La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Un programa de investigación con una década de vida

El Soft Computing captó 6,5 millones, la mitad de lo que costó ponerlo en marcha

El centro de lógica difusa de Mieres ha participado en treinta iniciativas empresariales y en una decena de proyectos de carácter europeo

La trayectoria investigadora del Centro Europeo de Soft Computing, con sede en el edificio de investigación del campus de Mieres, a lo largo de los últimos diez años ha estado plagada de proyectos que han tocado distintas áreas, como la industria, la medicina o la energía, dando cuenta de las diversas aplicaciones que tiene la lógica difusa. En lo material, este trabajo ha reportado al centro algo más de 6,5 millones de euros. Esta cantidad, pese a todo, apenas cubre la mitad de la inversión inicial para la puesta en marcha del centro, que llegó a los 13,5 millones de euros. Además, no todas las iniciativas son aceptadas y, en muchas ocasiones, acaban en el olvido.

La Fundación para el Progreso del Soft Computing, que regula el centro de Mieres, ha planteado el despido de trece trabajadores dentro del expediente de regulación de empleo (ERE) que aprobó el patronato hace unas semanas con el objetivo de mantener la actividad en las instalaciones ubicadas en el edificio de investigación del campus de Mieres. El futuro del equipamiento es incierto tras años de intensa actividad. Los investigadores sostienen que su trabajo les avala. Sólo en proyectos europeos, el centro de Soft Computing ha conseguido participar en una decena de ellos que, en su conjunto, han movido quince millones de euros. De esta cantidad, el centro consiguió dos millones, ya que se trata de proyectos colaborativos en los que participan diversos socios. Uno de los primeros que se llevaron a cabo en el centro fue el de procesado de imágenes médicas, iniciativa que globalmente movió 3,5 millones de euros, de los que 700.000 fueron a parar a Mieres. En ese proyecto, el centro de Soft Computing ejercía de coordinador, es decir, era el que gestionaba la aportación total y velaba porque el resto de los socios cumpliesen con su cometido.

Otro de los proyectos europeos que sacaron adelante fue uno relacionado con la mejora de producción de una fábrica de madera. Se trataba de mejorar la resistencia de los paneles, minimizar el uso de material tóxico y optimizar la producción. En este caso, el centro de Soft Computing no ejercía de coordinador, sino una empresa italiana. Aún así, recibió 400.000 de los cuatro millones de euros globales que tenía la iniciativa.

Tesis doctorales

En relación con la energía estaba el proyecto "Natconsumers" para incentivar el consumo eléctrico y eficiente. En total, el proyecto está valorado en dos millones de euros, de los que Mieres se hizo con 200.000 euros. La iniciativa partió inicialmente del centro de Soft Computing, ya que contaba con tres tesis doctorales relacionadas de las que nacería después el proyecto. Sin embargo, no pudo ser coordinador, lo que hubiese supuesto duplicar la aportación.

Y es que para ser coordinador, lo que conlleva asumir una mayor participación al tiempo que lograr más ingresos, el centro tiene que tener cierta solvencia laboral y económica. Algo que consiguió en sus primeros años al contar con fondos de la aportación inicial del centro, que había sido de doce millones de euros; pero con los que ahora no cuenta. Una falta de liquidez por la que afrontará un expediente de regulación de empleo que, tal y como figura en la primera propuesta lanzada desde la Fundación para el Progreso del Soft Computing, que gestiona el centro de Mieres, afectaría a trece trabajadores, casi la mitad de la plantilla.

Otra de las líneas de trabajo del Centro Europeo de Soft Computing son los contratos con empresas. A lo largo de la última década, el centro ha firmado unos treinta contratos por valor de casi 2,5 millones de euros. De temática variopinta, estos trabajos se relacionaban con aspectos como la optimización de la producción y el análisis de datos. Entre ellos, uno de los más destacados es el que cerraron con EDP, que trataba de reproducir el funcionamiento de la producción de diferentes parques eólicos y, a partir de esos datos, realizar una estimación de la demanda de consumo eléctrico, consiguiendo importante mejoras. Otro de los contratos estaba enfocado a una cadena de producción en la que se montaba un motor de coche. El trabajo, en este caso, era organizar las tareas de la cadena para que fuese más eficiente.

Dando cuenta de la diversidad temática de sus proyectos, un contrato con la denominación de origen Gamonéu les llevó a gestionar un software de control de calidad en el que aplicaban las técnicas de análisis sensorial. De este modo, se automatizaba el procedimiento de la sala de cata haciendo una evaluación más objetiva.

Compartir el artículo

stats