La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Historiador

Historia de estas historias

Con casi 500 textos publicados, los familiares y lectores de los personajes aparecidos en la sección han reaccionado de todas formas posibles

Historia de estas historias

Llevo publicadas 497 "Historias heterodoxas". La norma manda que se celebren las 500, pero la heterodoxia obliga a no hacer lo que se espera; así que me parece un buen momento para contarles algunas de las anécdotas que inevitablemente han ido sucediendo desde que salió la primera el 7 de febrero de 2007, acompañada por una ilustración de Alfonso Zapico.

Alfonso y yo nos vemos menos de lo que quisiéramos, pero como el contacto ha sido constante a lo largo de estos años me conoce tan bien que cuando le hago la petición del dibujo semanal cada vez necesito darle menos detalles. Para mí es un orgullo contar con su colaboración y le agradezco que, ahora que se ha convertido en uno de los maestros del cómic europeo, no haga valer su currículo para pedir a LA NUEVA ESPAÑA que en esta página cambien mi foto por la suya y retoquen lo de "Historias heterodoxas" con ilustración de Alfonso Zapico por "Ilustraciones heterodoxas" con historia de Ernesto Burgos, lo que seguramente atraería a más público.

Les he dicho más arriba que ya son 497 y para ser exacto debería contar una más, la que tuve que retirar cuando ya estaba en la redacción. Alguien -ya fallecido- me había pasado las memorias manuscritas de su padre, un republicano con una vida de persecución y represalias, para que la resumiese. Así lo hice y antes de llevar la página al diario quise que él la leyese. Le pareció bien, incluso se emocionó y me dio la autorización para publicarla, pero al mismo tiempo quiso enseñarla en casa a sus hijos. Unas horas más tarde me llamó por teléfono, nervioso y pidiéndome entre disculpas que no sacase a la luz la vida de su padre, puesto que sus descendientes simpatizaban ahora con la derecha y querían que se olvidase el pasado.

Acaté su voluntad y aquella semana no hubo historia, pero al parecer el buen hombre había hecho circular más copias de esas memorias y al cabo de unos meses me sorprendí cuando aparecieron publicadas en forma de una novela que alcanzó cierta notoriedad regional.

Y es que han sido muchos años y ha habido de todo, desde felicitaciones de ciudadanos anónimos hasta improperios telefónicos. Entre las cosas buenas está el saber que estas historias le hayan servido a Laura Castañón para redondear un capítulo de su libro de éxito "Dejar las cosas en sus días"; o los agradecimientos que a veces llegan de lejos como el los familiares del doctor Kirgberg, fallecido en accidente de aviación en 1969 cuando estaba a punto de firmar varios proyectos que podían haber cambiado nuestro presente industrial; o el contacto con los descendientes de Filareto Kavernido, que preparan un museo en memoria del anarquista con quien Jesús Ibáñez se peleó en su comuna berlinesa.

En el lado oscuro, aquella vez en que estaba tranquilamente tomándome un café en una terraza y un personaje pintoresco me acusó de plagiarle. ¿En qué? -pregunté alarmado- y me respondió con todo convencimiento que yo en ocasiones escribía sobre uno de los valles de esta cuenca y que él lo había hecho primero y por lo tanto tenía una especie de monopolio sobre la memoria de sus habitantes.

Al margen de estas miserias, siempre procuro atenerme al rigor de los datos y asegurarlos con testigos o en las hemerotecas, pero es inevitable que algunas veces en el camino que va desde el folio hasta la pagina impresa algunos apellidos pierdan letras o bailen los números en los años, de manera que el lector se despiste al ver a Numa Guilhou convertido en Gilhou o viendo que la Real Fábrica de Armas se instaló en Oviedo en 1874 en vez de 1794.

Otras veces se trata simplemente de mis errores y, aunque no pretendo justificarlo, mucha culpa la tienen las prisas y la frecuencia semanal de las historias es la causa de que a veces salten los gazapos.

Desde aquí agradezco el buen tono con que se me ha corregido en varias ocasiones, como cuando situé el nacimiento en 1850 del teniente carlista, el teniente Francisco Viejo Álvarez en Los Pontones de la parroquia de Santa Rosa, a unos dos kilómetros de Mieres. Entonces sus descendientes me llamaron desde Los Pontones de Telledo, en Lena para advertirme del lapsus y escucharon mis disculpas con comprensión.

Desgraciadamente, hay gente más implacable. Como muestra vean el juicio a una de estas meteduras de pata en una blog sobre Historia y Patrimonio de Riosa: "A través de esta nota queremos hacer patente nuestro malestar y total desacuerdo con el contenido de la publicación llevada a cabo en el diario LA NUEVA ESPAÑA digital-Cuencas, el pasado día 25-02-2014 firmado por Ernesto Burgos. En dicho artículo se comete un error de bulto, totalmente injustificable en la época en que vivimos y con las tecnologías de que disponemos. Ernesto Burgos, que se presenta como "historiador", ha demostrado tener muy poco rigor científico en este asunto? Con solo efectuar una comprobación in situ o a través de las nuevas tecnologías hubiera salido de dudas y hubiera evitado incurrir en un error tan grave".

El "error tan grave" no era otro que el situar el pozo lobal de los Chamargones en el Concejo de Lena, "cuando Los Chamargones o Llamargones, dentro del valle de Espines de Foz, son aguas vertientes del Concejo de Riosa y muchos de los topónimos a que hace referencia son riosanos?" Se me pedía entonces que rectificase públicamente en este mismo diario y así lo hago hoy: a Riosa lo que es de Riosa.

Con las equivocaciones siempre se pasa un mal rato, que es peor si los reproches se acompañan con escupitajos: cuando publiqué una crónica titulada "La última intentona" en la que no dejaba muy bien a los carlistas de 1876, sus herederos ideológicos salieron así en su defensa desde la página web del Círculo Cultural Juan Vázquez de Mella:

"No es la primera vez que en la edición de las Cuencas de LA NUEVA ESPAÑA, donde le dan una sección que titula 'Historias heterodoxas', se ocupa del Carlismo un tal Ernesto Burgos. Vuelve a las andadas el 14 de abril de 2009. Sus conocimientos de historia están a la altura de su uso de la lengua española; es decir, por los suelos? no sabe casi nada, ni de la causa carlista, ni de la época, ni de aquellas partidas, ni de aquellos hombres, confunde términos y da de antemano por buena la versión liberal. Versión que sustituye por la mitología socialista hacia el final: su historia de los cambios en las Cuencas es de enciclopedia del disparate? Todo ello con un tono que quiere ser irónico, burlón, pero que sólo evidencia desconocimiento. Vamos, señor Burgos: dedíquese a otra cosa".

Me parece lógico no ser del gusto de la tropa tradicionalista y lo contrario me hubiese preocupado. De cualquier forma, en estos casos uno agradece estar viviendo en el siglo XXI.

Muchas veces me preguntan como me arreglo para no fallar a la cita semanal, con más o menos acierto pero siempre con puntualidad salvo viajes o causa mayor. Mi archivo hace tiempo que se quedó corto y quienes me enseñaron hace cuatro décadas a disfrutar escribiendo estas cosas ya están muertos o en el mejor de los casos viven su propio mundo en alguna residencia, de modo que tengo que apoyarme en las hemerotecas y en la tecnología, que ahora permite entrar casi en cualquier registro.

Solo hay que tener paciencia y saber buscar, aunque no siempre se encuentra. Va un abismo entre la colaboración de Jorge Varela -quien me ha conseguido desde su residencia en Bélgica valiosos informes para ir cerrando un trabajo que llevo tiempo preparando- y el desprecio de las instituciones más cercanas: aún estoy esperando la respuesta del Juzgado de Mieres ante algo tan sencillo como la consulta de un libro de defunciones, que solicité en agosto de este año por registro tras exponer minuciosamente los motivos de mi petición.

En fin, sin salir de casa, dos manantiales inagotables son la tertulia "Mieres por el camino", que se reúne en el santuario de Tante "Salat" y mis compañeros de charla y café cada mañana de domingo en el bar El Parque; también mi tío Julián, con 89 años de magnífica memoria, y los amigos que resuelven mis dudas sobre territorios en los que llevan tiempo investigando y que conocen mejor que nadie: Leo Sáiz en Ujo; Germán Mayora en Lena; Guillermo Fernández Lorenzo en Aller; Albino Suárez en Laviana; Miguel Ángel Fernández, en Langreo; Carlos Vega Zapico, en Turón? me corrigen y me ayudan.

Es imposible completar la lista, porque cada historia ha tenido su inspiración o su informante, pero sí debo citar especialmente a Rolando Díez. Él me fue enviando durante meses las noticias curiosas que le salieron al paso mientras documentaba el libro sobre el "Desarrollo Industrial de Mieres. Segunda mitad del siglo del siglo XIX", publicado al alimón con Félix Martínez. Fruto de este rastreo fue el hallazgo del certificado de enterramiento de Isabel Pool en 1860, que propició el contacto y la vista de sus descendientes al cementerio de protestantes de Fábrica.

Por último, mi agradecimiento a ustedes, que son los únicos con derecho a juzgar lo que escribo. Cuando se cansen, díganmelo y cierro.

Compartir el artículo

stats