El sociólogo Mariano Fernández Enguita estuvo en la Casa de la Buelga de Ciaño para presentar su último trabajo, "La educación en la encrucijada", en el marco de un acto organizado conjuntamente por la Universidad de Oviedo y la Asociación Cultural Cauce del Nalón, en colaboración con el Ayuntamiento de Langreo y el Club LA NUEVA ESPAÑA en las Cuencas. En el mismo, estuvieron presentes María Álvarez Fernández, recién nombrada responsable del Área de Extensión Universitaria de la Universidad de Oviedo, y el alcalde de Langreo, Jesús Sánchez.

El profesor José Luis Busto fue el encargado de glosar la figura del ponente, de quien aseguró "ha mantenido posturas controvertidas y hasta incómodas durante toda su trayectoria profesional, llegando a asegurar que las grandes promesas sociales de igualdad y meritocracia resultan fallidas y falaces". Con "La educación en la encrucijada", Fernández Enguita pretende analizar el pasado de la educación a la vez que diagnostica su estado a día de hoy y dibuja el futuro desde perspectivas "liberalizadoras y alejadas de lo políticamente correcto". Según el sociólogo "nos hallamos ante una nueva revolución, vivimos en una sociedad digital y con una realidad que no es capaz de interpretarse ni cambiarse a través de leyes o reformas". Por otra parte, no puede obviarse que la escuela es la última institución que cuenta con un público cautivo al que no le queda más remedio que "estar" de manera obligatoria (algo que ya no ocurre ni en la política, ni en los ejércitos, ni en las iglesias) y que tal y como subrayó el autor, "vive el drama de ser el fin de un santuario y sufrir la más importante crisis de su historia".

También hizo especial hincapié en "el incumplimiento de la promesa igualitaria", ya que la universalización de la oferta ha sido efectiva si bien siguen existiendo numerosas desigualdades. La clase social, las diferencias culturales y étnicas o la vulnerabilidad de sectores muy amplios de la inmigración no han conseguido superarse, siendo la de género la única fractura que ha logrado salvarse con éxito, ya que aunque aún quedan algunos reductos de difícil acceso para las mujeres, "la tónica actual es la desventaja educativa de los varones, una desventaja que sin embargo no se refleja como tal en el mercado de trabajo ni en la esfera doméstica y familiar".

El sociólogo expresó su convencimiento de que la educación está abocada a la desinstitucionalización y de que si bien seguirá habiendo escuelas, estas "ya no serán una sucesión de aulas apiladas", del mismo modo que afirmó, convencido, que con toda probabilidad "los libros de texto serán sustituidos por formatos digitales, la relación de profesor y alumno dejará de ser vertical para convertirse en colaborativa, no habrá asignaturas sino proyectos y las ratios serán flexibles, modificándose los espacios y los tiempos". En definitiva, "tendremos más escuela y menos aula".

Por último, manifestó que "no se puede vivir en la incertidumbre de los cambios de leyes", y abogó por la necesidad de "una ley estable que pueda adaptarse a las circunstancias según vayan apareciendo".