El Ayuntamiento de Mieres estaba decidido hace una década a desarrollar un parking subterráneo en el centro del casco urbano. El proyecto contaba con un total respaldo desde todos los frentes. Los partidos políticos, el movimiento vecinal y los comerciantes lo avalaban. Había total sintonía, algo no muy frecuente. Además, al futuro equipamiento le sobraban las novias. El problema no era buscarle sitio, sino decidirse por el más adecuado. El parque de la Libertad, la plaza de abastos, Oñón y el parque Jovellanos fueron inicialmente los focos de debate. Hasta que el desarrollo del plan urbano de La Mayacina abrió un nuevo escenario. Los gestores municipales, no sin cierta polémica, se decantaron por esta alternativa. Contra todo pronóstico, la actuación no se ha ejecutado, ni se abordará, ya que el gobierno local ha renunciado definitivamente a desarrollar los aparcamientos soterrados de la Mayacina. Antes, en 2011, quedó suspendida la construcción del parking de Oñón cuando las obras ya estaban licitadas. El ejecutivo central del PP paralizó la tramitación de los fondos mineros y dejó la iniciativa sin cobertura económica. Mieres, que a principios de siglo daba por hecho que la ciudad tendría aparcamientos subterráneos, deberá seguir con los coches a la vista.

Que Mieres llegara a 2016 sin parking subterráneo hubiera parecido algo muy improbable a principios de siglo. Todo parecía cuadrar y había una decisión firme, tanto política como social, por dar cabida en el casco urbano a un equipamiento de estas características. Tras varios años de tanteo, en 2007 el proyecto se intuía ya inminente. Se abrió un gran debate ante lo que, erróneamente, ya se deba por seguro. Los comerciantes locales no se decantaron entonces por ninguna de las dos posibles ubicaciones que se barajaban: el Jovellanos, opción defendida por el PP, y la Mayacina, la más probable ya en ese momento al contar con el respaldo del gobierno municipal socialista y de IU. Los empresarios defendieron que la construcción de este aparcamiento debía abordarse como una prioridad, y matizaron que debía ser "céntrico y con más de un millar de plazas ". La Federación de Asociaciones de Vecinos de Mieres sí se decantó por una alternativa, concretamente por la Mayacina. Argumentaban que les parecía mucho más acertado apostar por estos terrenos, aún sin explotar urbanísticamente, aunque la opción del parque Jovellanos, bastante más compleja técnicamente, tampoco les parecía "descabellada".

Ya antes de 2007 se habían barajado varias opciones, como el barrio de Oñón, la plaza de abastos, el parque de la Libertad y, por supuesto, el Jovellanos. Este último fue durante bastante tiempo la alternativa mejor valorada, hasta que el citado desbloqueo del plan Vasco-Mayacina dio un vuelco a las previsiones urbanísticas. La gran oportunidad de situar aparcamientos subterráneos bajo la principal zona verde de Mieres se escapó en 2003, cuando el Jovellanos sufrió una reforma integral, estando casi un año clausurado. El Ayuntamiento estudio vivamente el proyecto, pero al final no se decidió a dar el paso. Algo parecido ocurrió con el parque de la Libertad.

Tras mil vueltas, el Ayuntamiento tomó la decisión definitiva de decantarse por la Mayacina. El estudio de viabilidad elaborado por la empresa Locoastur Optimizacion y Control de Obras se firmó en 2012. El informe consideraba "viable" el desarrollo de la instalación y proponía un aparcamiento de dos plantas con capacidad para entre 487 y 527 vehículos. El problema, lógicamente, radicaba en el coste. La inversión estimada ascendía a 5.187.210 euros. A esta cantidad había que sumarle otros 761.600 euros que se destinarían a la materialización de la zona verde exterior incluida inicialmente en el plan urbano del Vasco-Mayacina. La empresa que asumiera la inversión, abordaría la obra y se quedaría con la concesión durante varias décadas para su explotación. Un veterano constructor local mostró un interés desmedido por el proyecto, pero siempre que estuviera ligado a la implantación de la zona azul de pago, algo que el actual gobierno de IU nunca quiso asumir. Al final el interés se enfrió y el Ayuntamiento ha terminado por renunciar al proyecto. De tanto pasear a la novia, Mieres se ha quedado sin boda.