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"El futuro lo veo mal, todo está muy deteriorado aunque se gastó mucho dinero"

Nicanor Suárez, a la derecha, delante de una de las máquinas con las que trabajaba.

Nicanor Suárez rememora como "tenía un libro de motores encima de mesa y llegó Don Federico, un ingeniero vasco, y anduvo buscándome y preguntó por mí porque no me veía y miro por la ventana y me encontró durmiendo con un libro delante de las narices. Cuando lo vi pegué un salto como si viese un lobo. Me preguntó qué me pasaba, si tenía sueño. Le dije que estaba mirando un libro y diome el pigazu. Vio que no era una novela sino un libro de mecánica. Pensé que al cogerme durmiendo me iban a sancionar y al poco tiempo me llamó el capataz jefe y me dijo que como me gustaba la mecánica íbamos a preparar un taller para revisar las máquinas y allí estuve hasta que me jubilé. Don Federico era un ingeniero que a los que trabajábamos nos quería mucho pero a los que no, no los podía ver. Le dijo un día al ingeniero jefe que por qué tenía obreros de la empresa cuidándole su ganado y trabajando sus tierras. Si quieres pinches, págalos tú".

La memoria de Suárez llega a los inicios de la minería en la zona. "Mi guela contaba que el primer carbón que se llevó de aquí para la fábrica de armas de Trubia era de una mina que llamaban El Cuélebre. Una máquina de vapor tiraba por unos cables aéreos de fardeles de carbón hasta el alto la Collá y luego hasta el alto de Siones. Para ir a Mieres teníamos que ir por el monte. Los franceses explotaron todo el valle de la Raíz y montaron todas las máquinas de vapor para subir a través de los planos el carbón desde el río. Se sacaba desde el nivel 91 y subía a través del Planón hasta el 256 y luego otro plano hasta la Raíz".

Animales. "Cuanto entré a trabajar había caballistas que trabajaban con mulas que morían cada poco ya que había muchos accidentes y rompían las patas. Después vinieron los tractores, la Rustong inglesa de gasoil sacaba cuarenta vagones de un viaje. Tenía veinticinco caballos de potencia pero comenzó a fallar porque echaba mucho humo y dio mucha guerra porque afogaba a los paisanos como Marcelo el de Consuelo, que murió. Hubo muchas protestas con el humo y vino una comisión de fuera a inspeccionar las máquinas y nosotros estábamos con el culo apretáu. Luego dijeron que estaban en perfecto estado. Los franceses modernizaron la explotación con las máquinas de vapor y una casi le lleva la oreja a Jamín de Panizales (padre de director de cine José Antonio Quirós)".

Posteriormente, relata Nicanor Suárez, "en el plano del 256 se quitó el vapor y se puso un motor eléctrico para impulsar el plano. Conocí una locomotora eléctrica rusa de cuarenta caballos para transversales muy ventilados que transportaba cientos de vagones. Traía unos recambios que nunca se llegaron a utilizar".

"Hubo un ingeniero, de cuyo nombre no quiero acordarme", asevera Suárez, "que no quería gastar nada con las máquinas ya que decía que era un gasto inútil que no se podía soportar. Quemaban las baterías, rompían los piñones y había un gasto muy grande. No son mías, son suyas, le dije, juega usted contra sí mismo, piénselo bien. Empezaron a romper ejes y piñones. En lugar de frenar hacían contramarcha y quemaban. Me atreví a decirle que me quitase de allí y me pusiese en otro lado porque no quería asumir responsabilidades que no tenía. Las broncas venían luego para mí". Los problemas siguieron. "Tuve una bronca mayor con ese mismo ingeniero cuando vino una riada muy grande y llegó el agua a los motores de las bombas y paró todo el pozo. Me dijo que teníamos que colgar una bomba de un cable en medio del rio con aquella inmensa riada. Si no la colgaba que me sancionaba". Nicanor Suárez se negó. "Yo no pongo ningún obrero a trabajar ahí, castígueme. Entonces trajo a un capataz y a un eléctrico del Batán, pero tampoco lo hicieron y me dieron la razón. Nos dijo que no nos marchásemos después de comer. A la once de la noche volvió y estábamos allí muertos de fame. Le dije que íbamos a irnos ya que estamos mojaos pingando. Volvimos a las cinco de la mañana a la sala de bombas y pusimos el compresor a funcionar. Luego me pidió perdón por lo de las bombas y le dije que no tenía perdón de Dios porque si llega a pasar algo a algún trabajador el responsable sería yo."

Invento. "Cuando le salían mal las cosas", afirma el exminero, "las pagaba con otros. Había dos obreros limpiando la tierra del fondo de los vagones y picaron sin querer un fulminante que explotó. El capataz jefe me dijo usted que es ingenioso porque no inventa algo para solucionar este problema". Eso fue lo que hizo Suárez. "Necesitaba dos cilindros más fuertes que vi en Sama y eran de postear con presión hidráulica no neumática. Los instalamos, sacaban la toda tierra y evitaba accidentes pero el ingeniero quería que los vagones estuvieren mediados porque así contaba los vagones que llevaban al basculador como llenos cuando estaban mediaos. Íbamos a patentar el invento en 1976 Celso Suárez, un capataz de Loredo, y yo, pero no pudo ser porque los dos trabajábamos en una empresa pública".

Hablar de la mina también es rememorar momentos muy difíciles. "Los momentos más duros y peores fueron cuando había muertos en los accidentes. Jesús Cabo, el practicante de la mina, siempre me llamaba a mí para limpiarlos y vestirlos. Los limpiaba con mangueras de agua sacándoles el carbón de la boca en la catorce. En la mina de Otura murieron dos con una pega, uno del Colláu y otro de las Mazas. Estaban dando mecha y les explotó. A uno le faltaba la mitad de la cabeza y al otro las dos piernas. No las encontramos. Les formé la cabeza con algodón y tenían el cuerpo acribillado de costeros".

Pese a todo, siempre hay buenos recuerdos. "Los mejores, cuando empecé a salir adelante por mí mismo, porque no me ayudó nadie. El único al que le debo muchos favores fue al montador de Gijón que ya murió el probe y fue el que me dejo una buena recomendación". Su mujer Maximina Bardio, también de 93 años, tiene la salud más delicada que Nicanor. "Anda con una muleta y toma catorce pastillas al día mientras yo tomo solamente tres". Este matrimonio nonagenario tiene dos hijas, cinco nietos y cuatro biznietos. Curiosamente, después de casarse con "Máxima", otro hermano suyo, Mino, se casó con Sirita, hermana de su mujer, y el otro, José, contrajo matrimonio con Susana, que es prima de ambas.

"Tenía un tío que se llamaba y apellidaba igual que yo y vivía en la casa de al lado. La cartera de aquella, Matilde, me llevaba las cartas de les moces míes a mi tía y no me les daba. A partir de ahí decidí que si algún día tenía un hijo no se llamaría igual que yo, para que no hubiera más errores como éste".

El futuro. El futuro lo veo mal, nada bien. No me gusta nada. Está todo muy deteriorado por la crisis. Ya lo vi todo de muchas maneras. La mejor es de la de ahora. Antes se vivía en chabolas, no había váteres, luz eléctrica ni teléfono. Ahora tenemos unos privilegios que nunca los hubo aquí. Hicimos mucho entre todos y todos pusimos nuestro grano de arena para construir mejor nuestro futuro. Hice una casa para la familia en la Teyera. Cuando nací no tenía nada que ver, había poco que contar. Vi la industria de este pozo florecer como una rosa y hoy todo lo que vimos se fue al garete. Vivimos unos años muy buenos pero se gastó mucho dinero muerto, pilas de millones en obras faraónicas que no sirvieron para nada como lo que se gastó en las tolvas para el Museo del Queso que nunca se llegó a abrir".

Según Nicanor Suárez, en Morcín habría que poner en valor el patrimonio y la arqueología industrial "que tenemos aquí mismo en estos montes, al lado de Oviedo, y recuperar la historia minera. Al turista que viene le gusta conocer estos sitios".

La salud. "Algunos me dicen que ya quisieran estar como yo". Se lo comentó hace poco un médico "pero los de mi generación trabajamos mucho tiempo y en malas condiciones. Tomo un espray para la respiración y el año pasado me operaron de pólipos en la mexiaera porque sangraba mucho. Bebo mucha agua, llegué a beber cuatro litros al día. Tengo que ir a una revisión en abril. Ahora bebo treinta botellas al mes de litro y medio". Tiene la espalda "deshecha de dar tirones para encarrilar vagones. Echábamos horas descargando madera en La Huertica que venía de La Pereda y nos pagaban un cuarto de jornal que eran dos pesetas por descargar una araña que traía cincuenta piezas y por cargar el carbón de Ablaneo pala a pala un vagón que llevaba cinco toneladas".

Además, "tomo el Sintrom, unas pastillas para la circulación de la sangre y otra pastilla para el aparato digestivo para ayudar a hacer la digestión. Y otra para el corazón que llevo ya treinta años tomándola porque tenía arritmias. Por la mañana en ayunas tomo la del corazón excepto jueves y domingo, y otra para la tensión. Bebo solo agua. Bebí un vaso de vino en Nochebuena y ya despaché. Cuando salgo al chigre tomó café con leche. La memoria ya la voy perdiendo", aunque, en realidad, no lo parezca.

Además del agua su base de alimentación son las verduras, las legumbres y come potajes de fabes, garbanzos, lentejas y paella. "No madrugo mucho, me levanto sobre las nueve y media, como sobre las dos y media y ceno a las ocho y media. Luego veo un poco la televisión, me gustan las películas policíacas, y leo LA NUEVA ESPAÑA antes de acostarme a las doce de la noche". En su casa no falta ningún día el periódico, están suscritos a LA NUEVA ESPAÑA desde hace varias décadas.

A sus 93 años todavía conduce su Renault Clio y ha renovado el carnet renovado por un año. "Me dicen que conduzca despacio. Solo lo utilizo para ir al Sintrom a Oviedo o ir a Mieres. A Gijón ya no me atrevo a llevarlo y voy todos los domingos al rastro con un vecino. Todavía el otro día estuve haciendo unas bovinas en el taller que tengo en el sótano, pero eso no lo pongas, trabajo algo la huerta y siego la campera".

Sin duda, Nicanor es genio y figura. Un auténtico personaje merecedor que el Ayuntamiento de Morcín le nombre Hijo Predilecto del concejo porque representa a toda esa generación hecha a si misma y casi ya desaparecida, que se sacrificó, trabajó y vivió momentos muy duros para sacar adelante a sus familias y construir un futuro mejor.

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