-¿Hábleme de la nueva línea de producción de Asla?
-Simplificándolo, nos permitirá ampliar el ancho de los paneles. Pasaremos de un metro a metro y medio. Seremos los únicos en el mundo que ofreceremos un producto para el que existe una gran demanda.
-¿De qué inversión hablamos?
-En total, la fase de ampliación sube a 30 millones. En global hemos invertido, en Villallana, 80 millones. Actualmente tenemos unos 110 trabajadores y el objetivo, a dos o tres años vista, pasa por llegar a los 200. Actualmente vendemos fuera el 98 por ciento de la producción. Estamos en 36 países, a lo largo de todo el mundo. Desde China a Estados Unidos, pasando por toda Europa.
-¿Dónde reside el secreto para conseguir esta cartera de clientes?
-Lo primero es conocer bien el sector. Luego hay que viajar mucho y ganarse a los clientes. En los últimos años, si junto todos mis viajes, habré dado varias vueltas al mundo. Es importante ganarte la confianza de las personas y yo tengo facilidad para conectar. Y eso que no hablo casi inglés.
-¿Las reminiscencias de la cultura de la minería pública son un problema?
-En cierta forma puede verse así. Asla tiene una magnífica plantilla, pero también hay quien se ha acomodado y no entiende que es mejor trabajar por mil euros que estar en el paro. Empresarios y trabajadores debemos adaptarnos a los convenios de los nuevos sectores industriales, ya que todo indica que la minería no volverá. Aquí ya nadie va a ganar tres mil euros, ni el director general de la empresa.