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Doscientos millones quemados en CO2

El director del principal proyecto de investigación español, la captura y almacenamiento de dióxido de carbono, lo da por "muerto"

A mediados de la pasada década, las tecnologías de captura y almacenamiento de dióxido de carbono (CO2) eran el clavo ardiendo al que se agarraba el sector del carbón. Unos sistemas que tenían que ser investigados y testados sobre el terreno, pero en los que se tenía mucha esperanza. Podrían hacer de la quema de carbón una energía más limpia, reduciendo en un altísimo porcentaje sus emisiones, lo que haría del carbón la gran energía del futuro. Sin embargo, los programas de investigación que se pusieron en marcha en España no están llegando a buen puerto. Tampoco a nivel europeo se está apostando por ellos. Hace unos días, el director general de la Fundación Ciudad de la Energía (Ciuden), Eduardo Castiñeiras, daba por muerto el plan de investigación puesto en marcha en El Bierzo, el más importante de España e impulsado por Zapatero. En él se invirtieron 200 millones de euros.

Los reveses al sector del carbón no paran de sucederse. Ya sea de forma directa, con reducción de ayudas y por no aplicar nuevos incentivos al mineral autóctono, ya de forma indirecta, abandonando o dejando de lado los grandes proyectos de investigación relacionados con el carbón. Castiñeiras avanzaba, en una televisión leonesa, que el proyecto de captura y almacenamiento de CO2 de la Ciudad de la Energía estaba "muerto", y que se iba a intentar sustituir por una central de biomasa.

La falta de una apuesta clara por estas tecnologías a nivel estatal es patente. La financiación de Ciuden se rebajó notablemente en los últimos años -surgió como una gran iniciativa del Gobierno de Zapatero-, y otros proyectos de investigación se han ralentizado. Es el caso del plan desarrollado en la térmica de La Pereda, en Mieres, propiedad de Hunosa. Una central experimental, de 1,7 megavatios, que sigue adelante, pero sin cumplir, como Ciuden, con los ritmos de trabajo previstos inicialmente, y que estimaban que en 2020 (según la UE) podrían ponerse en marcha proyectos de captura y almacenamiento de CO2 a escala industrial: una verdadera tabla se salvación para la minería que aún queda muy lejos.

La UE preveía tener, a finales del año pasado, doce plantas de captura de CO2 en funcionamiento. La previsión se quedó en humo, y la parálisis comunitaria de estas tecnologías es patente. Ya en 2014, Chris Davies, autor de un informe sobre el desarrollo de estas tecnologías para la UE, advertía de el estancamiento de la investigación. Las iniciativas, advertía, no pasaban de ser en su mayoría, plantas a pequeña escala, como la de Ciuden. Pese a este parón, las previsiones de la UE afirman que el carbón será, durante al menos 30 años más, "una de las principales fuentes de energía mundial". Pese a ello, estas tecnologías para hacer mucho menos contaminante sus centrales térmicas no avanzan, y el sector minero desaparece poco a poco en Europa y en España.

Uno de los problemas a los que se enfrentan, y parecen no haber superado estas investigaciones, es la brecha entre los costes totales de la captura, y los costes de los permisos de emisión de los gases contaminantes. Las grandes empresas eléctricas no invertirán miles de millones de euros si comprar en el mercado de las emisiones de gases de efecto invernadero es mucho menos costoso.

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