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CÉSAR FREY, "EL SÉPTIMO CRÍO" | Grafitero

"En Arco a los artistas nos decían 'arrástrate, mendiga y a lo mejor participas del pastel' "

"El hip hop vive su época gloriosa, pero no hay que despistarse y que nos derriben con dinero ya que no pudieron con fuerza"

César Frey, en la Planta 14 de Mieres. J. R. SILVEIRA

-Estoy bien, estable.

-¿No es estable?

-Vivimos en un mundo inestable, soy muy empático y me afecta lo que pueda suceder alrededor. No soy capaz de anteponer lo positivo que me pasa a mí. Esta crisis es un desastre: mi entorno se ve afectado y me absorbe la misma turbina. Y eso que estamos en el Primer Mundo.

César Frey es el grafitero "El Séptimo Crío". Estuvo en febrero en Justmad, una feria paralela a Arco con la casa de subastas Durán, que le pide que haga cuadros para ellos. "Romántico" militante en la cultura hip hop, todo esto es nuevo para un joven que ganó campeonatos de break dance antes de coger un spray, y que realizó arte vandálico...

-Cuando se acercan a mí quieren un grafiti, pero cuando les dices que lo que están pidiendo no es grafiti, se frustran. Quieren llevarse tu esencia y les dices que no se la van a llevar. Porque la esencia tiene dos elementos: libre expresión y libre ejecución.

-Explique eso.

-Imagínate que me contrata un banco. La libre expresión es que puedo querer lanzar un mensaje de crítica al contratante y la libre ejecución es que si quiero hacerlo en una de las paredes laterales del banco y no me dejan, ya no es grafiti porque no me da esa libertad. Si piden un cuadro, lo pinto, pero eso no es grafiti. Hay gente más purista pero yo quiero que el movimiento siga creciendo.

-Le va bien pese a la crisis.

-Lo de Madrid fue muy intenso y bonito, pero no especulo con lo que pueda suceder. Es trabajo y no espero más que disfrutarlo. Yo tengo que crear como hacía de crío y ya está. Sólo pienso en pintar bien porque es mi gran pasión dentro del movimiento. Si llaman está bien, pero no lo persigo.

César Frey nació en Bruselas, hijo de emigrantes de Olloniego por parte de padre, y de Cardeo y el Padrún, por parte de madre. En Bélgica sirvieron en casas de gente adinerada y trabajaron en fábricas. Regresaron cuando César tenía 11 años.

-Volvieron porque, como todo emigrante, mitificaron la tierra.

-Recuerdos de Bruselas.

-Un ambiente escolar excelente. Una de las asignaturas era natación y con 4 años te tiraban muñecos a la piscina para que los rescataras. Te daban clase de tu lengua materna: yo español; mi compañero portugués, portugués y el marroquí, marroquí.

-La enseñanza en España.

-Un desastre. Sabía leer y hablar castellano pero no era capaz de estudiar en castellano y me tuve que adaptar a la forma de educar en los antiguos frailes, donde por cualquier cosa te caía un bofetón. Al año pasé al San Pedro y ya no ocurría eso.

-¿Cómo fue su primer contacto con la cultura hip hop?

-Entré en la música negra porque mi hermano Fredy, cinco años mayor, me enseñó el reggae. Tirando del soul y el blues, de repente, descubro el rap que en una canción de tres minutos lanza un mensaje claro y bestial.

-¿Cómo entró en el hip hop?

-Bailando. Gané mi primer concurso de break dance a los 14.

-¿Y la pintura?

-Gané un concurso de carboncillo a los 13 años y exploré el óleo, pero empecé en realidad en el arte vandálico, en Torrevieja, donde había muchos espacios para pintar de manera tranquila. Mi técnica era cero, pero batir un espray y escuchar el sonido de las bolas me hacía pertenecer a ese mundo. No aspiraba a pintar bien.

-Pero tenía la capacidad.

-Siempre me había visto como el que quería pintar bien de la clase y no lo conseguía.

-¿Por qué no el rap?

-No tengo la lengua viperina crispada a esa velocidad ni la capacidad mental del rapero.

-¿Quiso ser negro?

-De jovencito, mitifiqué esa raza. Todos los que bailaban bien, rapeaban bien y pintaban bien eran negros. Al globalizarse todo pasó a depender de la capacidad, no del color. Ahora los campeones del mundo no son negros.

-¿Fue un exótico?

-Fui un friki de los buenos, como todo el que siente en exceso un movimiento. Éramos cinco y bailábamos continuamente. Gané cuatro campeonatos de baile importantes entonces.

-¿Su rebeldía viene del hip hop o es anterior?

-Vengo de una familia obrera, emigrante, que en etapas pasó hambre y tuvo asesinados... el hip hop me enraizó. No necesito haber vivido en el Bronx y sufrido el gueto para saber que los poderes pueden ser extremadamente injustos, que hay que vigilarlos desde abajo y tener una plataforma para hacer escuchar la denuncia de esa injusticia.

-Momento del hip hop.

-Es el único movimiento cultural que viene de la calle y sigue vivo. No les pasó a los hippies, ni al punk. Es un compendio de personas que sienten el hip hop bailando, pintando, cantando. Ahora el "Circo del Sol" contrata a los bailarines, los grafiteros están en el MOMA, los D-J's ganan campeonatos del mundo... Es una época gloriosa pero no podemos despistarnos y que nos derriben con dinero ya que no pueden con la fuerza.

-¿Se proyecta bien desde Gijón y Mieres?

-En Madrid estuve en casa de un amigo, Francisco Reyes, director del programa "Ritmo Urbano" de TVE, docente en la Universidad Complutense, uno de los seis profesores de Arte Urbano y Grafiti del mundo. Me decía que yo soy "cabeza de ratón" porque no estoy en Madrid en la pelea absurda de estar arriba. En Arco las charlas continuas a los artistas decían "trabaja mucho, sé constante y, al final de tu carrera, puede que tengas un pequeño premio". O sea, "arrástrate, mendiga y a lo mejor participas del pastel". Aspiro a pintar lo que me gusta y eso lo logro con gente de a pie, con la persona que monta un negocio y me llama para pintarle el local. Participo de su ilusión y de que triunfe. Que me valore la cúpula me da igual.

-¿Y consigue obra?

-Trabajo con cierta continuidad y en esta etapa ya no llevas los palos. Enfoco de otra manera: ni la crítica ni el halago me afectan tanto. Tengo la suerte de que se valora, disfruto de ello pero no me descentra. Para mantener mi entorno sano tengo que hacer selección de gente empática, peleona por el bien de los demás y eso me hace crecer... Ahora no todo vale.

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