Nos gusta llenarnos la boca hablando de la participación ciudadana o del deseable protagonismo de la sociedad civil, pero, en general, nuestra forma de llevar a la práctica esos buenos propósitos se limita a criticar lo que no nos gusta. Por eso, cuando una se encuentra con personas que no sólo conciben ideas que son beneficiosas para la comunidad sino que se atreven a llevarlas a la práctica piensa que es justo y conveniente ponerlo de relieve. Es lo que está ocurriendo estos días con una iniciativa surgida de los comerciantes y hosteleros de El Entrego.

A ellos, o al menos al grupo que actúa en su nombre, les debemos los vecinos de este pueblo que las presentes Navidades sean más luminosas y alegres. Por su iniciativa, El Entrego luce estos días una iluminación navideña digna y se desarrollan actividades que han tenido una gran acogida. Gracias a ello las calles entreguinas se han visto concurridas y animadas, como corresponde a unas fiestas que no por llamarse así se venían percibiendo como tales: no hay más que recordar las tinieblas y el poco ambiente de años recientes.

Es seguro que ese éxito no se ha conseguido sin esfuerzo ni riesgo. Por el contrario, habrá sido preciso dedicar tiempo y esfuerzo a planear unas actuaciones, hacer números para presupuestarlas, ver cómo se conseguían los recursos para cubrir los gastos y trabajar luego para llevarlo a la práctica, lograr aportaciones del propio gremio organizador, vender rifas, hacer mercadillos para recaudar fondos, instalar atracciones para los niños o convencer al Ayuntamiento para que, al menos, corra con los gastos de la luz. En cuanto al riesgo, estriba no sólo en afrontar las críticas, que nunca faltan, incluso cuando uno se esmera en hacer las cosas bien, sino en exponerse a que no se cubran los gastos y haya que afrontarlos.

Habrá quien diga que los comerciantes y los hosteleros son los primeros que se benefician del buen ambiente en las calles. Y seguro que es verdad. Pero no es menos cierto que con un ambiente que hace más agradable la convivencia el beneficio se extiende a todos. Cuando en esta cuenca minera lo habitual es escuchar mensajes pesimistas y desalentadores, las iniciativas que aporten alegría y buena vecindad siempre serán bienvenidas. Por eso me atrevo a pedir un aplauso para los comerciantes y hosteleros de El Entrego y en especial para la comisión organizadora que ha actuado en su nombre. Creo, sinceramente, que se lo merecen.