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La llave del triunfo empresarial

Macario Fernández, cuyo abuelo le enseñó que nada es gratis, supo levantarse del fracaso de Metazinco para lograr el éxito con Asturiana de Laminados

Macario Fernández. J. R. SILVEIRA

El tejido industrial de la Cuencas ha demostrado en los últimos años, azotado por los vientos de la crisis, ser víctima de una enorme fragilidad. Muchas de las empresas surgidas al calor de los fondos mineros han quebrado o han reducido su tamaño a base de despidos masivos. Alas Aluminium, Kerkus Metals, Venturo XXI o Diasa son algunos ejemplos de una lista demasiado larga. En este contexto depresivo, una firma, Asturiana de Laminados (Asla), ha conseguido levantarse y trotar con decisión, casi galopar, por entre los escombros de la reindustrialización. Lo ha hecho además con bastante sigilo. Pocos hubieran dicho en 2007, cuando la factoría empezó a construirse, literalmente, entre las huertas de la vega de Villallana, que la firma estaría ahora exportando a 36 países, con 26.000 toneladas de producción prevista para este año. Más cuando su presidente, Macario Fernández, venía de fracasar con otro proyecto empresarial, Metazinco. Aparentemente, aprendió de los errores. "El problema de Metazinco fue que intentamos hacernos un hueco en el extranjero, pero en Europa ya había cientos de metazincos; ese fue nuestro fracaso, querer ir a competir con ellos. Sin embargo, con Asla aprendimos la lección y abrimos brecha en un nuevo sector sin explotar", destaca el empresario.

Cuando una gran parte de las empresas asentadas en la comarca del Caudal hablan de despidos y regulaciones de empleo, Asla se ha marcado pasar en los próximos años 110 a 200 contratos. La empresa produce zinc laminado en diferentes formatos y acabados para su uso en la construcción. Son la tercera compañía del mundo por producción dentro del sector, tras la alemana Rheinzink y la francesa Umicore . Acaba de firmar un contrato para suministrar a la firma Metaltech-USA, uno de los principales negocios de distribución, transformación y fabricación de láminas para recubrir fachadas en el continente americano. La producción de Asla llegará este año a las 26.000 toneladas. El 98 por ciento será exportado. La empresa tiene garantizado trabajo para veinte años y está a la espera de lograr nuevos terrenos en Villallana para ampliar la fábrica.

Macario Fernández ha conseguido con Asla desprenderse del cierto descrédito con el que cargó tras el fracaso de Metazinco. Considera que en ocasiones se ha proyectado en las Cuencas una imagen un tanto injusta del empresario: "Lo del cazasubvenciones está demasiado manido. Lo de que se hacen empresas para cobrar subvenciones no es real, por mucho que pueda haber algún empresario desaprensivo. Yo no creo que haya ningún industrial que ponga en marcha un proyecto para cobrar ayudas, primero porque no es tan fácil. No te dan el dinero para llevártelo a tu casa. Para acceder a las ayudas tienes que poner de tu bolsillo el 70 el 80 por ciento de la inversión. Ahora incluso más". A su juicio, muchas iniciativas fallan debido a que desde su origen tiene que cargar con una pesada losa: "La única fórmula para echar a andar una empresa, si no eres una persona rica, es acudir a los bancos en busca de financiación. No se pueden hacer las cosas si no es a través del endeudamiento y eso pesa después".

El presidente de Asla aprendió muy pronto que un empresario no puede esperar por una buena mano de cartas. Tiene que jugársela con los ases que le toquen en el reparto, si es que tiene alguno. Macario Fernández no lo dice, pero deja entrever que en ocasiones incluso hay que echarse un farol: "Hay que aprender a arriesgarlo todo; una y otra vez; no hay otra fórmula. A veces te equivocas y sufres porque no puedes pagar los sueldos a tus empleados, que no tienen ninguna culpa. Otras aciertas y sientes que has contribuido a generar riqueza en tu región, dando sustento a muchas familias". Macario Fernández aprendió casi siendo un niño qué significa aventurarse en un sendero sinuoso por el que hay que avanzar en ocasiones dando más crédito a la fe que a la certeza. ¿Como el nieto de un modesto tendero de Babia, que dejó de estudiar a los 17 años, puede acabar presidiendo una empresa que exporta a 36 países, con una facturación anual de 60 millones de euros? Tal vez el abuelo Segundo Fernández contribuyó a ello, y doblemente. Macario Fernández decidió con 18 años iniciarse como autónomo. Quería comprar una excavadora, pero necesitaba 500.000 pesetas. Acudió a su abuelo: "Cogió un papel y escribió a mano un contrato que ponía que él era el socio capitalista y que Macario, yo, sería el laboral. Escribió que nos dividiríamos las ganancias, pero al final añadió que sólo seríamos socios al cincuenta por ciento cuando yo le devolviera las 500.000 pesetas", recuerda con una sonrisa. Al final el abuelo recuperó su dinero y el nieto inició su trayectoria empresarial sabiendo que nada es gratis.

En los últimos años, Macario Fernández ha recorrido miles de kilómetros buscando clientes para Asla. "Si te quedas sentado en el sillón esperando a que te llegue un pedido, igual ya no te levantas", apunta. EE UU, China, Corea o los países del rico Golfo Pérsico compran zinc en Lena. El presidente de la empresa ha sido testigo del poder económico de algunas familias vinculadas al petróleo. No quiere dar nombres para que el cliente no se enfade, pero reconoce que en ocasiones todavía se sorprende: "En una ocasión un potente empresario árabe aprovechó una visita a España para firmar un pedido y visitar la fábrica. Al final me miró y me preguntó cuánto costaría cogerlo todo y llevárselo a su país. La deslocalización no entra en los planes de Asla. Somos una empresa asturiana y sólo nos plantearemos abrir otra factoría fuera cuando ésta esté a tope de rendimiento".

Tras cincuenta años como empresario, Macario Fernández maneja algunas claves que pueden ser la llave del éxito: "Lo primero es conocer bien el sector. Luego hay que viajar mucho y ganarse a los clientes. En los últimos años, si junto todos mis viajes, habré dado varias vueltas al mundo. Es importante ganarte la confianza de las personas y yo tengo facilidad para conectar y eso que no hablo nada bien el inglés". Encontrar motivación y ayuda también es imprescindible: "El espíritu empresarial viene alentado por el compromiso con los demás. Es importante encontrar gente que te responda, empleados que te empujen a seguir, desde el director gerente hasta el último peón. Ver a tus trabajadores ilusionados con el proyecto te motiva". Asla aspira a llegar en dos o tres años a la cifra de 200 trabajadores. La empresa parece estar más que motivada.

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