Abdul Boaman llegó a Asturias hace algo más de una década. Viajó con contrato temporal de una importante empresa de montaje española y se estableció en La Felguera. "Aquí vivía ya una hermana mía y quería estar cerca de ella", explica este marroquí de sonrisa incansable. Unos años después llegó su mujer y, ya en la región, decidieron formar una familia. El fenómeno de la reagrupación familiar ha permitido que la inmigración legal crezca en las Cuencas a pesar de la crisis. En la última década, los valles del Nalón y el Caudal han pasado de 2.448 (en 2006) a 3.549 (en 2015) inmigrantes registrados, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). En porcentajes, las Cuencas cuentan ahora con un 2,4 por ciento de vecinos de origen extranjero. Un punto por encima de los registrados en 2006.

Dice Abdul Boaman, al que sus amigos, compañeros de trabajo y familiares llaman "Nani", que su adaptación fue muy rápida: "Yo tuve mucha suerte, viajé ya con un contrato y siempre me encontré con gente dispuesta a ayudarme", explicó. Acude a menudo a la sede la Asociación Pro Inmigrantes "Intervalo", dedicada a promover la integración de extranjeros en Langreo. Allí hizo sus primeros amigos asturianos y tomó contacto con otros marroquíes que viven en el concejo. "Ahora somos unos cuantos y nos ayudamos unos a otros", asegura Abdul Boaman.

La población de origen marroquí en Langreo ha descendido, a pesar de las cifras totales, durante la última década. Cuando Abdul Boaman llegó a Sama, allá por 2006, había noventa y siete vecinos de su mismo origen censados. Ahora, la cifra asciende a setenta y ocho. Las Cuencas suman 322 inmigrantes llegados desde Marruecos, una cifra que supone el catorce por ciento del total de población de origen extranjero.

Detrás de cada número, en la sombra de cada porcentaje, hay una historia. Como la de la mujer de "Nani", que llegó a La Felguera tras casarse en el sur de Marruecos: "Sabía que aquí tendríamos una vida mejor, y por eso la convencí para que los dos estuviéramos en Asturias", explicó Boaman. Ahora tienen dos hijos, uno de tres y otro de ocho años. Los pequeños sienten que La Felguera es su hogar, pero conocen sus raíces. Aunque han nacido en Asturias, el INE los registra como vecinos de origen extranjero.

En esa estabilidad, en ese llegar para quedarse y traer a los suyos, está la explicación del incremento de inmigrantes en tiempos de crisis. El presidente de "Intervalo", Benjamín Braga, señaló que "la posibilidad de agrupar a los miembros de la unidad familiar, tras años en el país, hace que los números suban en la teoría". En la práctica, aseguran los responsables de colectivos relacionados con la integración en las Cuencas, los inmigrantes en situación irregular se van de la comarca a marchas forzadas: "Cuando no tienes nada que te ate, ni un trabajo ni una estabilidad, lo mismo te da estar aquí que en otra zona con más oportunidades", explicó Braga.

Integración

De fondo, aún se escucha el murmullo cargante del racismo. Las responsables de la Asociación de Mujeres Inmigrantes "Las Golondrinas" de Mieres denunciaron hace unas semanas que los casos de actitudes xenófobas y los problemas de integración se multiplican al ritmo que empeora la economía. "Nos hemos encontrado con casos de discriminación en escuelas, y eso es algo que no se puede permitir. Necesitamos más planes de integración y de apoyo para los escolares de origen extranjero", aseguró Gladys Nieves, presidenta de "Las Golondrinas".

El racismo sigue en las calles, pero Abdul Boaman asegura que nunca lo ha sufrido. Su familia ha podido mantener sus costumbres, pero siempre con una norma: "Consideramos que el respeto es lo único que no se puede perder, es lo esencial para que todos podamos convivir", afirmó. Una regla que él aplica en todos los ámbitos de su vida. Llega el mediodía y se termina la conversación, porque Boaman y su familia tienen que ir a la mezquita de El Entrego. San Martín del Rey Aurelio es el municipio con más inmigrantes árabes de las Cuencas: un treinta por ciento del total.