La Virgen de Covadonga tiene un nuevo lugar de peregrinación además de su Santuario. Y está en las Cuencas. La parroquia de La Foz de Morcín cuenta desde ayer con una pequeña capilla en el exterior de la iglesia que está presidida por una imagen de la Santina, que luce un manto de la virgen original cedido desde el real sitio. Medio centenar de fieles acompañaron ayer al Abad de Covadonga, Juan José Tuñón, y al párroco de La Foz, Mateo Murias, en el acto de entronización de la virgen en su nueva capilla.

El propio sacerdote de La Foz explicaba que la idea de esta entronización salió de Pepe Sariego, miembro de la Hermandad de la Probe, la advocación de la Virgen que preside la capilla de La Foz. "Nos hizo la propuesta y la tramitamos con el Abad, que gustosamente accedió a cedernos el manto", explicó el párroco. Aprovechando que se había arreglado el antiguo baptisterio y después de trasladar la imagen de La Probe al interior de la iglesia, se decidió que ese anexo del templo era el lugar idóneo para la pequeña capilla de Covadonga. Y desde ayer, los lazos que unen la Santina a numerosas parroquias en Asturias, España y el resto del mundo se extendieron a Morcín.

Antes del acto del entronización, el Abad de Covadonga ofreció una pequeña charla a los asistentes. Juan José Tuñón explicó que el de ayer era un acto de "hermanamiento y de proyección de los vínculos de la Virgen de Covadonga hacia aquellas parroquias, como la de La Foz, que han demostrado esa devoción por la Santina". El Abad también realizó un repaso histórico sobre el origen de estos lazos y de esta devoción fuera de Asturias hacia Covadonga. Explicó que "a mediados del siglo XVIII, los asturianos residentes en Madrid crearon una cofradía dedicada a la Virgen de Covadonga, en la que tenían su imagen y un manto muy similar al que tenía había en el Santuario". "A esa gente no solo les unía la fe y la veneración a la virgen, sino que servía como centro de ayuda social, entre unos y otros", aseguraba el sacerdote, licenciado en Historia.

La costumbre de adorar a la Santina fuera de Asturias, explicó el Abad, se extendió años después al otro lado del atlántico. Y es que, a principios del siglo XIX, los emigrantes empezaron a crear centros asturianos en los que colocaron la imagen de la Virgen, a la que le hacían mantos, y les servían para mantener los vínculos con su tierra". En algunos de esos centros, como en el de Caracas, "hay hasta una reproducción de la cueva de Covadonga".

El Abad llevó ayer un manto para vestir a la imagen de La Foz, y recordó que cada una de esas prendas tiene su historia. "Algunos mantos son donados por gente anónima, otros por asociaciones, por particulares, por devotos de toda condición, y cada uno de ellos tiene su historia". La del de La Foz no la desveló. De momento, permanecerá en la pequeña capilla sin fecha para su regreso al real sitio. El objetivo es que el manto actual sirva como una especie de patrón a los fieles morciniegos para que le borden uno propio.

Tras la charla, Juan José Tuñón y Mateo Murias procedieron a bendecir la capilla y entronizar a la Virgen. Después llegó una fiesta un poco más pagana, con un pincheo entre los asistentes.