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La actividad ganadera en los valles mineros

El lobo acaba con la cría de cabras

Los ganaderos reducen un 80% el número de reses ante las acometidas de los cánidos y al no abonar el Principado las indemnizaciones por los daños

Manuel Remis, con una de sus cabras muertas en el Llosorio. J.R. SILVEIRA

Los ganaderos de las Cuencas aseguran que la cría de cabras se ha reducido en más del ochenta por ciento durante la última década. En el Caudal, en concreto, la situación es dramática. La Asociación de ganaderos afectados por el llobu (Agall) asegura que los ataques de cánidos salvajes que no se subvencionan "están terminando con los productores de ganado pequeño". Ponen cifras sobre la mesa y aseguran que, en 2004, había cerca de 1.000 cabras en la comarca. Actualmente, el número apenas alcanza las 200 cabezas.

Los portavoces de la entidad afirmaron ayer que "los ataques de lobo afectan en mayor medida al ganado de menor tamaño". "Es fácil que un cánido salvaje termine en un único ataque con varias cabras, no pasa lo mismo con las vacas u otras reses de más envergadura", añadieron desde la asociación ganadera, a la que pertenecen un buen número de profesionales de la comarca.

Sin embargo, matizan, el lobo no es el principal culpable. Desde su punto de vista, "es la Administración regional la que está terminando con la cría de cabras en la comarca". "La Consejería de Desarrollo Rural y Recursos Naturales no paga los daños casi nunca, porque este tipo de ataques no suelen dejar ningún rastro", añadió. Un lobo puede comer una cabra sin dejar ni siquiera los huesos, especialmente si es una cría. Si es una cabra adulta, las huellas no son esclarecedoras.

La mayoría de estos daños terminan en las temidas "causas indeterminadas", una afirmación que los ganaderos quieren eliminar de los informes de la Guardería Rural. Según los portavoces de Agall, "nos dejan en mal lugar y nos quitan lo que nos corresponde". "Estamos llegando a un punto en el que no podemos mantenernos, quieren terminar con el sector en la comarca", destacaron los responsables de la entidad.

Uno de los casos "más sangrantes" es el de Manuel Remis, un ganadero de Morcín. El productor aseguró que, desde mediados del mes de mayo, los lobos han comido veinticinco cabras de su rebaño. Es uno de los últimos ganaderos que se dedican a la cría de estos animales en la comarca y está a punto de tirar la toalla: "Este año he perdido muchísimo dinero, no lo puedo ni cuantificar si quiera", afirmó. La Consejería, según su versión, no ha reconocido ningún daño a causa de la fauna salvaje.

Las indemnizaciones no llegan siempre y, cuando las ahí, no convencen a los ganaderos. Según Agall, "el Principado no paga el precio de la res que se pierde en casi ninguna ocasión". Además, la Administración regional no reconoce lo que los productores definen como "daños indirectos". Es el caso de la leche que compran para amamantar a una cría cuando pierde a su madre o las medicinas para curar una herida producida por la mordida de un cánido.

Las quejas crecen al ritmo que aumentan los ataques. Agall ha registrado, en lo que va de año, la pérdida de más de un centenar de reses. La mayoría son cabras y ovejas, ganado de poco tamaño y fácil de atacar para los lobos. Alertan de que la producción de cabras en el Caudal, a menos que la Administración regional tome medidas urgentes, seguirá bajando.

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