Ninguna de las canciones que han hecho popular a Víctor Manuel la escribió en Mieres: "Cuando me fui a Madrid no sabía nada de música. Había hecho alguna canción, pero muy malas y ninguna se llegó a publicar". Su primer intento como autor lo tituló "Tendré tu amor". El resultado no le dejó satisfecho. Cuando llegó a la capital entendió que tenía que formarse: "Comencé a tomar clases de piano y canto". Los jóvenes actuales lo tienen algo más fácil: "Ahora hay más facilidades. En Mieres por ejemplo hay un conservatorio donde los niños pueden tomar contacto con la música, aunque sea simplemente de una forma lúdica. Antes estabas tú sólo, intentando imitar a los artistas que escuchabas por la radio. Te tenías que buscar tu propio camino sin ayuda, sin formación y sin medios". Ya en Madrid, escribió "El cobarde" o el "Tren de madera". Luego llegarían "El abuelo", "Paxarinos" o "La Romería". "Son canciones que las escribí en Madrid, pero pensando en Mieres, es como si las hubiera hecho en Asturias".

Víctor Manuel asume que no puede cantar en Asturias sin incluir en su repertorio alguno de sus "viejos" temas: "La gente lo demanda y estoy encantado, aunque son canciones que también canto en otros muchos sitios y que tienen muy buena acogida".

Hijo de ferroviario pero nieto de minero, Víctor Manuel ha seguido con atención todo el proceso de reconversión industrial. Las últimas movilizaciones aún las tienen frescas: "Las protestas mineras generan mucha simpatía fuera de la región, ya que transmiten un sentimiento de solidaridad. Por eso la última marcha a Madrid hizo que miles de personas se lanzaran a la calle para mostrar su apoyo a unos jóvenes que peleaban por mantener su duro trabajo". Sobre el futuro de las Cuencas, el cantante es realista y se enfrenta a un estribillo un tanto melancólico, pero abierto a la esperanza: "La Universidad estaba llamada a poner freno a la decadencia. No hemos avanzado como debíamos en el conocimiento, en la formación y en la investigación. Pero tenemos que creer más en nosotros. No somos más tontos que los de California". Para Víctor Manuel es un problema que las Cuencas se enfrenten a "demasiadas urgencias, muchas veces sin medios".

Víctor Manuel vuelve con frecuencia a Mieres. Es habitual verlo en Requejo o en Cenera, paseando con viejos amigos de La Cucaracha. Si tuviera un día complemente libre sabe perfectamente a qué lo dedicaría: "Lo que más me gusta es coger el coche y subir al Picu Seana o marchar hasta San Isidro. No paro de moverme, tratando de abarcarlo todo. Es como si quisiera absorber lo máximo posible en el menor tiempo". Es desde lo alto, desde los montes, desde donde mejor reconoce Mieres: "Es como si volviese a la niñez, ya que parece que todo sigue igual, que nada ha cambiado". Es abajo, en el valle, donde el tiempo ha dejado una huella más profunda. Sus canciones, no obstante, siguen susurrando a las colinas, como el viento, que siempre vuelve. ¿Un último gran concierto en casa? "Es algo en lo que no se piensa, pero una actuación en un pequeño teatro puede ser tan intensa o más que un concierto ante miles de personas".