Sus Majestades los Reyes Magos de Oriente han superado la crisis. Melchor, Gaspar y Baltasar pasearon ayer, a última hora de la tarde, por Mieres. Lo hicieron acompañados por los centenares de pajes que este año sumaron a su plantilla para afrontar la noche del reparto de regalos. Vestían trajes vistosos que brillaban bajo una nueva luz: la que dieron ciento cincuenta antorchas eléctricas a estrenar. También renovaron carroza los pajes del Belén.

Dos voladores anunciaron la llegada de sus Majestades al entorno de la zona deportiva de El Batán, el punto de partida para un largo desfile que organizaba la Asociación Cultural y Minera Santa Bárbara. Las carrozas de Melchor, Gaspar y Baltasar estuvieron escoltadas por dos agentes de la Policía Local, encargados de evitar cualquier problema que pudiera enturbiar la noche más mágica del año. Sus Majestades también estuvieron vigilados por su propio guardaespaldas: el Príncipe Aliatar, que había viajado desde Oriente unos días antes para recoger las cartas de última hora.

El Príncipe desfiló por Mieres a lomos de un vistoso caballo y acompañado por otros dos jinetes. Justo detrás, un grupo de pajes anunciaban la llegada de la carroza con el Belén y un rebaño de ovejas muy obedientes. Entre el público, caras de asombro para los mayores y de impaciencia para los pequeños de la casa. "Quiero que llegue ya Melchor", dijo una niña en primera fila, que llevaba esperando un buen rato en el entorno de El Batán.

Y llegó el Rey más anciano, el de barba blanca. Acompañado de un séquito de pajes que portaban antorchas rojas, luces que iluminaron el camino por la noche para no dejar ninguna casa sin regalos. Una comitiva de pajes con luces verdes anunciaban la proximidad del segundo Mago de Oriente: Gaspar. Fue el más espléndido en el reparto de caramelos y también de besos al aire, que intercambió por promesas de acostarse temprano entre el público más joven.

El favorito de Mieres, a juzgar por los aplausos que le regalaron desde las aceras, es Baltasar. El Rey desfiló escoltado por otros cincuenta pajes con luces azules. También anunciaban su llegada un grupo de malabaristas con antorchas de fuego. Las únicas llamas que habían en el desfile, que en esta edición mejoró las medidas de seguridad para evitar contratiempos. La mayor concentración de público estaba en la calle Manuel Llaneza, un punto medio del recorrido que terminó en el Parque Jovellanos.

A los Reyes de Oriente les sobra magia y tienen el don de la ubicuidad. Es por eso que también pasearon por Pola de Lena, en un desfile vistoso que terminó con la entrega de trescientos obsequios en la plaza Alfonso X El Sabio. La organización estuvo pendiente hasta última hora del cielo, pero la lluvia dio tregua y permitió que Melchor, Gaspar y Baltasar llenaran las calles de ilusión.

Sus Majestades hacen lo que haga falta para que todos los regalos lleguen a tiempo. A Riosa llegaron en tractor, y por Boo (Aller) viajaron por las calles en quad. Repartieron juguetes en la iglesia de San Juan. En Carabanzo (Lena) pidieron ayuda a los astures para que el trabajo de la noche fuera más llevadero.