión para contemplar la berrea. J. R. SILVEIRA

En el monte La Panda de Aller. Bien arriba, tras una hora de caminata desde El Pino. Allí se siente uno de los espectáculos naturales más impresionantes: la berrea de los venados. Escuchar cómo sus sonoros berridos encogen la montaña está prácticamente garantizado. Verlos es fácil si las condiciones meteorológicas están a favor de los curiosos. Un grupo de excursionistas pudieron disfrutar de la experiencia, el sábado al caer la noche, con los cinco sentidos.

El amanecer y el anochecer son los momentos de actividad de los ciervos. Esta vez, el grupo viaja por la tarde y su excursión empieza mucho antes de llegar a la montaña con los preparativos. Es recomendable vestir ropa oscura y muy recomendable no llevar perfumes ni desodorantes. Los venados son muy sensibles a los olores y cualquier elemento externo puede espantarlos. El punto de encuentro está fijado a las cuatro y media, en El Pino. Allí esperan Alfonso y Diego Fernández, de la Escuela de Esquí de Fuentes de Invierno y guías en el programa de la berrea.

Todos llegan puntuales. "Es mejor salir cuanto antes para llegar arriba cuando aún sea de día", señala Alfonso Fernández. Primero en la marcha, para que nadie se pierda: comienza una pendiente y los excursionistas dejan a la izquierda el desvío hacia Les Foces del Pino. Tras cuarenta minutos de caminata tranquila, aunque sin pausa, un árbol llama la atención de Francisco Javier Pascual: "Es maravilloso el tono rojizo que tiene, y como destaca entre el verde", destaca el turista, que ha viajado hasta Aller desde Burgos. Es un cerezo. Los guías hablan sobre la flora de Asturias, sobre los tejos. Porque la berrea, matiza Alfonso Fernández, "hay que sentirla y pararse a disfrutar de los detalles".

Cuando retoman el camino, el silencio en el grupo se hace indispensable. Cualquier movimiento brusco, cualquier ruido de más, puede espantar a los venados. Su ruidoso cortejo comienza a escucharse ya cerca de La Panda. "Los berridos sirven para llamar a las hembras, son una expresión de la fuerza del macho. El que más berrea, se queda con la manada", explican los guías. Como un harén animal. Si dos machos se encuentran cara a cara, pueden llegar a enfrentarse entrechocando sus cornamentas para medir fuerzas.

Es un día seco, buena y mala noticia. Buena porque los excursionistas pueden sentarse en el verde y pararse a escuchar. Mala porque la humedad es uno de los factores que más activa a los ciervos. En voz baja, para que nada turbe el ambiente, Alfonso Fernández explica que "desde este punto es fácil verlos, pero es necesario que salgan al claro. Esta zona es muy boscosa". Siguen los bramidos, acompañados de un tímido abrir y cerrar cremalleras para preparar los prismáticos y las cámaras.

David González, excursionista de Gijón, prepara un trípode para que la cámara no se mueva. Y justo entonces, en una zona verde que está justo enfrente, aparece un macho con una vistosa cornamenta. Ajeno a los turistas, empieza a pastar. Diego Fernández hace una seña para que los excursionistas se muevan lo mínimo posible: "Es realmente difícil verlos alimentándose durante esta época", señala. Los venados llegan a perder casi el cincuenta por ciento de su peso durante el cortejo. Los guías cambian de posición para buscar más venados. Y llegan. El segundo avistamiento es de un macho y dos hembras, pero están más lejos y el objetivo de la cámara se resiste a captarlos.

Llega la hora de la vuelta. Los excursionistas bajan de La Panda cansados, pero con la sensación de haber visto algo único. Les espera una buena cena y una cama recién hecha porque están hospedados en alojamientos del concejo, a través de un paquete que ofrece "Aller Experiencias". También hay incursiones para turistas en el parque natural de Redes. Para los madrugadores, Aller ofrece excursiones antes de que salga el sol. Pueden ser en todoterreno, aunque la berrea se siente mejor a pie.

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