Madrugada de viernes. El reloj se acerca a las cuatro y la noche es tranquila. No se ve a nadie por la calle. Adrián González, operario del servicio de limpieza del Ayuntamiento, tiene el turno de noche y está barriendo la glorieta próxima al estadio de Ganzábal, en el barrio de Langreo Centro. A unos metros de distancia, cree distinguir una nube de humo. Al acercarse, percibe un fuerte olor a quemado y llama a la Policía. La rápida intervención de González evitó que el incendio declarado en el garaje subterráneo de dos bloques de pisos de la calle Marino Gutiérrez, en La Felguera, tuviera consecuencias de mayor gravedad. El fuego calcinó tres vehículos y obligó a desalojar a los vecinos de un total de 76 viviendas, que permanecieron en la calle durante unas tres horas, hasta que finalizaron las labores de extinción.

"Al principio pensé que era niebla, pero al aproximarme ya comprobé que había humo saliendo por uno de los respiraderos de las cocheras y noté un fuerte olor a goma quemada. Avisé a un compañero y llamamos a la Policía", indicaba ayer González, para añadir: "Además de ocuparnos de la tareas de limpieza también tenemos un protocolo de actuación cuando vemos algo extraño por la calle. Creo que todos los equipos de emergencia actuaron muy rápido y evitaron que se liara una mayor".

Los vecinos de los dos edificios desalojados trataban en la mañana de ayer de recuperarse del susto. Era el caso de Margarita Álvarez: "Me había despertado sobre las tres para tomar unas pastillas. Volví a acostarme y un poco más tarde sentimos tocar el timbre". Era la Policía avisando de que había que evacuar las viviendas. "Me puse nerviosísima, no atinaba a vestirme; estaba muy asustada. Abajo ya encontramos varios camiones de bomberos y un humo muy grande que salía por la cochera. El olor era horrible. Todo el mundo se preguntaba qué pasaba; había niños pequeños que lloraban porque tenían sueño y frío y querían irse a casa".

Paloma Fernández es vecina de puerta de Margarita Álvarez. Tiene una hija de seis años, Daniela. "Algunos niños se asustaron, pero la mía para nada. Como vio bomberos, luces y sirenas estaba encantada", relataba Fernández: "Al principio hubo un poco de sobresalto. Nos dijeron que no podíamos utiliza el ascensor y tampoco sabías si había humo por las escaleras. Yo bajé de las primeras".

Según informó el Servicio de Emergencias del Principado de Asturias (SEPA), la llamada de aviso se recibió a las 3.59 horas. Los vecinos pudieron volver a sus casas a las 6.30, al darse por extinguido un fuego que calcinó tres coches y afectó a otros dos.

José María Casal es el propietario de uno de los coches calcinados. "Tenía cinco años; estaba casi nuevo". Aquilino Iglesias tuvo más suerte. "Tengo la defensa, la aleta y un faro con algunos daños. La suerte que tuvimos es que pasaba un barrendero y avisó a la Policía. Si no es por él, queman todos los coches". La noche fue larga para este vecino. "Cuando volvimos a casa la escalera seguía oliendo a humo. Cuando llegué ya no pude volver a pegar ojo; ¿quién duerme después de eso?".